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Crítica musical

Atrapados por Beatriz

Atrapados por Beatriz

Resulta gratificante cómo una actividad que hace 35 años pusiéramos en marcha -desde la Consellería de Cultura de Ciscar y Soler-, el recordado Vicente Vera y yo mismo, haya llegado hasta aquí. Iniciada como «Serenatas Musicales en el Claustro del Patriarca», un lustro después se compartió con la Universidad Literaria, abarrotando su claustro el pasado martes por la oferta sinfónica y 3 artistas, todos de la tierra.

Con menos de un año como titular de la OFUV, Beatriz Fernández Aucejo (Paiporta, 1983) mostró un dominio cabal de las obras y un escrupuloso cuidado acompañando a los solistas. Hay algo en su manera de «conducir» que atrapa desde el primer golpe de batuta: se vuelca en la atmósfera de cada página y toda ella se torna control y autoridad dirigiendo con brazos y manos pero también con los dedos, gestos, ojos y hasta con la sonrisa. Posiblemente, por no estar pendiente de los solistas, orquesta y directora, encontraron su mejor y equilibrado momento en las oberturas de Copland ( An outdoor overture) y de Gerswhin ( Girl crazy) desplegando alas y comunicando más y mejor a sus jóvenes músicos, con el concertino Palomares, al frente.

La Rhapsody in blue, también de Gershwin, es una obra compleja, con no pocas exigencias para el solista. El compositor la escribió para piano y jazz-band. Años más tarde, Feder Grofé la llevó a la gran orquesta y así se convirtió en súper-popular en toda América. Nuestro Iturbi la estrenó en España con la OMV en el Teatro Principal de València. Y no contento con eso hizo su propia versión para piano solo y la transcribió para dos pianos que él tocaba, de excepcional manera, con su hermana Amparo.

Oscar Oliver «jugó» la partitura con poder, recreándose en los momentos líricos con un sonido pausado y generoso y sin obviar los acentos indispensable en los compases mas jazzísticos. Si músicos como Debussy, Stravinski, o Kurt Weill tuvieron su flirteo con la explosión del jazz (como luego lo hubo con el tango), Gershwin, curtido en el Broadway de Victor Herbert y Jerome Kern encontró en esta Rhapsody in blue, la razón de su música. Fue una delicia observar como la maestra Fernández Aucejo siempre pendiente de las intenciones de Oliver, equilibró planos y aseguró entradas a los profesores. Nacido en Vigo, Rubén Simeó (con raíces valencianas), a los 27 años es un verdadero virtuoso de la trompeta. Se lució sin grandes dificultades en el Concierto de Arturo Sandoval (Cuba, 1949), una partitura de hermosas melodías y pasajes endiablados que Simeó expuso con su mejor fraseo. Gran noche para todos.

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