El cuadro Chico con sombrero, Jávea, de Joaquín Sorolla, se expondrá por primera vez tras medio siglo en una colección privada durante el III Salón du Connaiseur de Madrid, una feria de arte que combina antigüedades y arte contemporáneo.

Este cuadro, que nunca ha formado parte de ninguna exposición, fue pintado durante uno de los periodos más prolíficos y de mayor calidad de toda la producción del maestro de la luz.

Así, el cuadro, pintado en 1905 por el pintor valenciano en uno de sus veranos en Xàbia, muestra un muchacho que mira al pintor en primer plano, que podría ser un pescador o un campesino, y que aparece sentado bajo un lugar desde el que se puede ver el Cabo de San Antonio.

El lienzo fue presentado por primera vez al público en una exposición individual que le dedicó la Galería Georges Petit de París en 1906 al pintor, y luego fue expuesto en la Galería Biosca de Madrid, donde fue adquirido en 1968.

Desde entonces había permanecido en manos privadas, según explica la feria Salón du Connaiseur, que se celebrará en Madrid en la Sala Velázquez del Hotel Wellington, del 5 al 9 de junio. El cuadro forma parte del stand de Jorge Alcolea Antiques.

La última noticia que se tuvo de este cuadro fue a finales de 2018 cuando la casa de subastas Sotheby's lo sacó a la venta en Londres. Entonces tenía un precio estimado de entre 137.000 y 205.000 euros. Finalmente, tuvo un remate de 138.675 euros.

En cuanto a la procedencia de la obra, la casa de subastas cita a Dolores de Uriburu (París,1907), Galería Biosca (Madrid, 1968), Marta Fernández de Batista (1968) y habría pasado a manos de su anterior dueño en 2001, hasta que lo vendió en 2018. Según explica la casa de subastas, Sorolla, «cautivado por la belleza de la escarpada costa y las aguas azules, se sintió atraído particularmente por una pequeña playa aislada en el Cabo de San Antonio». Pintado a su regreso del cabo en 1905, la obra pertenece a una serie de vistas, con y sin figuras, que pintó allí ese año o poco después. «Este cuadro es una expresión de la felicidad que sintió Sorolla, rodeada de sus propios hijos, en un lugar mágico», señalan.