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Entrevista

MacDiego: "Mi superpoder es insultar a la gente sin que me partan la cara"

Diseñador gráfico, publicista, editor de cómics y fanzines... presenta su nuevo libro en València

MacDiego: "Mi superpoder es insultar a la gente sin que me partan la cara"

«Se trata de provocar. Si queremos que esto evolucione o es a hostias o no se puede», dice MacDiego en el espacio de Russafa Fashion Week, dinde firmará ejemplares este fin de semana. Mañana por la tarde presenta en el Ateneo Mercantil La vida es corta, !desperdíciala!, que es un libro, claro, porque tiene tapas y hojas, pero sobre todo es una provocación a leer, a reirse y a conocer a un personaje tan extraño como fundamental en el panorama cultural valenciano.

¿Es fácil provocar en València?

Sí, porque es muy pueblerina. Y pese a eso está entre las 25 ciudades más importantes de Europa, que quiere decir que está en las 200 del mundo. Pues qué pena de mundo... Yo tengo una responsabilidad con mis hijos y tengo que arreglar esto lo antes posible.

Sus cuatro hijos no le dejan demasiado mal en el prólogo.

Les he hecho la mayor putada posible. Si mi padre me hubiera pedido que escribiera algo sobre él no hubiera sabido qué hacer. Y más con esa relación que teníamos antes con los padres, que eso de decir te quiero y cosas de esas pasaba pocas veces. Yo no me canso de apretar a mis hijos y de tocarlos. Cuando tengo un amigo que va a tener un hijo siempre le doy el mismo consejo: no pares de tocarlo. Mi padre me tocaba, pero de otra forma, lo hacía en décimas de segundo y te aseguro que dolía.

Su padre inspiró el «Arrugas» de Paco Roca.

Coincidió en el tiempo. Paco comenzaba a escribir Arrugas cuando empezaba la enfermedad de mi padre. Vio como se iba yendo y no entendíamos muy bien lo que estaba pasando.

¿Por cosas así hay que desperdiciar la vida?

Sí, siempre me han contado que hay que aprovechar la vida y ahora, de repente, ya soy senior y tengo sitio en los autobuses y cosas de esas. Pero yo sigo pensando que tengo 16 años y no he evolucionado. Me he dado cuenta de que con todo lo que me queda por hacer o me doy prisa o se acaba la cosa.

Ya tiene hijos y libro. Solo le falta el árbol.

Yo soy amante del papel. La rueda, el fuego y el libro han sido los grandes descubrimientos de la humanidad. El ciberespacio es tan grande que no sabes qué va a pasar con las cosas que metas ahí. En cambio yo tengo libros antiguos en casa que siguen ahí. Si tienes que dejar un granito de arena en este desierto que sea en papel.

El novelista Juan Miguel Aguilera dice que este libro demuestra que el mundo ha cambiado y que usted no lo ha entendido.

Yo sé que voy por el buen camino, es el mundo el que va equivocado. Si no pensáramos cada uno así, el mundo sería un desastre.

El ilustrador Boke Bazán asegura que aún no sabe su grado de narcisismo y ego. ¿El libro nos da alguna pista?

A ver, yo no soy tonto aunque a la gente se lo pueda parecer y yo esté cómodo con eso. Profesionalmente he hecho cosas en la vida pero no me gusta fardar de ellas porque las considero una transacción económica. A mí me gusta ser bueno por persona, no por dinero.

¿Su fama de provocador le ha perjudicado en su trabajo?

Tengo separadas las dos facetas. Trabajando soy superserio, y por eso he podido tener a los mejores clientes de València y nunca me han tirado por trabajar mal. Por eso no quería poner nada relacionado con el trabajo en el libro, porque sé que alguien se podía molestar.

Xavi Calvo, diseñador, asegura que MacDiego es parte de la cultura valenciana. ¿Cómo ve el paisaje desde esta atalaya?

Supongo que Xavi quería meterse conmigo y darme donde más me duele. Yo lo que quiero ser es parte importante de la basura valenciana. En cuanto al paisaje cultural, está tormentoso. Hay un montón de gente que hace cosas bestiales y atrevidas y muy chulas, hay una apuesta por la ilustración y el cómic... Pero en València descubrimos demasiado tarde lo que tenemos, hay una ola que se está yendo y que nadie está sabiendo coger.

Más testimonios. Modesto Granados, diseñador gráfico, dice que el gran éxito de MacDiego es que no le partan la cara.

Esto lo aprendí de Quevedo, de Valle Inclán y de gente así. Mi superpoder es insultar a la gente y que no me partan la cara. La verdad, nunca he tenido problemas pese a ser ciertamente faltón. Sé insultar sin perder el respeto, o algo así.

Casi se la parte Álvaro Pons cuando estuvo a punto de estrellar el coche en la Gran Vía al ver la enorme lona en la que aparecía usted desnudo.

Esto fue bonito porque se sumó la realidad y la leyenda de MacDiego. Yo, que ni siquiera tomo café, vivo mucho de mi fama de bebedor, de drogadicto, de un montón de cosas. No lo he desmentido nunca. Y con esta valla pasó algo así. Un amigo me dijo que el andamio iba a estar dos meses vacío y que pusiera lo que me diera la gana. Eso ocurrió en un momento que pasaba por una situación delicada con algo de lo que no pienso hablar, pero eso hizo la leyenda.

Dedica el libro a una serie de personajes que padecieron la censura. ¿Ahora estamos peor?

Vergonzosamente peor. Gracias a la censura el Siglo de Oro dio la mejor literatura. Pero lo triste es que, al final, los que saben torear estas cosas son una élite. Yo quiero que todo el mundo opine lo que le dé la gana sin tener que ser el más listo para poder hacerlo.

¿València fue más tolerante en otros tiempos?

Sí, yo he vivido los 80 y los 90 y hacía y decía ciertas cosas y no pasaba nada. Ahora no, hay algo en el ambiente. Hago tertulias y programas de radio y noto unos silencios cuando digo algunas cosas... ¿Por qué de repente estamos guardando las formas en cosas propias del siglo XIX? Una cosa es la valentía, y otra es la educación, que siempre tiene que ir por delante. La mezcla molona es ser educado y con gracia.

No sé si a los falleros les harán gracia ciertas cosas que dice aquí.

Tengo una relación extraña con las fallas. No las odio, pero me molestan esos grupitos de falleros que a las cuatro de la mañana están escuchando bakalao. Y me molesta la cosa eclesiástica, no entiendo cómo la ofrenda se ha convertido en un elemento tan importante de una fiesta pagana como las fallas. Y me molesta ver a gente progresista que de repente dice que se emociona y llora cuando entra en la plaza. Yo también siento cosas, pero las siento en mi casa, que es donde se tienen que sentir.

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