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Fusión caliente en el Cabanyal

Perico Sambeat

Festival Mar i Jazz

Perico Sambeat presentó el viernes un repertorio de flamenco-jazz original e inédito, compuesto para su nuevo proyecto, en el Festival Mar i Jazz del Cabanyal, junto al Mediterráneo valenciano. Sus temas presentaban la fuerza del legado norteamericano y el fuego rítmico del milenario sentir gitano, una fusión real y emocionante, de una elegante sonoridad. Estaba escoltado por el teclista Albert Sanz y el baterista Rafa Villalba, músicos enormes para esta nueva encarnación de sus inquietudes estéticas. Completaba la formación el bajista Miquel Álvarez, promesa hace tan sólo unos pocos años y sólida realidad a día de hoy. Poseído por un espíritu que remite a aquel disco, Perico, editado en 2001 por Lola Records, Sambeat ha depositado en este nuevo vehículo la emoción que le producen los cuartetos, formatos pequeños en los que el artista encuentra grandes satisfacciones. Podría decirse que, en este flamante proyecto, Perico ha experimentado un reencuentro consigo mismo al plantearse nuevos desafíos compositivos e interpretativos, sobre todo al tocar palos del flamenco en los que tenía ganas de profundizar, como la seguiriya, las alegrías y los tientos.

Fue un concierto eléctrico, con un teclado que encadenaba con brillo cascadas de notas tirantes. El bajo, con cinco cuerdas y siete pedales, sonaba poderoso, melódico y con misterio, asumiendo la parte flamenca más evidente. Perico soplaba con vehemencia para alejar las nubes de la autocomplacencia, volcando todo su talento y su sensibilidad en estos nuevos retos. La limpieza de las frases metálicas que expelía su instrumento aligeraba la calidez ambiental cabanyalera. Sus intervenciones, que sostuvieron el peso del concierto, expresaban una gran riqueza rítmica y, a la vez, una colorida tensión melódica. Irradiaba libertad y diversión, pero también esfuerzo y trabajo. Tras unos dinámicos tangos y unas alegrías relajadas, Sambeat arremetió vertiginoso con su saxo soprano los «Tanguillos de Asunción». El alegre trote de «Bulería en Re», con su cajón flamenco y su expresiva batería, dejó paso a otro momento espectacular, protagonizado por una flauta travesera y unos címbalos que trajeron el aroma de ese oriente próximo que está en la otra orilla de nuestro mar. El combo remató la faena con una vibrante y bailada relectura de «Barri de La Coma» y se retiró con una ovación.

Enterados por fin de lo que estaba tramando el gigante de Godella, se va a hacer larga la espera para ver impresos en plástico los maravillosos pasajes que cerraron la primera jornada de un más que necesario festival que, también preocupado por acercar el jazz a un entorno llano y familiar, adorna de cosmopolitismo cultural la auténtica València marinera.

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