"Los seres humanos tenemos entre cuatro y seis litros de sangre en el cuerpo. Suficientes para cubrir el suelo de una habitación de diecinueve metros cuadrados". Así comienza el nuevo libro de la donostiarra Arantza Portabales, 'Belleza roja'. La vasca afincada en Galicia ha dejado de lado la novela intimista para regresar con un asesinato donde nada es lo que parece. Una mezcla de arte y muerte -se basa en una obra de la artista plástica Aurora Sieiro para recrear el crimen de Xiana Alén, donde la escritora y funcionaria no ha dudado en partir de unos perfiles muy típicos para ir sorprendiendo al lector.

Todo un entramado en donde Portabales asegura que lo más importante es el porqué y donde además hace una radiografía de la sociedad, como suele ser habitual en este tipo de novela. "Arantza Portabales pincha tan hondo, tan intensamente, que días después de acabar el libro sigo pensando en cada una de sus protagonistas", dicen las críticas.

- ¿Se podría decir que esta historia es una suerte de 'Cluedo'?

- Sí, no vamos a negar que he intentado jugar con los lectores a descubrir quién es el mayordomo. Aunque en la vida real no hay mayordomo (risas).

- ¿Cómo ha sido adentrarse de nuevo en la novela negra?

- Era necesario, sobre todo para huir de la intensidad emocional que me supuso escribir mi anterior libro, 'Deje su mensaje después de la señal', era muy intimista y cruda, pero al final, aunque estemos hablando de novela negra, resulta que por debajo sucede lo que sucede en todas las novelas, que se trata de ahondar un poco en cómo somos, qué sucede a nuestro alrededor, cómo nos sentimos... al final los personajes de esta novela negra están unidos por el pegamento de la culpa... por la presión diaria... y por encima discurre lo que es la trama policial que es entretenida y divertida. Los personajes son un poco todos nosotros, algo que intento hacer en todas mis novelas.

- Que estos personajes sean tan normales, ¿provoca que el lector empatice?

- Al final es eso, he querido, conscientemente, partir de unos personajes muy estereotipados para que el lector se sitúe en este escenario de normalidad, para simplemente ponerles al borde y descubrir que por debajo lo que está sucediendo en la vida de estas personas es un poco lo que pasa en la nuestra sin que el cataclismo esté manchado de sangre. Los miedos, los odios, el miedo al fracaso, la envidia, el desconcierto de un amor inesperado€."Todos tenemos dobleces y aristas y, sobre todo, mucho miedo a mirar dentro de nosotros"

- Todos estos temas, ¿deben estar en una novela negra?

- La novela negra, tradicionalmente, ha sido el territorio en el que se refleja la sociedad. Es la que se permite hacer una fotografía de un momento y un lugar y siempre ha sido así. Lo importante aquí no es quién es el asesino, sino por qué se cometió el crimen, y descubrir que todos, en un determinado momento, estamos evocados a lo oscuro.

- ¿Para escribir este tipo de novela hay que tener monstruos interiores?

- Para escribir cualquier cosa hay que reconocer los monstruos interiores propios y ajenos. Al final, esto es más aleccionador e inspirador que investigar concienzudamente un tema o las técnicas de un asesinato. Esta es una novela más de emociones y construcción psicológica más que de CSI. No he pretendido hacer un retrato de los veraces métodos de investigación, esta novela no va de eso, va de qué sucede en una mente humana para llegar al horror.

- Mezclas muerte y arte, ¿a esto cómo llegas?

- Llego de casualidad, como todo en mi vida. Tenía claro que quería hacer una novela negra de círculo cerrado en homenaje a mis lecturas de niña, pero de repente un día me vino la imagen y la frase: "La belleza es roja como un cuenco de cerezas" y ahí decido que empiezo así, hago el primer capítulo como un micro relato y me viene la novela entera. Y me viene vinculada a una escultura de esta artista.

- La belleza aquí es un hilo conductor, ¿por qué?

- Porque realmente creo que en ese primer capítulo se muestra la belleza del asesinato. A todos nos resulta llamativo lo perverso, y vestirlo estéticamente me gustó. Y la dicotomía entre arte, pragmatismo y vida real... lo mismo me sucede en mi vida, por las mañanas soy funcionaria y luego me dedico a estos mundos.

"Escribo lo que me apetece"

- Entonces, todos tenemos dobleces...

- Todos tenemos dobleces, todos tenemos aristas y, sobre todo, mucho miedo a mirar dentro de nosotros. De ahí que estos personajes se horrorizan con el cataclismo que supone la muerte. Les obliga a hacer un análisis de lo que ha sucedido.

- ¿No crees que hay demasiado 'boom' de novela negra?

- Cuando hice la anterior novela me decían que había elegido el momento por el 'Me too'. Hace mucho tiempo que hay novelas negras. Yo nunca pienso en mis novelas de forma comercial. Siempre pienso en lo que a mí me gustaría leer, si sucede en un momento adecuado, maravillosa, sino no. Escribo lo que me apetece y esto para mi es casa terapia. La finalidad es más sencilla: quiero contar historias y que nadie las lea.

- De tu novela anterior te fastidiaba que dijeran que era para mujeres...

- Me fastidiaba la etiqueta subliminal. No dicen que 'Robinson Crusoe' es para hombres porque sus protagonistas lo son. No me gustan las simplicidades y no me gusta reducir a alguien a etiquetas. No reniego de que es una novela en la que la mujer tiene una voz muy fuerte, pero demuestran también todas sus debilidades. Tanto hombres y mujeres somos un poco así. Siempre me han gustado los personajes de mujeres fuertes.

- ¿Ese tipo de etiquetas quieren tapar que tiene que haber mujeres como protagonistas?

- Cuando se quiere reducir a una etiqueta nos quieren subyugar e impedir hablar. Al final los roles están repartidos claramente. Yo no sé en cuántas entrevistas me preguntan que cómo concilio mi vida laboral con los hijos. Creo que tenemos que empezar a dejar que olviden que somos mujeres, somos escritoras, de la misma manera que los personajes. Hay que huir el rol del personaje tía buena, incluso a nosotras nos cuesta hacer esto, yo siempre pongo alguna enferma psiquiátrica. Parto de personajes estereotipados para destruir el estereotipo.

- ¿No somos todos un poco estereotipo?

- Sí, todos vamos adoptando un rol y como escritor para mi esto es maravilloso. La abogada de éxito, la artista bohemia, el marido infiel, la abuela religiosa loca...(risas). Lo bonito de esto es ir destruyendo para mostrarle al lector que lo que creía así no lo era. Esto ayuda a sorprender.

- Si tuvieras que meter a los principales políticos en un crimen como el de tu libro, ¿quién sería el asesino y quién la víctima?

- Yo soy funcionaria y creo que la política se ha convertido en un circo inmenso. Necesitamos más profesionalización y no me resulta nada atractivo, cuando encuentre políticos atractivos no se parecerían a lo que hay ahora. Aunque si que he conocido gente muy valiosa, y volvemos a que acabamos reduciendo todo al estereotipo.

- La fórmula de esta novela en tres palabras.

- Lo voy a decir en dos. Coge aire.