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Entrevista

Domingo Villar: "Escribimos para bajarnos del tiovivo"

«No voy a renunciar a contar las historias con el 'tempo' que exige el mundo», asegura

Domingo Villar: "Escribimos para bajarnos del tiovivo"

P ¿Cuantas ediciones van ya?

R Está entrando la séptima edición a imprenta.

P Van muchas para dos meses.

R Sí. La novela salió el 2 de marzo. Es mejor que la mejor previsión.

P ¿Esperaba esta acogida?

R Para nada. Hace 10 años de mi último libro. Sabía que algunos lectores estaban esperándome, pero temía que la mayor parte de ellos se hubieran olvidado de mí y de mis personajes. Ha sido lo opuesto. Estoy recibiendo una ola de cariño impresionante.Por un lado, estoy enormemente sorprendido, y por otro, tremendamente agradecido.

P ¿Qué tiene esta historia para que un lector espere 10 años sin inmutarse?

R No lo tengo claro. El último barco es una novela policiaca que no renuncia al juego intelectual que supone la búsqueda de un culpable, pero también es un cuento de amor a una tierra. Es una historia sobre personas que viven un poco a contracorriente en un momento en el que todo parece basarse en mensajes fugaces. Habla de hacer las cosas con calma y reivindica un mundo que todos parecen hacernos creer que ya no existe.

P ¿Cree que la novela negra se caracteriza por unos lectores fieles?

R Sí. Además, es un público muy transversal. Puedes encontrar personas enormemente cultas y otras que apenas leen. También hay lectores adolescentes y lectores en la senectud. Abarca todos los ámbitos. Lo que más me gusta es que tiene diferentes niveles de profundidad. Puedes quedarte con la trama detectivesca o ver la novela negra como una obra que araña las emociones.

P ¿Cuántos manuscritos escribió?

R Hubo un manuscrito en 2013. Tuvo ISBN, cubierta y título, pero me pareció que no estaba lo suficientemente bien. Lo que yo pensaba que sería una corrección acabó siendo un libro entero. Lo empecé de nuevo. Le di muchas vueltas. Repensé cada frase y cada párrafo. Todo por inseguridad.

P ¿Se dedicó más a la prosa o a la trama?

R A la emoción. Creo que el vínculo fundamental que un autor establece con un lector es la emoción. Es muy difícil emocionar a un lector si tú no escribes emocionado. Ese es el territorio en el que yo me zambullo cada vez que me siento a escribir.

P ¿Llegó a ser frustrante en algún momento?

R Diría que no. Me marco metas cortas. Escribo cada capítulo como si fuera un cuento, con introducción, nudo y desenlace. Hasta que no estoy satisfecho no paso al siguiente capítulo. Peldaño a peldaño se puede subir cualquier escalera, por larga que sea.

P Hay escritores que no se levantan de la silla hasta que tienen un libro.

R Me resultaría imposible. Mire, tengo la sensación de que escribo bien por razones musicales. Eso tiene que ver con la música interna del texto. Es como aquello que decía Johan Cruyff: «Jugar fácil es muy difícil». Supone un quebradero de cabeza conseguir que el libro se lea con facilidad.

P ¿Trucos para conseguirlo?

R Leo en voz alta.

P Es una especie de artesanía.

R Desde luego. El nuestro es un oficio artesano y como tal, consiste en dedicarle el tiempo y el mimo que necesita.

P Vivimos un tiempo «acelerado». Llevamos el móvil pegado a la mano y no quitamos ojo a las redes sociales. ¿Cree que un autor joven, un nativo digital, podría haber creado una novela durante 10 años?

R Sí. Decía Bioy Casares que escribir consiste en vivir y pensar en la vida. Un nativo digital puede apartar las prisas, tomar aire y escribir con paz interior. Ese es el embrujo de la literatura, apartar lo urgente y centrarse en lo importante.

P Una visión optimista.

R Entiendo que el mundo circula de un modo distinto, pero yo no puedo cambiar. No voy a renunciar a contar las historias con el tempo que exige el mundo. Escribimos para bajarnos del tiovivo.

P ¿Qué tiene Leo Caldas de Domingo Villar?

R Estamos hermanados por un padre bodeguero, hemos nacido y crecido en la misma ciudad y tenemos una misma manera de ver el mundo. Aunque soy más feliz que Caldas. Él va en busca de estabilidad. Es un hombre de fiar y un buen compañero de viaje, un tipo compasivo al que le mueve la posibilidad de aminorar el dolor ajeno. Si hubiésemos coincidido en tiempo y espacio, Caldas y yo hubiéramos sido amigos.

P ¿Tiene autonomía?

R Siempre la tuvo. Cuando lo imagino, lo hago caminando por su propio sendero. No lo imagino moviéndose al dictado de nadie, ni siquiera del mío.

P ¿Seguirá con él muchos años más?

R Sí, aunque tengo muchas historias que contar. Ahora estoy escribiendo teatro. Me está sirviendo para oxigenarme y tomar distancia.

P ¿Podemos saber algo más sobre esta historia?

R Es pronto

.

P «La playa de los ahogados» se adaptó al cine. ¿Volveremos a ver a Caldas en la gran pantalla?

R No lo sé. El filme no pudo captar la totalidad de la historia, ya que la novela tenía 400 páginas. El último barco, con 700 páginas, menos aún (ríe). Una serie lo contaría mejor. Ya ha habido alguna propuesta. Aceptaré si el proyecto me convence.

P Se dice que, en novela negra, se utiliza la investigación policial para hablar de otros temas sociales, políticos... ¿Todo cabe en el género?

R Prácticamente todo. Cabe un semiólogo como Umberto Eco, un tipo que se burla del apartheid como James H. McClure, un amante de la vida como Manuel Vázquez Montalbán... Más que una excusa, como dijo Juan Ramón Viedma, la trama policiaca es una aceleradora de la historia.

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