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Entrevista

"Hay que saber qué le llega al visitante, si ir al museo es más que hacerse un selfi"

Los directores del Reina Sofía e IVAM, Manuel Borja-Villel y José Miguel G. Cortés, firman un acuerdo de colaboración

"Hay que saber qué le llega al visitante, si ir al museo es más que hacerse un selfi"

El director del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), José Miguel G. Cortés, y el del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, firmaron ayer en el museo de la calle Guillem de Castro un acuerdo por el que ambas instituciones trabajarán conjuntamente en sus colecciones, exposiciones temporales y actividades pedagógicas. Además, tuvieron tiempo para hablar con Levante-EMV sobre la gestión de un museo, sus obstáculos, retos y el ecosistema cultural.

¿Cómo es la gestión de un museo?

Manuel Borja-Villel: Se supone que los museos son lugares de creación, de pensamiento y reflexión, y aunque lo son, hay una tendencia a complicar cada vez más todos los procesos administrativos. Hay una especie de desconfianza hacia la cultura que hace que todos tengamos que tener mucho tiempo para la gestión no creativa. Todas estas complejidades y falta de recursos inciden en reforzar un modelo centrado en la producción, en la consecución de objetos,... Cuando todos sabemos que el museo tiene que ver con la educación.

¿Qué porcentaje dedican a temas burocráticos y artísticos?

José Miguel G. Cortés: Es difícil dar porcentajes. Intentamos que las cuestiones administrativas ocupen lo mínimo posible. Lo que ilusiona es llevar el proyecto, consolidarlo, tener relación con otras instituciones, descubrir artistas u obras y para eso hace falta tiempo. La administración tiene que ser transparente, pero también ágil y estar al servicio de la ciudadanía.

¿Qué problemas se encuentran?

J. M. G.: Muchos, de todo tipo. El primero es ser capaz de dotar de contenido, encontrar un relato y ver de qué manera lo puedes contar. Que los proyectos expositivos lleguen, se conozcan y que la gente los disfrute. En cuanto a lo administrativo, los problemas son muchos. El nuestro es de personal. No tenemos el que necesitamos. La gente hace un trabajo extraordinario. Hay que abrir la mano para que haya personal cualificado y suficiente.

M. B.: Yo, más que de problemas, hablaría de retos. Nuestra función es crear un espacio de autonomía, que nos permita ver el mundo de forma distinta y democratizar la institución. Tenemos la obsesión de ver las instituciones y la sociedad desde la eficacia y rentabilidad económica. Si los reyes de España en el siglo XVII no hubieran comprado arte y hubieran invertido en deuda alemana no tendríamos el Museo del Prado. También está la absorción de la cultura por las industrias culturales y el turismo. Hacer un trabajo a largo plazo o de matices igual no es interesante o no tiene rentabilidad. Igual pensamos más en masa de turismo. Esto tiene problemas ecológicos y económicos.

¿Y los retos del IVAM?

J. M. G.: El gran reto es la capacidad de construir una identidad propia. El Reina tiene la suya y el IVAM, otra. No coincidimos en todo pero eso nos enriquece. Tenemos cosas que contar y plantear. El reto es no dejarnos llevar por esta prisa cuántica, de contar cuántas exposiciones has hecho y cuánta gente ha ido. Hay que pensar en las aportaciones y democratización de la cultura.

¿El Reina Sofía es el espejo en el que se quiere mirar el IVAM o prefiere mirarle a los ojos?

J. M. G.: Todos somos iguales, pero somos diferentes. Tenemos los mismos derechos, pero nuestra identidad y peculiaridad. En el arte pasa igual. Ha de haber enriquecimiento, diversidad y pluralidad. Pero también nos miramos porque es un museo con un discurso, importante y consolidado. Es un referente.

M. B.: No somos iguales a nivel de contenidos ni en estructura institucional. Nosotros trabajamos con museos internacionales e instituciones más pequeñas. Trabajar de igual a igual es fundamental, no solo para mirarse a los ojos, sino para interpelarse los unos a los otros. A través de la mirada del otro vamos descubriendo cosas nuevas.

Uno de los retos de toda institución cultural es llegar a nuevos públicos. ¿Se ha llegado ya a alguna fórmula en el mundo de los museos?

M. B.: No hay una fórmula. Todo depende del momento. Hace 40 años, ibas a museos y a la segunda vez el guardia ya te conocía. Hoy en según qué museo, mira el Louvre, empieza a ser un problema. El acceso de público es importante pero lo es más saber qué se lleva, si la experiencia es más que ir meramente a hacerse un selfi. Eso tiene que ver más con el consumidor que con el ciudadano. El elemento de servicio público de un museo, herencia de la Ilustración, es algo que no debemos perder. Parece que todo tiene que tener mucha gente, cuando estamos en un ecosistema. Si los grandes no tuvieran público, tendríamos un problema, pero es fundamental que haya otros centros. Los museos hacen una función importante. Hay que ver una imagen global para ver que unos tienen un tipo diferente de visitante.

J. M. G.: Debemos sustituir el término «consumo de cultura» para que la gente entienda el goce, el conocimiento del arte y cultura, que requiere cierto esfuerzo. Debemos tener en cuenta que no queremos un público por cuestiones de número, sino que un museo es un centro de conocimiento, de profundizar. Podemos introducir nuevas tecnologías, siempre que la gente sepa que está en un museo, no en una fiesta o en el campo.

¿Cómo es la convivencia entre museos públicos e instituciones artísticas privadas?

J. M. G.: La colaboración con todo el mundo está bien. No se trata tanto de si es público o privado. Lo importante es lo que se aporta. También hay instituciones públicas con las que no tiene mucho interés colaborar. Y, sin embargo, hay unas privadas magníficas. No hay que demonizar. Ahora, lo público además investiga, avanza y va más allá. En un museo público puedes encontrar artistas no muy conocidos pero trascendentales para conocer qué ha pasado en un país en determinado momento. Podemos estar sin museos privados, pero no sin públicos.

M. B.: Nosotros colaboraremos con Bombas Gens. Su exposición de Anna-Eva Bergman vendrá al Reina el año que viene. Lo fundamental es que haya una misión de servicio público. También se discute sobre si hay demasiada oferta o competencia. La cultura, a diferencia de las minas, no es extractiva. Cuanto más sacas, más hay.

Esta firma de convenio se suma a esa colaboración del Reina con Bombas Gens, sin olvidar que el museo de Madrid también tiene un acuerdo con el máster de mediación del Centre del Carme. Este vínculo con València, ¿tiene que ver con el origen valenciano de su director o es que están haciendo los deberes los museos valencianos?

M. B.: Ha habido unos momentos más complicados en València, pero ahora se conforman ideas muy enriquecedoras.

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