El Festival Internacional Cinema Jove de València dio ayer el pistoletazo de salida de su 34.ª edición con una gala inaugural en el Teatro Principal que contó con un centenar de personas. El certamen quiso hacer énfasis en el concepto de «punto de encuentro» del talento «joven» con un acto que mezcló cine y música. «Esta gala no tiene que ser el privilegio de unos poco, sino una presentación de un festival que fue creado para todos», aseguró el director del certamen, Carlos Madrid, en alusión a la retransmisión de la gala por À Punt. Madrid recordó a José Luis Rado, director del festival entre 1997 y 1999, fallecido el pasado mes de febrero. «Fue la persona que impulsó iniciativas como la Filmoteca d'Estiu, de la cual disfrutamos en València cada mes de agosto», aseguró el director. «Cuando tenemos en nuestras manos el catálogo del festival solemos experimentar la misma sensación: hay una cantidad de actividades inabarcable. Hemos querido hacer algo ambicioso con la libertad para programar que disponemos», señaló.

La gala, dirigida por María José Soler, contó con la música en directo de Panchi Vivó y de Víctor Lucas. El diseño del espacio escénico fue obra de Luís Crespo. Los actores Alejandro Portaz y María Zamora hicieron de maestros de ceremonias.

Durante la ceremonia se hizo entrega del Premio Luna de València 2019 «al máximo exponente del actual cine portugués», el director Miguel Gomes. «Es una de las voces más personales, inquietas y rompedoras del cine contemporáneo. Su presencia en el festival aporta una gran dosis de calidad a la programación, porque sus películas trascienden el producto narrativo para devenir obras de arte», señaló Madrid. El festival ha dedicado un ciclo al cineasta con seis películas que han marcado su trayectoria, como A cara que mereces (2004), Aquel querido mes de agosto (2008) o Las mil y una noches (2015).

En estos momentos prepara su próxima película, Selvajara, donde adapta la novela del autor carioca Euclides da Cunha Los sertones, sobre un episodio sangriento sucedido en 1897 entre los habitantes de la aldea de Canudos y la armada de la joven República brasileña, que también recogió Mario Vargas Llosa en su libro La guerra del fin del mundo. Su nuevo experimento fílmico empezará a rodarse en un año y será el más ambicioso y caro de su carrera, pues incluirá la crónica de guerra, «con balas de cañón y centenares de caballos», pero también «el estudio etnológico recogido en el libro de Euclides sobre las personas que vivieron allí, así como el botánico y climático».

Durante la gala se proyectó el cortometraje 16 de diciembre, ganador del premio proyecto corto de Movistar Plus en la pasada edición del festival; el largometraje húngaro Bad Poems y el estreno de la película La banda, de Roberto Bueso.

Hasta el 28 de junio, el festival programará cortometrajes, largos y webseries en el Rialto, la Sala 7 de la Filmoteca, el Instituto francés o el Centre Octubre.