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Retrospectiva

"Mi padre tenía un método de composición único en el mundo"

Cecilia Rodrigo, hija de Joaquín Rodrigo, asegura que la exposición de la BNE mostrará su faceta menos conocida

El próximo 6 de julio se cumplen 20 años sin el maestro Joaquín Rodrigo. Como ayer adelantó Levante-EMV, la Biblioteca Nacional de España (BNE) inaugura hoy la exposición El paisaje acústico de Joaquín Rodrigo con más de un centenar de piezas para homenajear al compositor del Concierto de Aranjuez.

Para Cecilia Rodrigo, hija del compositor, su padre «era carácter jovial, y gran comunicador, sin duda, un trabajador infatigable, ya que sus actividades cotidianas eran múltiples, además de la composición. Y muy cercano como padre».

El compositor solía decir que su ceguera -desde los tres años- le condujo a la música. «Pero sin amargura», matiza su hija, quien califica el método de composición de Rodrigo como «único en el mundo». «Escribía sus partituras en el sistema braille, que dictaba nota por nota, instrumento por instrumento, a un copista, para, seguidamente, hacer las correcciones con su esposa. Suponía horas y horas de trabajo adicional a su creación, y una labor de benedictinos, según decía él», recuerda Cecilia Rodrigo.

La hija del maestro emplea las palabras de su propio padre para definir su música: «El acorde perfecto es el eje de mi lenguaje». «Su música, inserta en el llamado neocasticismo, comprende formas clásicas e influjo del impresionismo francés, pero con una personalidad inconfundible», sostiene.

Para Cecilia Rodrigo, la muestra de la BNE «dará a conocer a un Joaquín Rodrigo menos reconocido como erudito escritor, y, en particular, nos va a acercar más al hombre, a su lado humano, que está a la altura de su inmensa obra musical».

El responsable de la exhibición de estas 120 piezas del creador del Concierto de Aranjuez es Walter Clark, que ha contado con la colaboración de la pianista Ana Benavides. En ella han reunido objetos de interés personal y de importancia histórica, como cartas, manuscritos, fotos, partituras, carteles o discos.

Clark se ve incapaz de elegir solo una de las piezas que forman parte de la exposición como máximo exponente de lo que fue Joaquín Rodrigo. «No hay una única pieza o cosa que pudiera definir a un ser humano tan complejo como Joaquín Rodrigo, cuya personalidad como artista creativo tenía muchas facetas. Pero me encantan las fotos del compositor con su esposa, Victoria. La verdad central de su vida como músico era muy sencilla: no había Vicky, no había Joaquín», señala el comisario, musicólogo de la Universidad de California en Riverside y director del Iberian and Latin American Music.

Se atreve, no obstante, a calificar la música de Rodrigo: «Su música es siempre una afirmación de nuestra humanidad, una expresión del deseo colectivo de profundizar y enriquecer la vida a través del arte de la música, que puede ser, al mismo tiempo, original, intelectual, y muy agradable», dice.

Además, tampoco titubea cuando asegura que el legado de Rodrigo es que «siempre será una fuente de inspiración y de placer. Como Beethoven, Rodrigo probó en su vida larga que es posible dejar un cuerpo grande de música bellísima a pesar de obstáculos físicos, como la sordera o la ceguera. Es el gran triunfo de la voluntad y del genio».

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