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Entrevista

Jesús Iglesias: "Esta temporada es un milagro"

Director artístico de las Arts, hace balance de su experiencia durante cinco meses

Jesús Iglesias (Gijón, 1971), ayer, en Les Arts. germán caballero

«Cuando llegué al despacho me encontré con que [Livermore] no había dejado nada preparado ni programado. Algo que ha sido beneficioso, al tener por ello las manos libres para tejer una programación propia, aunque ha supuesto un esfuerzo enorme: es inverosímil programar una temporada en cuatro meses». Jesús Iglesias (Gijón, 1971), que se ha baqueteado en plazas como el Teatro Colón de Buenos Aires, el Real de Madrid o la Ópera Nacional Holandesa, quita hierro al tema y prefiere centrarse en lo conseguido: una nueva temporada con un nivel superior de cantantes, directores y ciclos programáticos. Entre las primicias destacan el primer ciclo de Lied, una Elektra de Strauss firmada por Robert Carsen y un proyecto social ahora potenciado. Y novedoso es que será la primera temporada sin director musical.

¿Cómo valora su primera temporada al frente de Les Arts?

¡Un milagro! Y yo no sé hacer milagros. Es inaudito que, salvo un periodo concreto reservado para Plácido Domingo, [Livermore] no hubiera dejado nada preparado o comprometido. Aquí se trabajaba a la italiana y con muy poca previsión. Para mí, que no vengo de esa cultura, ha sido un esfuerzo enorme. Creo que no es aún la temporada ideal, pero sí se ha cuajado una oferta diversa, con nombres de calidad entre los cantantes y entre los directores de escena y musicales. Hemos abierto el abanico más allá de la omnipresencia que tenía el repertorio italiano, y lo hemos diversificado, con ópera alemana ( Elektra de Strauss, Ariodante de Händel), francesa ( Faust de Gounod y Les mamelles de Tirésias de Poulenc), el híbrido italo-alemán de Le nozze di Figaro y La finta giardiniera de Mozart), y la propiamente italiana, con Il viaggio a Reims de Rossini y Nabucco de Verdi. Y no falta la ópera de un valenciano, ya que hemos incluido Il tutore burlato de Martín i Soler. Hay un poco de todo?

Falta un compositor tan emblemático en les Arts como Wagner. O la ópera rusa y la música contemporánea?

¡Y Janá?ek! ¡Y Berg! ¡Y Henze! ¡Y tantos títulos y compositores! Con los contados títulos que podemos hacer en cada temporada no es posible cubrir los inevitables huecos ni flancos de un repertorio tan inmenso como el operístico. Soy consciente de la ausencia de Wagner, y hay varios proyectos en perspectiva en este sentido. También llegará Janá?ek, y la ópera rusa y la contemporánea. Pero, a pesar de estas carencias, hemos subsanado muchas ausencias. El olvido de la ópera centroeuropea era anormal, y el del barroco no italiano. Pero no nos engañemos: con seis títulos principales no es posible satisfacer todo ni a todos.

Quizá el gran bombazo sea «Elektra» de Strauss, un reto para cualquiera.

¡Desde luego! Creo, además, que una orquesta tan estupenda como la de la Comunitat Valenciana se merece el reto de hacer una ópera como Elektra?

¡Una «Elektra» con una orquesta de 50 músicos!

Sí, y habrá que contratar otros 50 de aumento. Como hemos hecho en la Novena de Mahler que dirigió el otro día Gustavo Gimeno. Pero un teatro como Les Arts no puede limitar su repertorio por el problema de la limitación numérica de la OCV. Es un problema que estamos tratando de resolver desde todas las partes, y la voluntad de solucionarlo es unánime. Soy positivo y estoy convencido de que todo se solventará no muy tarde. Pero? permítame que vuelva a la Elektra, que supondrá el debut en les Arts del director de escena Robert Carsen y del director de orquesta Marc Albrecht, y que llega en la impresionante producción de la Opéra National de Paris.

No abundan los textos de gancho. Es significativa la ausencia de Puccini. ¿No teme que el público no melómano se quede en casa?

