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Crítica musical

Ni hito ni memorable

Por fortuna, la música se impuso, aunque el patio de butacas siguió convertido durante toda la "gala" en una suerte de convite de boda de nuevo rico

Ni hito ni memorable

Gala Chaikovski. Orquesta de Cámara de la Comunidad Valenciana.

Auditori Palau de les Arts (València)

Daniel Abad Casanova (director). Aisha Syed (violín). Programa: Obras de Chaikovski («Concierto para violín y orquesta». «Obertura-fantasía Romeo y Julieta»). Entrada: Alrededor de 800 personas. Fecha: Jueves, 2 mayo 2019.

No fue un concierto al uso. Tampoco el «emocionante y memorable hito musical» del que hablaron diplomáticos, encopetadas presentadoras, patrocinadores y hasta una voluntaria de la Cruz Roja invitada también a soltar su discursito antes de que sonara la música. Fue una interminable retahíla de lugares comunes y parabienes soportada mientras fotógrafos, cámaras, promotores y una incontrolable masa de endomingados espectadores hormigueaban descolocados entre las butacas del Auditori del Palau de les Arts con la naturalidad con la que el tigre se mueve entre las rejas de la pista del circo. Por fortuna, la música se impuso, aunque el patio de butacas siguió convertido durante toda la «gala» en una suerte de convite de boda de nuevo rico más que en una callada sala de conciertos en la que se escuchaban dos obras de Chaikovski tan sustanciales como su único concierto para violín y la Obertura-fantasía Romeo y Julieta.

Sobre el escenario, la equívocamente bautizada «Orquesta de Cámara de la Comunidad Valenciana»-nada que ver con la esplendorosa Orquestra de la Comunitat Valenciana ni con el Palau de les Arts- y su titular Daniel Abad Casanova, natural de Aspe y que tuvo el acierto de eludir para este programa singular alguna de las tres últimas y famosas sinfonías del creador de la Patética y en su lugar optar para cerrar la velada por la menos escuchada pero no menos valiosa «obertura-fantasía» que Chaikovski concluye en su versión definitiva en 1880 sobre la eterna historia de amor ideada por Shakespeare.

Como solista en la primera parte, la violinista dominicana Aisha Syed Castro (Santiago de los Caballeros, 1989) pasó más de un apuro y tropiezo en su muy justita versión del Concierto de Chaikovski, obra de exigencias técnicas y artísticas muy por encima de sus posibilidades. Sin duda, se trata de una dotada violinista con creciente recorrido por delante, que posiblemente la hará crecer y consolidarse como artista y como virtuosa de las cuatro cuerdas. Facultades, sensibilidad, maneras y madera escénica no faltan. Muy aplaudida por sus entusiastas y generosos paisanos -que eran mayoría en esta gala cargada de protocolo- y también por la «hermana» colonia española, Syed respondió a tanto beneplácito con el famoso rondó final del Segundo concierto para violín y orquesta de Paganini, conocido como «La campanella» y popularizado por Liszt y su virtuosístico y homónimo estudio para piano. Todo lo bueno y menos bueno que afloró en Chaikovski se reiteró en este centelleante y arriesgado regalo.

Lo mejor llegó en la segunda parte, con Romeo y Julieta. La OCCV no es una orquesta sobresaliente, pero cuenta entre sus atriles con algunos destacados y bien conocidos solistas arraigados en la Comunidad Valencia. De ahí, algunas intervenciones particularmente remarcables, dentro de una lectura en la que Abad Casanova templó con suficiencia y sin cargar las tintas más de la cuenta en las tremendas fuerzas expresivas y anímicas que vuelca Chaikovski en su apasionada Obertura-fantasía. Como final de fiesta, no pudo faltar la propia música dominicana, interpretada al alimón por todos. Incluso por el público y sus cálidas palmas caribeñas. «Un clamoroso y sentido éxito», que sentenciaría el cronista a la vieja usanza.

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