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Eurovisión 2019

Eurovisión: Cuando la música es también expresión del conflicto entre países

La controversia geopolítica ha estado siempre presente en un Festival nacido con el deseo de ayudar a la integración europea

Israel descartó Jerusalén y escogió Tel Aviv tras las presiones. REUTERS

El Festival de Eurovisión 2019, cuya final se disputa este sábado en Tel Aviv, es algo más que música. Tiene detrás una positiva intencionalidad que constituyó una de sus características principales en su comienzo - promover la amistad entre naciones europeas -, pero la controversia política también ha estado presente desde sus inicios. La tensión derivada del conflicto árabe-israelí es el último episodio de una cadena de capítulos históricos relacionados con la geopolítica que están alrededor del certamen y que influyen de manera decisiva en su devenir.

Eurovisión nació en 1956 como una idea del periodista y guionista italiano Sergio Pugliese, que trabajaba entonces para la RAI, y del suizo Marzel Bezençon, director de la Unión Europea de Radiodifusión (UER). El Festival nace al mismo tiempo que se inicia el proceso de integración europea y reforzarlo era una de sus intenciones, como explica Antonio Obregón, profesor de Derecho y Relaciones Internacionales de Comillas ICADE y también docente del seminario 'Una visión de la integración europea a través del Festival de Eurovisión".

El Festival nació para prestar "cobertura cultural" al recién iniciado proceso de integración europea, dice Antonio Obregón, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICADE

La Segunda Guerra Mundial devastó Europa y el certamen quería prestar "cobertura cultural" a la entonces incipiente UE. "Es un espejo en el que vemos reflejados muchos aspectos de las relaciones europeas", dice Obregón, que recuerda que el certamen está fuertemente vinculado al empleo de la cultura con fines políticos de efectos positivos. "No se trataba de generar conflictos, sino de contribuir al apaciguamiento tras la Segunda Guerra Mundial".

La década de los 70 trajo uno de los primeros frentes de conflicto. Turquía ocupó en 1974 el norte de Chipre -maniobra que dio origen a una república turcochipriota que aún existe- y a año siguiente Grecia decidió no acudir al Festival. La respuesta turca fue dar la espalda a la edición de 1976, ya que Atenas decidió presentar una canción en la que se denunciaba la ocupación violenta del territorio. "Entonces era impensable que se votaran entre sí", dice Obregón. De hecho, Turquía no votó a Grecia hasta 1988 y a Chipre hasta 2004.

Ciudadanos israelíes piden el boicot a Eurovisión por la ocupación militar de su país de los territorios palestinos. Reuters

La dictadura franquista también quiso emplear Eurovisión para mostrar a Europa una imagen de apertura. La primera participación de España es de 1961, una época en la que la música y los éxitos deportivos de entonces, como las Copas de Europa del Real Madrid y el Tour de Francia de Bahamontes, aliviaban el aislamiento español en el continente. Ocho años después, España organizó el Festival y aprovechó esa edición para exhibir ante los distintos representantes extranjeros los hitos del desarrollismo de esa época. No obstante, Austria se negó a participar y el periodista sueco encargado de narrar la transmisión no quiso viajar al país para no respaldar al régimen franquista.

Para Obregón, Eurovisión ofrece "indicios" que pueden servir para predecir la evolución de un conflicto. Y ofrece como ejemplo lo que ocurrió en 1989, después de que la entonces Yugoslavia conquistase la edición de ese año. Era el único país del bloque comunista que tomaba parte en el concurso, fruto de la particular política del general Tito. Los problemas vinieron unos meses después, cuando llegó el turno de organizar el nuevo certamen. La banda que se impuso era de mayoría croata, pero las autoridades serbias, que controlaban el aparato del Estado, propusieron que se realizara en Belgrado. Finalmente, tuvo lugar en la ciudad croata de Zagreb.

Las discrepencias geopolíticas originadas alrededor del certamen pueden constituir un "indicio" del enconamiento posterior de un conflicto, como ocurrió en la antigua Yugoslavia

Aquellas diferencias constituyeron un "motivo de enconamiento" de la división entre serbios y croatas que ya se venía gestando, y que desembocó años después en el peor conflicto militar de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Aquel año el Festival se pobló de canciones que evocaban la caída del Muro de Berlín meses antes. A partir de entonces, como destaca el profesor de Comillas ICADE, los países que surgieron de la desmembración del bloque comunista emplean Eurovisión para "transmitir una imagen de modernidad y de integración en Europa. Azerbaiyán y Georgia son dos países que han apostado muy fuerte por Eurovisión".

En los últimos años, Ucrania y Rusia han ocupado buena parte de las miradas. Las revueltas populares que propiciaron la caída del prorruso Viktor Yanukovich como presidente ucraniano y la consiguiente anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014 abrieron un conflicto militar, aún no concluido, en el este de la antigua república exsoviética. En 2016, la cantante ucraniana Jamala venció con la canción '1944', que aludía a las deportaciones de población tártara en Crimea por parte del dictador soviético Josef Stalin. Las letras ofendieron al Kremlin, que decidió no participar al año siguiente en Kiev. Y este año, como recuerda Obregón, no habrá representación ucraniana porque ningún cantante o grupo ha querido suscribir la obligación de Kiev de no actuar nunca en Rusia o favorecer los intereses de ese país. Otro país que prolongó en Eurovisión su conflicto con Rusia fue Georgia. En 2008, tropas rusas prestaron apoyo a las autoproclamadas repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia, territorios que Georgia considera suyos. Al año siguiente, Georgia presentó en el Festival la canción 'We Don't Wanna Put In', una canción con un inequívoco (y muy crítico) juego de palabras sobre Vladimir Putin. "El Festival permite hasta cierto punto alguna referencia política en las letras, pero cuando no resulte ofensiva o especialmente intensa", indica Antonio Obregón.

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