Se le conocía como el «dedo milagroso» por su habilitad en el retrato al pastel, Vicente Rodes Aries (Alicante, 1783-Barcelona, 1858) pintó a la burguesía y a la aristocracia valenciana y catalana de comienzos del siglo XIX. Académico supernumerario y de mérito en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de València y primer director de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, Rodes es uno de los artistas de mayor calidad y producción retratística de la primera mitad del siglo XIX.

Pese a su prolífica producción no se le ha dedicado ninguna exposición en más de 90 años (la última la impulsó su propio nieto en 1926 en Valls, Tarragona) y su obra se halla dispersa por diversas colecciones tanto públicas como privadas, dentro y fuera de España. Algunas de estas piezas, cerca de un centenar, están expuestas ahora en el Museo de Bellas Artes de València hasta el próximo 8 de septiembre, en una muestra impulsada por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. Esta «ausencia» de Rodes en casi un siglo hace que muchas de las obras que el museo de la calle San Pío V exhibe ahora sea inéditas.

El director del organismo interprovincial, José Luis Pérez Pont, y los comisarios de la exposición, los historiadores, Pilar Tébar y Sergio Pascual, explicaron ayer que la muestra «Vicente Rodes Aries. El estudio del natural. De la Academia al Romanticismo» tiene un recorrido cronológico que comienza en los primeros años de Rodes en Alicante, para continuar con su consagración en València y su éxito en Barcelona, donde ya disfruta de una gran fama como retratista y es solicitado por la burguesía catalana. «Todo el mundo quería un retrato de Rodes», dijo Pascual.

Moverse en esos círculos, señalaron los comisarios, es también motivo por el cual Rodes no es un gran conocido entre el gran público. Tébar y Pascual explicaron también que, sin embargo, su nombre sí es conocido entre grandes coleccionistas y apuntaron que su cotización en las casa de subastas se encuentra al alza.

Rodes, señalaron, retrató a grandes personajes de su época. En la exposición destaca una serie de retratos de la familia Gil-Serra, con seis obras: desde la suegra de Pedro Gil hasta los hijos del banquero y político catalán y su esposa, Josefa Serra.

La exposición del Bellas Artes se centra, efectivamente, en los retratos que Rodes hizo tanto a dedo alzado como en óleos. En algunos casos el pastel es preparatorio para el óleo; en otras, elemento artístico en sí. En cualquiera, dijeron los comisarios, «Rodes era capaz de captar la personalidad del retratado».

La muestra, en ese recorrido vital de Rodes, hace una travesía por el estilo del artista, desde el estudio al natural de la academia hasta sus imágenes más románticas. Además, revela el interés de Rodes por el daguerrotipo con alguna imágenes de corte doméstico.

Esta exposición es fruto de la colaboración entre los tres museos de Bellas Artes de Castelló, València, y Alicante promovida por el Consorci de Museus. Además, cuenta con fondos de instituciones públicas, el Museu Nacional d'Art de Catalunya, la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi o el Museo del Romanticismo, así como de colecciones particulares, entre ellas, de los herederos de Rodes.

La muestra ha llevado, además, un laborioso proceso de investigación. Entre los descubrimientos, Tébar señaló que el primer dibujo de Rodes data de 1799, lo que sitúa sus inicios en una fecha anterior a 1803, como se afirmaba en estudios anteriores.