Rosanne Pel decidió viajar a la Polonia rural para narrar una historia de un adolescente que se enamora de su vecina. Como muchos de su edad, no tiene clara la linea que separa el amor del abuso, algo que no es único de los adolescentes. «Muchos de los espectadores de mi película defienden que lo que ven en ella, no es una violación. Por supuesto que lo es», defiende Pel. Su película es una de las favoritas para ganar la Sección Oficial de Cinema Jove.
Tardó cuatro años en sacar adelante la cinta.
La empecé cuando estaba en la Academia de Cine, haciendo un máster. Decidí explorar el abuso entre jóvenes y cómo narrar eso en el cine. Conocí a una familia polaca en ese proceso con la que tuve mucha conexión, sobre todo con el chaval, Eryk. Acabó siendo el protagonista de mi película.
Usted es holandesa. ¿Por qué escogió Polonia como escenario de su película?
Lo hice por las ocas. Decidí utilizar el desplumado de las ocas como punto de partida de mi historia y Polonia es uno de los epicentros europeos de esta actividad. Allí conocí a esta familia. Era muy honesta y tenía mucha fuerza. Necesitaba esas cualidades para ser fiel a la realidad, para retratar a Eryk tal y como era. Sin demonizarlo, con tal de indagar cómo emergen las dinámicas que te pueden llevar a acometer una agresión sexual.
¿Cómo fue tratar un tema «tabú» con estos adolescentes?
Estuve en contacto en todo momento con las madres de los actores, y me acuerdo que me dijeron: «Les estás proporcionando la mejor educación sexual que pueden recibir en Polonia». El país tiene un contexto muy particular. Allí es ilegal el aborto.
¿Cree que no nos fijamos lo suficiente en la figura del agresor?
Tendríamos que prestar más atención a las causas que llevan a una persona a acometer una agresión.
¿Tendemos a simplificar la realidad en «bueno» o «malo»?
No solo es eso. Tendemos a posicionarnos al lado de la víctima porque podemos entender su sufrimiento. En cambio, no comprendemos los motivos que han llevado a una persona a violar a otra.
¿Ha podido sacar conclusiones?
Influye mucho el pasado, así como la falta de información. En la película, yo on eximo de culpa al protagonista. Al revés, él tiene plena responsabilidad de lo que ha hecho. Pero tal vez si hubiera sido educado de otra manera, no lo hubiera hecho. El ser humano es muy complejo, y no solo hay un punto de vista. La realidad no es blanca o negra; es gris y está borrosa.
El pasado viernes se dictó la sentencia de «La Manada». 15 años de cárcel para los cinco hombres que violaron a una joven en San Fermín. Pese a que solemos ponernos al lado de la víctima, en este caso, la cuestionamos. Algunas personas se negaban que hubiera sido violación.
Nos resulta muy difícil acercarnos a esa realidad. A las mujeres se nos cuestiona mucho. Creo que no somos conscientes de lo que es una violación. En mi película, los espectadores estaban divididos. Unos decían que lo que yo mostraba en la cinta fuera violación. Los mismo que en este caso que comenta. Por otro lado, el cine suele retratar al agresor como una persona agresiva. Al fin y al cabo, un estereotipo. No estamos tratando con demonios, sino con seres humanos corrientes. Eso es lo que da miedo. Por eso nos tenemos que acercar más a esa realidad. Para comprenderla, y así, evitarla.
