El cantante Julio Iglesias quiere evitar el juicio por su presunta paternidad del joven Javier Sánchez Santos a toda costa. Fernando Falomir, el abogado del coautor de la famosa canción «Soy un truhán, soy un señor» alegó ayer en la fase de cuestiones previas al inicio de las vistas para dirimir la presunta paternidad, en el Juzgado de Primera Instancia 13, alegó que esta nueva demanda ya es «cosa juzgada», ya que anteriormente ya se han presentado tres demandas sobre el mismo asunto: en 1991, 1992 y 2004. En una de ellas, de hecho, un juzgado valenciano reconoció a Javier Santos como hijo del cantante, pero la sentencia fue anulada por la Audiencia de València cuyo fallo fue ratificado por el Tribunal Supremo. Sin embargo, Fernando Osuna, letrado de Javier Santos, explicó a los periodistas tras la vista que en las anteriores demandas no existía la prueba de parentesco biológico aportada a la causa y conseguida por un detective privado: un botellín desechado por uno de los hijos de Julio Iglesias (acción que tiene grabada en vídeo), que sirvió para recabar su ADN. Una prueba de consanguinidad que, según el letrado, permite confirmar que en un «96,8% de posibilidades» Javier es uno de los hermanos Iglesias.

Una prueba cuya rotundidad pone en duda el abogado del cantante, Fernando Falomir, ya que considera que «no establece un 99% de posibilidades de que Javier Sánchez-Santos sea hijo de JUlio Iglesias». Aunque el letrado de su presunto hijo explicó que «para que la prueba dé un 99% ha de contrastarse el ADN con Julio Iglesias. Entre hermanos el máximo es el 97% y aquí tenemos un 96,8%, con lo cual es indubitado que Julio José Iglesias y mi representado tienen el mismo padre», defendió ante los numerosos periodistas que lo esperaban a las puertas de la Ciudad de la Justicia.

El último en abandonar el edificio judicial fue Javier Sánchez-Santos, acompañado por su mujer, que se mostraba paciente y resignado. «Sé que estoy luchando contra un gigante, quiero confiar en la Justicia. Yo voy con la verdad y tengo la conciencia tranquila. Solo me queda esperar. Esto no ha ido ni mejor ni peor de lo que esperábamos, hay que esperar. Esto es más largo que un día sin pan, pero todavía me quedan fuerzas, hasta el final», aseguró a la nube de periodistas que lo persiguió hasta el coche particular que lo esperaba en la puerta principal. Algunos curiosos le lanzaron mensajes de ánimo. «Vas a conseguirlo, Julio», le espetó una señora. «Me llamo Javier», le respondió el joven.