En la obra de Cristina Lucas, Habla (2008), la artista aparece destruyendo con una maza una réplica de la escultura del Moisés de Miguel Ángel, aludiendo además a la leyenda de la incisión que hizo el artista en la rodilla del personaje bíblico una vez terminado, pidiéndole que hablara.

Cuando el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza expuso este video en Facebook con motivo de la exposición conjunta Patriarcado, en la que también participaba la artista Eulàlia Valldosera, «tuvo un 95 por ciento de respuestas injuriosas diciendo que favorecía el vandalismo, aunque era un molde de escayola», recordaba ayer en València el director artístico de la institución Guillermo Solana. Tampoco faltó la acusación de que, con esta exposición, el Thyssen estaba fomentando el arte «feminazi».

Ahora, Patriarcado recala en València fruto de una colaboración entre el museo madrileño y el Centre del Carme de Cultura Contemporània para generar una reflexión sobre el papel de la mujer en el arte y «rebelarse contra una tradición artística dominada por hombres», según ha explicado la comisaria de la muestra, Rocío de la Villa. La muestra podrá visitarse hasta el 30 de junio.

Como el Habla de Lucas, Dependencia mutua (2009) de Eulàlia Valldosera es un vídeo que se sitúa en el Museo Arqueológico de Nápoles y muestra a una mujer limpiando la estatua del emperador Claudio en una actitud erótica reforzada por metáforas visuales creadas a partir del montaje audiovisual. En este primer caso, De la Villa explicó que la imagen del emperador romano ilustra «el poder político-militar, la imagen más representativa del patriarcado», mientras que en la obra de Lucas, la autora ha escogido a Moisés «por ser el padre de las tres religiones monoteísticas». «En arte estatutario estamos acostumbrados a estas representaciones masculinas del poder», añadió.

De la Villa ha explicado que el conjunto de los dos vídeos contrapuestos favorecen una lectura compleja: por un lado de la mujer frente al patriarcado y por otro de las artistas frente al propio sistema artístico.

«Es una rebelión contra el patriarcado, pero también de la tensión sexual que protagonizan dos jóvenes atractivas, ingenuas y, de alguna forma, vulnerables». Asimismo, expresó que también se utiliza «la reivindicación del placer de la mujer, que es una forma importante de rebelión», destacó la comisaria, quien también subrayó que ambas piezas, calificadas como «trabajos de madurez de dos artistas españolas de repercusión internacional», fueron creadas hace diez años. «Anticipaban el gran cambio que se ha dado desde hace un año» en materia de feminismo en una época en la que «en los medios, el concepto 'feminismo' estaba denostado y 'patriarcado' prohibido».

Por su parte, el director del Centre del Carme, José Luis Pérez Pont defendió esta «apuesta por visibilizar la falta de mujeres en colecciones públicas» y alabó esta exposición por situarse en contra «del relato oficial» en el arte, donde «la mujer queda relegada a un segundo plano».

En la misma línea, Guillermo Solana incidió en que los museos «han sido instituciones dedicadas a la patria y al patriarcado» y aseguró que en su centro «se empiezan a dar pasos para que las cosas cambien y se visibilice a la mujer».

Al recordar ayer la polémica que levantaron los vídeos de Cristina Lucas y de Eulalia Valldosera cuando el Thyssen los expuso de forma conjunta, su director no pudo sentirse más satisfecho: «fuimos por un día, más trasgresores».