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Los versos sueltos de Flamin' Groovies

El grupo de rock estadounidense actúa este domingo en el Loco Club de València

Los versos sueltos de Flamin' Groovies

Para empezar, iban siempre a la contra. Los romanos creían que la diosa Fortuna ayudaba siempre a los audaces, pero supongo que un pueblo tan civilizado y racional dudaría de que la susodicha socorriera a los demasiado temerarios. Y los Flamin' Groovies se pasaron tres pueblos. En 1969, cuando el negocio apostó por la compleja psicodelia y los largos desarrollos instrumentales, los de San Francisco decidieron tocar rocanrol puro y de tres minutos. En 1976, cuando el punk anunciaba el apocalipsis con sus dentelladas nihilistas y ruidosas, estos tipos parecían vivir diez años antes en discos llenos de melodías limpias, coros cristalinos, guitarras campanilleras y una imagen pasada de moda. Shake some action, se llamaba aquella barbaridad. Claro, nunca fueron populares, pero adquirieron el estatus de leyenda, de grupo de culto que, como los Stooges, Velvet Underground o MC5, no midieron su importancia en ventas sino en la capacidad que tuvieron para generar nuevas propuestas. Y en eso, los Flamin' Groovies fueron tan grandes como los Beatles, Dylan o los Byrds. Por el camino se convirtieron en uno de los artefactos más extraños de la historia del rock, que atrajo el desdén, irradiaba mala suerte y dejó cuatro discos absolutamente imprescindibles.

Con la excusa de pasear Teenage Head, su impresionante disco de 1971, la banda se ha embarcado en una gira que iba a reunir por primera vez en muchos años al dúo responsable de aquella primera etapa de, digamos, gloria: Ciryl Jordan y Roy Loney. Una gira que este domingo hace parada en el Loco Club de València. Pero, para seguir con la tradición de esquivar a la buena suerte, hace unos días Loney, guitarrista y cantante, sufrió un accidente que lo mantendrá en reposo y nos privará de su voz y su presencia.

Claro, ellos no han suspendido la gira porque su pasión por el rock and roll siempre ha estado fuera de toda sospecha. Ante la adversidad, los Groovies siempre han puesto buena cara. Como aquellos monigotes disneyficados que aparecían sonrientes y a punto de provocar un morrocotudo incendio en la portada de su primer elepé. Así son estos chicos, siempre al borde del desastre.

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