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Entrevista

Celso Abelo: "El duque es detestable, pero como rol es un fetiche para los tenores"

Tenor, interpreta al Duque de Mantua en 'Rigoletto'

Celso Abelo: "El duque es detestable, pero como rol es un fetiche para los tenores" m. á. montesinos

¿Cómo es este «Rigoletto»?

Lo que tiene Emilio Sagi es que refuerza las características de cada personaje de una manera muy plástica. Junto a la pulcritud del maestro Abbado, hará de este Rigoletto algo muy especial.

Hábleme de su personaje.

El duque de Mantua es un tipo detestable, que basa su triunfo por la posición de poder que ostenta. Es bastante caprichoso y con las mujeres, en particular, se mueve bien. Si se hubiese encaprichado de un hombre también lo hubiese enamorado.

¿Cómo se mete en un personaje, imagino, tan alejado de su personalidad?

¡No, no se parece a mí! (ríe) Pero el duque siempre ha sido un rol fetiche de los tenores. Llevo 15 años cantándolo y paseándolo por todos lados, y aunque lo desprecio y detesto, siempre ha sido un reto vocal y -como está en las antípodas de mí- interpretativamente me gusta.

¿Cómo toma distancia de cada vez que lo interpreta?

Lo bueno es que hay un nexo común que es un señor que es Giuseppe Verdi. Todo irá bien siempre que no nos alejemos de la verdad y la obra maestra.

¿Cuál es su repertorio predilecto?

¿Qué dedo de la mano me cortas? Tengo la virtud de enamorarme de lo que hago en cada momento. Como cantante tengo el corazón débil.

¿Qué personaje le enamora?

A mucha gente le puede parecer ridículo, pero diría Nemorino de L'elisir d'amore. Tiene una personalidad íntegra y hoy en día la verdad no está de moda.

¿Qué obra le gustaría hacer?

Dije hace 13 años que podría ser Un baile de máscaras y lo canté. Seguramente algún Verdi más.

¿Cuál es su sueño?

Mi sueño se cumple en el momento en el que me puedo dedicar a mi pasión. Empecé ese sueño hace 16 años y sigo subido en los brazos de Morfeo.

¿Cómo empezó en la ópera?

Estudié Historia del Arte y estaba en la tuna. Tocaba la guitarra y me quedaba afónico muy a menudo. Me metí a clase con la idea de cantar boleros y mi profesora me inculcó el amor por la ópera. Lo intenté y aquí estoy. Empecé a dedicarme profesionalmente con unos 28 años.

¿Recuerda la primera ópera que interpretó?

Rigoletto. No llevo ni la cuenta de los Rigoletto que he hecho, aunque seguro que me gana Leo Nucci (ríe). Estoy doblemente contento de estar aquí porque si alguien me dio ese empujón de suerte inicial ese es Leo Nucci. Poder, una vez más, compartir escenario con él es un honor y premio.

¿Qué escucha en su tiempo libre?

De todo menos ópera (ríe).

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