Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lo que esconde 'Rigoletto'

El decorado de la ópera de Verdi que se representa hasta el día 19 en Les Arts pesa 120 toneladas y llegó a València en seis camiones

Les Arts acoge la ópera Rigoletto

Les Arts acoge la ópera Rigoletto

Para ver este vídeo suscríbete a Levante-EMV o inicia sesión si ya eres suscriptor.

Les Arts acoge la ópera Rigoletto begoña jorques | valència

El patio de butacas del Palau de les Arts está a rebosar y la acción de Rigoletto comienza en el escenario de su sala principal. Todo ha sido cuidadosamente calculado y nada puede fallar. Pero para llegar a esa perfección han sido necesarias muchas horas de trabajo de cerca de medio centenar de técnicos. La mano que no se ve.

El atrezzo de la coproducción de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) y el Teatro Nacional de San Carlos llegó hace casi un mes al coliseo valenciano. En total, todo lo que se ve sobre la escena pesa 120 toneladas y fueron necesarios seis camiones de grandes dimensiones para trasladar todo el material desde Bilbao hasta València. Tras dos días de trabajo, la escenografía por fin se descargó y comenzaron las labores de montaje en las entrañas de Les Arts que ha durado un mes.

No es tarea fácil. Todo llega por piezas desde Bilbao y los técnicos de Les Arts son quienes tienen que volver a dar forma al espacio donde se desenvuelven el bufón Rigoletto, el duque de Mantua o la desdichada Gilda. Deben adaptar milimétricamente la escenografía ideada por el regista Emilio Sagi a las imponentes medidas del escenario de Les Arts, que en toda su altura llega a los 60 metros, y a los 58 de pared a pared. Este espacio lateral -los llamados «hombros» del teatro- es el que alberga durante las representaciones el atrezzo que se utilizará en cada escena o a los maquilladores que asisten a los artistas. Aquí también se cambiarán de vestuario los protagonistas entre escenas.

Trucos sobre

la escena

Emilio López, asistente de la dirección de escena, asegura a Levante-EMV que «parece una escenografía sencilla pero no lo es», explica respecto al montaje el día del preensayo general. Cuenta algunos trucos como le decisión de inclinar el suelo del escenario para «dar perspectiva».

Días antes del estreno, el movimiento en los pasillos del teatro lírico es incesante. Los técnicos van a la carrera entre camerinos y la sala de maquillaje donde los miembros del Cor de la Generalitat pasan por la manos de un grupo de profesionales. El vestuario aguarda en parabanes en los descansillos del coliseo. En los vestuarios algunos bailarines ultiman su indumentaria. Mientras tanto, el tenor Celso Albelo, que interpreta al duque de Mantua recibe los último retoques en su vestuario. Explica que ha introducido algunos cambios para aligerar la chaqueta y «no pasar tanto calor sobre la escena». En su camerino, calienta la voz y recibe la visita de Andrea Severi, asistente de la dirección musical y dirección de banda interna, quien se sienta al piano para ensayar con el cantante canario.

Por megafonía, una vez femenina advierte de los minutos que quedan para que todo el mundo esté en sus puestos en la sala principal. Treinta minutos, diez, cinco,... Las prisas apremian.

En el patio de butacas, se van reuniendo los responsables del teatro y técnicos. En el foso el maestro Roberto Abbado ocupa su lugar rodeado de los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Las primeras notas de Rigoletto empiezan a sonar y ya todo es pulir posibles errores antes del estreno y dejarse llevar por la magia del genio de Verdi.

Compartir el artículo

stats