No hay Puccini, pero tenemos Verdi, Rossini, y óperas en italiano de Händel, Mozart y Martín i Soler. Ningún teatro de ópera podría sobrevivir si se ciñera a los sota, caballo y rey. Tosca y Madama Butterfly están muy bien y son imprescindibles, pero no los únicos.

Tampoco hay belcanto?

Bueno, tenemos Il viaggio a Reims, que aunque no es belcanto, es puro Rossini y está cerca... He querido encontrar un equilibrio dentro del repertorio, y dentro de un proyecto que no se ajusta a una sola temporada. Todos los compositores y óperas de los que estamos hablando tienen que estar en les Arts. Pero de un modo compensado y calibrado. Hay que abrir al público a nuevas experiencias y repertorios y a otras maneras de abordarlo y plantearlo. Trato de diversificar la línea unidireccional que en los últimos años siguió mi predecesor. Il viaggio a Reims no es la ópera más popular de Rossini, pero sí es una fiesta vocal y escénica.

No ha dicho una palabra de repertorio español?

Ya le he hablado de Martín i Soler, y haremos La tabernera del Puerto, de Sorozábal, que dirigirá el maestro Guillermo García Calvo con la conocida puesta en escena de Mario Gas para la Zarzuela.

Quizá uno de los puntos más vulnerables sea que no hay ni una sola nueva producción.

Hemos optado por dedicar ese presupuesto a la contratación de mejores producciones ajenas, mejores cantantes, directores de escena, etcétera. Creo que en la situación en la que se encuentra Les Arts, es mejor no arriesgar ni despilfarrar: hemos optado por la garantía de presentar trabajos de constatada calidad que, además, salen más baratos que una nueva producción de incierto éxito.

Livermore se manejaba a sus anchas en este capítulo.

Hable con él. ¡Qué quiere que le diga!

En el capítulo sinfónico, destaca la presencia de importantes batutas como Daniele Gatti, Gustavo Gimeno o el debut de Ivor Bolton, titular del Teatro Real?

Tenemos una orquesta maravillosa que tiene y precisa desarrollar un ciclo sinfónico propio. Hemos cuidado la calidad de los maestros invitados, también el contenido de los programas, en los que hemos procurado que siempre haya cantantes. Solo el monográfico Stravinski que dirigirá Gustavo Gimeno con los ballets Petrushka y La consagración de la primavera están exentos de voces. Y me siento muy feliz de que vengan Gatti, Juanjo Mena, Bolton o James Gaffigan.

Plácido Domingo tampoco falta en esta temporada, pero por primera vez no como batuta.

La cercanía de Plácido es siempre una fortuna para cualquier teatro. Él siente un evidente afecto por Les Arts y se encuentra cómodo en València.Seguirá aquí mientras quiera y pueda. Es su casa y ha estado vinculado a ella desde antes que existiera. Este año lo tendremos en Nabucco, en el rol titular.

Es remarcable el ciclo de Lied, con figuras como Violeta Urmana, Beczala, Jaroussky, Keenslyside y Ainhoa Arteta. Muchas de ellas han actuado en el Palau de la Música. ¿No es un nuevo punto de fricción con la otra gran casa de música valenciana?

No. No sé cómo fueron las relaciones antes de mi llegada, pero yo no he sentido ningún problema, reticencia o desconfianza. El ciclo sinfónico y el repertorio lo he repasado con el director del Palau, Vicent Ros, para evitar duplicidades. Estoy convencido de que el Palau entiende que en Les Arts tiene que haber, además de representaciones líricas, recitales vocales, conciertos sinfónicos, música de cámara y cualquier actividad relacionada con la función artística y social que ambos tenemos.

¿Será Gustavo Gimeno el próximo director musical del Palau de les Arts?

Ya le he dicho antes que la cautela y discreción son fundamentales para llevar a buen puerto el maridaje con un director musical. Se precisa calma y serenidad. Sí le puedo decir que estoy muy contento con los resultados del concierto que hizo la semana pasada con la Novena de Mahler, y que la opción de Gimeno es una de las posibilidades sobre las que hay que trabajar seriamente.

Usted es quien tiene que resolver el tema?

Sí, pero, aunque hemos hecho una programación milagrosa, créame: no soy Dios.

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