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Toros

Larga vida al Rey

El diestro limeño se consagra en Madrid con una monumental faena a un toro de Juan Pedro Domecq

Larga vida al Rey

No ha habido que esperar -como en la famosa serie «Juego de Tronos»- al último capítulo de la feria más importante del mundo para saber quién se sentaba en el sitial del toreo. Andrés Roca Rey, en la primera de las tres tardes que tiene firmadas en san Isidro, ha dejado sentenciado el abono a su favor. A puro huevo, sin spoilers que valgan. El jovencísimo coletudo ha asestado un golpe de tal calibre que ha conseguido zanjar de un plumazo la lucha por el número uno que mantenía con El Juli, tal ha sido la magnitud de su obra.

El torero peruano dominó la tarde de su entronización matritense de principio a fin, tanto en la adversidad como en la gloria. De entrada, se las tuvo que ver con un sobrero cinqueño del conde de Mayalde que le propinó una brutal paliza y le infirió un puntazo, que no le impidió retomar la lidia y pasar después por su propio pie a la enfermería, donde fue intervenido con anestesia local de una herida por asta de toro de seis centímetros.

Salió Roca a matar al sexto con la tarde vencida, entregada a los brazos de la mediocridad. Asomó por chiqueros el último juampedro, que manseó en los dos primeros tercios y llegó a la muleta del cóndor andino con su condición declarada. De repente, esa extraña y cara virtud que atesora el elegido por la que es capaz de cambiarle el signo a la situación más adversa, redimirla del tedio y devolvérsela transfigurada a los aficionados. Como ya ocurrió la temporada pasada en este mismo escenario cuando el limeño enderezó una tarde imposible gracias a una actuación de figura cuando ya doblaban las campanas, encajado entre los pitones de un toro de Victoriano del Río, al que le pisó los terrenos sin pestañear, traspasando todas las fronteras de la lógica y entrando en ese terreno pantanoso, donde el mínimo fallo o la menor duda te mete en el hule. Ése en el que parece sentirse tan a gusto y que, de momento, no parece hacer mella en su ánimo indomable con aires de potro salvaje.

Andrés le dio distancia y sitio al juampedro y en los mismísimos medios de la plaza le recetó sin enmendarse un pase de pecho, un cambiado por la espalda a media altura, cosido a un largo natural, y otro de pecho de pitón a rabo. Preludio de una faena rotunda, en la que exprimió la boyante condición del astado hasta límites insospechados, de soberbio encaje y ligazón, que estalló en una tanda inmensa de cinco naturales de obligado y largo trazo y el de pecho, echándose al toro por delante y obligándole a viajar a su hombro contrario. Un suceso que fue celebrado por la afición puesta en pie hasta el estoconazo final, que le abrió la puerta grande y le allanó el camino hacia su entronización. Comienza una nueva era.

Un nuevo valor

El recién estrenado reinado del peruano cuenta ya con un destacado contrincante. Pablo Aguado, reciente triunfador de la Feria de Abril, dejó su sello de torero reposado y de buen gusto que tanto predicamento tiene en el Foro y que representa una tauromaquia diametralmente opuesta a la que realiza el nuevo monarca taurino. El diestro sevillano enarbola la bandera del clasicismo y la naturalidad. Frente a la magia telúrica que distingue al limeño, el nuevo valor emergente hunde la cuchara en las pócimas de ancestros como Pepe Luis Vázquez o Curro Romero. Una suerte de hechizo que imanta por su aparente ausencia de esfuerzo, como si la coreografía entre toro y torero hubiera sido ensayada previamente. La difícil facilidad con que somete la voluntad de su oponente, con una despaciosidad y lentitud que desatan la locura en los tendidos, es su principal arma.

Roca Rey y Aguado tienen todavía tienen dos y una actuación más, respectivamente, en la plaza de toros de Madrid. El primero volverá a Las Ventas el jueves 30 de mayo para actuar en la corrida que ha levantado a priori mayor expectación del abono isidril, y que le enfrentará con Manuel Escribano y el valenciano Román Collado ante los temibles toros de Adolfo Martín. Una prueba de fuego de la que el peruano puede salir doblemente confirmado por la cátedra venteña, lo que reforzaría su posición dado lo arriesgado de la apuesta. La última comparecencia del limeño tendrá lugar el sábado 15 de junio, en la Corrida de la Cultura, con toros de Victoriano del Río y con Castella y Ureña como compañeros de cartel. Aguado actuará al día siguiente, domingo 16 de junio en la afamada Corrida de la Prensa ante astados de la ganadería de Santiago Domecq, alternando con el Fandi y López Simón.

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