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Séptimo arte

La oda al puro movimiento de Léger

El crítico Jordi Costa analiza esta tarde en el IVAM el papel que el pintor francés jugó en el cine de vanguardia del siglo XX

Fotograma de «Ballet Mécanique», la única película dirigida por Léger y que se exhibe en el IVAM. l-emv

Destacaba el comisario Darren Pihi hace unas semanas en la presentación de la exposición que el IVAM le dedica a Fernand Léger, el esfuerzo del artista francés por «vincular el arte con la realidad social». «Quería conectar su obra con la clase obrera y vio en el cine un medio válido para llegar a las masas», dijo Pihi. Con esta idea en la cabeza Léger filmó en 1924 Ballet Mécanique, una película experimental sobre la industrialización, la mecanización y la repetición que se exhibe en la muestra del IVAM junto a las pinturas del artista francés y de la que hablará hoy a las 19.00 horas en el mismo museo el crítico de cine Jordi Costa.

«Los intentos de Léger de llegar al gran público con el cine encallan en la imposibilidad del arte experimental de comunicarse con el público mayoritario», señalaba ayer Costa sobre ese «objetivo social» que mencionaba Pihi. «A Léger -explica Costa-, como a muchos artistas de las vanguardias, lo que les define es el individuo colocado en la más estricta contemporaneidad, en una especie de presente muy condicionado por la vida en las ciudades, los nuevos medios de comunicación? La manera en que se intenta asimilar eso es a través del cine experimental, que por su propia naturaleza no conecta con las clases más populares aunque la intención sí que está».

Lo que sí logró Léger con Ballet Mécanique es atacar el cine entendido como un arte subordinado a las convenciones de la novela y el teatro. Tal como explica el crítico barcelonés, la primera película del autor cubista -un collage sin guión previo de imágenes naturalistas alteradas, invertidas, ralentizadas-, es «una especie de oda al puro movimiento, a lo que tiene el cine de cinético, y en contra de lo narrativo».

No en vano, el pluridireccional artista francés llegó a decir que, igual que «el error de la pintura era el tema, el error del cine era el argumento». «Es interesante ver como Léger llega a la idea de Ballet Mécanique por su vinculación con los cineastas Abel Gance y Marcel L'Herbier -cuenta Jordi Costa-. Para Gance hizo el cartel publicitario de La rueda, una película en la que tienen mucha importancia los ferrocarriles y hay un accidente que se cuenta con un montaje muy fragmentado y dinámico en el que Léger encuentra inspiración para Ballet Mécanique. Para El inhumano de L'Herbier, Léger diseñó los créditos iniciales y un laboratorio en el que resucita el personaje femenino con un montaje que desafía la capacidad retentiva del espectador».

Este laboratorio diseñado por Léger para L'Herbier ha servido para bautizar parte de la conferencia que dará hoy Costa: «Una chaqueta, un bombín, un laboratorio y un corazón prefabricado. Fernand Léger y la máquina de visión». La chaqueta y el bombín son los del Charles Chaplin cubista, deconstruido y descoyuntado que aparece al inicio y al final de Ballet Mecánico.

«Igual que los futuristas, Léger siente una atracción no por las películas más ambiciosas artísticamente sino por los géneros más populares -señala Costa-. Como a los surrealistas españoles, le fascinaba más el cine cómico mudo que los expresionistas alemanes. Veía mucha más pureza en el cine de Keaton, Chaplin, etcétera. Ballet Mécanique no tiene intención elitista. De hecho empieza con una especie de Charlot cubista, con la intención de conectar con el lenguaje popular y lo que éste tiene de dinamismo y de poema visual a la vida contemporánea y de la ciudad».

Tal como plantea Costa, el film de Léger es hijo de la época de las vanguardias, cuando nace la cinefilia porque el cine quiere reivindicarse como discurso artístico, tal como desde hace siglos es la pintura, el teatro o la literatura. «Es un momento de ósmosis entre artistas plásticos, creadores y cineastas de vanguardia. En la Unión Soviética el cine dialoga con el constructivismo, en Alemania con el expresionismo y en Francia con el impresionismo a través de muchos juegos con la luz y movilidad de cámara con la que intentan poner el énfasis no tanto en el objeto sino en la percepción del espectador».

Ballet Mécanique también denota la vinculación entre el cine y la pintura de Léger a través la mecanización, la repetición y la seducción de la máquina que desembocan en una especie de «nuevo realismo» a base de máquinas, fragmentos y objetos, como el propio artista lo definió.

«Para Léger la máquina no niega al hombre, hay una comunión y no implica la alienación -apunta Costa-. Luego eso en la pintura de Léger se van convirtiendo en algo mucho más social y humanista: los obreros en los andamios, los obreros con las máquinas... El arte mecánico es un juego sobre la percepción, las figuras geométricas que al estar montadas de manera tan rápida crean nuevas formas, es un juego constante con la percepción. Una celebración de que el ojo humano en esa contemporaneidad está sobrepasado de estímulos. Y eso Léger lo ve enriquecedor».

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