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Entrevista

Julio Medem: "El futuro no está en las salas de cine"

El cineasta Julio Medem recoge el Premio de Honor del Festival Internacional de Cine y Música de Castelló y confiesa que le gustaría empezar a trabajar con plataformas de «streaming»

Julio Medem: "El futuro no está en las salas de cine"

«La paella es un invento», confiesa Medem mientras se desprende de la chaqueta y de las gafas de sol. Faltan pocas horas para recoger el Premio de Honor del Festival Internacional de Cine y Música de Castelló (CIM). Antes de acudir a la capital de La Plana, el cineasta ha pasado por València para hablar con Levante-EMV en el comedor del hotel donde se aloja. Ha venido acompañado de sus hijos, Peru y Alicia. Muy reservado, el cineasta se suelta con solo decir la palabra «cine». «Soy muy risueño, en serio», insiste. El pasado mes de otoño estrenó El árbol de la sangre, una película que pese a contar con nombres conocidos en su reparto -Úrsula Corberó, Najwa Nimri, Ángela Molina o Daniel Grao- pasó desapercibida para el público español. «Los directores españoles nos molestamos sin querer en la cartelera. El futuro ya no está en las salas de cine», comenta el cineasta.

Él es el primero en recordar sus orígenes valencianos durante la entrevista. «Mi abuela paterna era la pianista valenciana María Sanjuan, que se casó con un alemán. No estoy seguro de si queda algo de valencianía en mí». Hace tres años que visitó València por última vez. Fue para acompañar a su pareja, Montse Sanz, directora de arte, durante el rodaje de Amar, de Esteban Crespo.

«No suelo venir mucho. Me crié en el País Vasco y me ha marcado mucho culturalmente», asegura. De hecho, desde hace meses el cineasta prepara el guion de una serie que girará en torno a jai-alai, una clase de pelota vasca que se practica con una cesta de mimbre. La producción tratará de mostrar la eclosión de este deporte en Miami en la década de los 70 y cómo la fama internacional afectó a las jóvenes vascos. «Llegó a ser deporte olímpico», recuerda Medem, quien reconoce que se ve abocado a contar esta historia por el desconocimiento de la población. «Hay muchas formas de hacer cine, pero una de ellas es rescatar cosas del pasado que son fascinantes. El jai-adai fue conocido por ser el deporte con la pelota más rápida del mundo. Se requiere mucha técnica, mucha vista y ser muy elástico... Tiene algo de danza. Es una historia que no se ha contado bien. Suele pasar, porque el cine va dejando historias a medio camino», explica.

Medem es reacio a hablar de fechas, aunque asegura que le interesan las ventajas que presentan las plataformas de streaming. Y no solo para esta serie. «Ahora hay que saber diferenciar entre el cine que se ve en las salas y el otro que se exhibe en las plataformas y en las salas no comerciales. Se está haciendo un cine muy poco interesante y ese es el que más espectadores tiene. Hay algunos cineastas que se amoldan a las fórmulas que venden con tal de llenar salas», asegura Medem, en alusión a la gran cantidad de comedias españolas que han llegado a la gran pantalla en los últimos años. «Se hace un cine muy poco valiente y esto no pasa en plataformas como Netflix, HBO o Amazon». Alfonso Cuarón decidió estrenar Roma hace un año en Netflix. La película -en blanco y negro- ya acumula 18 de premios, entre ellos, tres Oscars. «El cine de autor se consume muy bien en las plataformas». Medem lo sabe bien. Su última película, El árbol de la sangre «es un éxito en Netflix internacional». Aunque esto no le sorprende, ya que siempre ha sabido que su cine «funciona más fuera».

«Los sitios donde más se ve cine español son Madrid, València, Barcelona y San Sebastián. Estamos muy solos», comenta. Pese a que Vacas (1992) le llevó a ganar el Goya a la Mejor dirección novel, la cinta tuvo un éxito relativo en el panorama audiovisual español. Sin embargo, tuvo éxito fuera de nuestras fronteras, en Francia, Alemania, Italia o Latinoamérica. Lo mismo pasó con La ardilla roja (1993), Tierra (1996) o Los amantes del Círculo Polar (1998), esta última considerada una cinta de culto. El éxito mediático llegó con Lucía y el sexo (2000), pero la mecha se fue apagando con Caótica Ana (2007) y La pelota vasca, la piel contra la piedra (2003), un documental rodeado de polémica en el que Medem se la jugó incluyendo opiniones de varias personas sobre el conflicto vasco. Más tarde, vinieron Ma ma (2015), con Penélope Cruz, y Habitación en Roma (2010).

«Cuando te meten en la 'lista roja' no te sacan jamás. Sobre todo, un sector concreto de la población. No todo el mundo es así. Procuro medir mucho mis palabras, porque el ambiente está muy sensible. Me considero un privilegiado por ser libre a la hora de hacer cine», confiesa, aunque el cineasta sufrió a la hora de encontrar un productor para El árbol de la sangre. «No quiero hacer algo con lo que no me identifico. Cuando escribo, me encierro en mí mismo. Soy esclavo de mi propio universo. Cuando cojo una historia, no la suelto hasta que la acabo. Es algo obsesivo», comenta el cineasta.

Según él, acude a su subconsciente para encontrar estas historias. «Me han venido ideas mientras dormía o mientras caminaba», luego, de manera más consciente, van cogiendo forma. Medem también prepara una película, aunque prefiere guardar silencio. «No se habla hasta que uno no encuentra productor».

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