Miss Caffeina llega esta noche (23.45 horas) al Music Port Fest con disco nuevo bajo el brazo, Oh Long Jonson, un disco de producción más sencilla que el exitoso Detroit y en el que revuelcan definitivamente en la música electrónica. «Que el disco tenga menos elementos parece más fácil, pero es más bien lo contrario -explica en conversación teléfonica con Levante-EMV, Alberto Jiménez, cantante y letrista de la banda-. Es más difícil hacer una cosa sencilla que sobreproducir. Tirar pistas de guitarras es superfácil, lo difícil es encontrar una memorable. Y en el directo pasa igual. Pero creo que es la gira en la que nos lo estamos pasando mejor y la más divertida para el público».
«Oh Long Johnson» es un disco bailable pero con canciones bastante íntimas. ¿Se puede hacer bailar y que le atienda a uno a la vez?
Siempre nos hemos fijado en canciones de música de baile o música disco que tenían mensaje. Siempre las ha habido pese a que siempre se ha relacionado este tipo de música con la falta de contenido. No siempre ha sido así, fíjate «I will survive» o los Pet Shop Boys. Nosotros hemos virado a la música de baile pero nunca hemos dejado de tener cosas que contar.
¿Que la producción sea más sencilla que el disco anterior («Detroit») es porque queríais darle más importancia a lo que dicen las canciones?
El objetivo es que el disco tuviese menos capas, que no estuviese sobreproducido, que los arreglos tuvieran el protagonismo absoluto, sin distracciones. En Detroit igual pecamos de sobreproducción, muchas capas de guitarras y de sintes. Ahora queríamos darle más protagonismo a la voz.
¿Qué relación tienen con los Miss Caffeina de sus discos más «guitarreros»?
Cuando hemos tenido que escuchar el primer disco, le hemos sacado fallos, pero el sonido y la producción es la que queríamos en ese momento y está ahí. Sin ellos no hubiésemos llegado aquí, pero si ahora tuviéramos que volver a tocar con dos guitarras, bajo y batería nos daría un poco de pereza.
¿Los sintes han sido un ariete contra el indie canónico?
Todo es cíclico. En este disco hemos cogido muchas cosas de los 90 que ya tienen una dimesión de algo vintage, como más respetable. El indie se está despojando de prejuicios poco a poco.
Canta «hice algo bueno con tus frases hechas y golpes secos». ¿Esto es vengarse del enemigo de la infancia haciéndole bailar, como dice Asier Exteandia?
Estoy totalmente de acuerdo con Asier. Hay una canción en el disco, «Calambre», que habla desde ese punto de vista. Yo diría que la mayor venganza es el éxito, y cuando lo tienes y todo se ordena, puedes tirar de ese «ahora te jodes, me va bien». «Reina» habla del acoso, del 'bullying', y de transformarlo en algo bueno, en ser más compasivo que los demás y usar toda la rabia contenida en algo bueno como es hacer música.
¿Escribe estas historias pensando en cómo pueden ayudarle a los demás?
Te prometo que no. En el caso de «Reina» estuve incluso dudando en presentarla a mis compañeros porque me parecía demasiado íntima, hablaba de cosas muy personales. Luego me alegre cuando el disco salió y la gente venía a las firmas de discos y nos explicaba que sus historias eran muy parecidas. Pero usamos las canciones como sanación propia, luego como ninguno somos especiales y a todos nos pasa lo mismo, la gente se lo aplica, eso es maravilloso.
Eso de no ser especiales me recuerda a otra canción suya que dice «Ahora todo el mundo puede ser poeta». No sé si eso es motivo de alegría o lo contrario...
Más bien creo que es una crítica al doble filo que tiene el mundo on line y las redes sociales, en el que es muy difícil hacer criba de lo real y lo que no. Hay cosas que se ponen de moda pero no sabes si tiene calidad y vocación o es solo postureo. Esa canción habla un poco de la sobrexposición.
¿Y a ustedes cómo les sienta la sobrexposición?
Por ahora lo tenemos todo bajo control, aunque hay cosas que dices y metes la pata. No somos una banda supermediática que está esclavizada por lo que diga.
