Más de 6.000 jóvenes se quedaron ayer sin el festival de música electrónica Marenostrum Xperience que iba a celebrarse ayer viernes y hoy sábado en el aparcamiento de Sala Canal de Pinedo. Tras la cancelación por parte de la Generalitat y el anuncio de que iban a trasladar el evento al interior de la sala Canal, aunque esta apenas podía acoger al 25 % del público previsto, los promotores «desaparecieron». Aun así, y según explicó la madre de una chica que tenía planeado acudir al evento, a ella y a otras personas les reintegraron ayer el coste de la entrada.

El viernes por la mañana, la Agencia de Seguridad y Espectáculos de la Conselleria de Administración Pública rechazó el recurso de reposición presentado el jueves por la promotora Swap Global Trade contra la denegación del permiso atendiendo a sendos informes de la Conselleria de Agricultura y de la Guardia Civil. Estos aseguraban que la actividad que se pretendía realizar en el terreno de la Sala Canal -ubicado en el ámbito del Parque Natural de la Albufera-, atentaba contra la Ley de espacios naturales protegidos de la Comunitat Valenciana, y contravenía lo establecido en el Plan Rector. También alertaban de repercusiones en la seguridad vial y de problemas de evacuación.

Pese a los informes, pese a que a las 11.00 horas la Generalitat ya había anunciado que el festival no iba a celebrarse y pese a que la Policía Autonómica procedía a precintar el recinto, la promotora mantuvo hasta las 16.00 horas que el festival iba a celebrarse y que se trasladaba al interior de la sala Canal con un aforo no superior a las 1.200 personas pero que con licencia municipal para acoger espectáculos musicales.

El anunció distribuido a través de las redes sociales y de los móviles de muchos de los jóvenes que habían comprado su abono, pilló de sorpresa a los mismos propietarios de la sala. A las 13.00 horas un portavoz de Canal aseguró a este periódico que no habían sido informados de esta decisión y que no había ningún acuerdo al respecto. «Haremos lo más razonable». Y parece claro que «lo más razonable» era no intentar trasladar un evento para 6.000 personas a un espacio donde no caben más de 1.200.

«No se han portado mal, han sido personas estupendas y todo esto entendemos que ha sido por una mala gestión», afirmaba sobre los organizadores una de las propietarias de la sala. «Creemos que ha sido todo muy precipitado a última hora. Con una buena gestión volveríamos a contar con ellos».

Durante la mañana del viernes, mientras la Generalitat y los medios informaban de que el Marenostrum no tenía permiso y de que las fuerzas de seguridad habían precintado el recinto, sus organizadores insistían en que sí que iba a celebrarse y pedían a los asistentes que siguiesen «atentos» a la web y a las redes sociales para informarles «de cualquier variación». La única variación que hubo en este sentido fue la retirada de este mismo mensaje en Instagram.

«Compramos la entrada en febrero y se supone que no deberían pasar estas cosas», señalaba a mediodía una joven que esperaba junto a sus amigos en el acceso al recinto del Marenostrum. En su caso, había pagado 32 euros por el abono más el coste de un autobús que tampoco fue a recogerlos. Los que asistieron a la Canal y que fueron desalojados por la Guardia Civil, tuvieron que recurrir al transporte público para volver a sus casas.

«El problema es que han publicado un comunicado en Instagram diciendo que la sala Canal había accedido a hacer el festival dentro, y eso es mentira -comentaba la madre de otra asistente que al mediodía acudió allí a pedir explicaciones-. Lo que han puesto es una mentira, y la persona encargada de la sala está indignada. El problema es que son casi las dos de la tarde, si esto empieza a las siete va a ser un desastre».

Finalmente, el desastre no lo fue tanto. Pese a que no hubo ningún comunicado de los organizadores del evento confirmando que el Marenostrum no se celebraba (ni contestaban a los medios en el teléfono que habían facilitado días antes), las noticias publicadas al respecto y la desaparición en las redes del mensaje anunciando el traslado al interior de la sala, fue suficiente para que cientos de jóvenes ni siquiera acudieran hasta allí a las 19.00 horas, cuando el festival tendría que haber abierto sus puertas.

De todas formas, desde primera hora de la tarde del viernes un dispositivo de la Guardia Civil y de la Policía Autonómica controlaba los accesos al recinto, por una parte para desalojar a los cerca de 300 asistentes que, pese a todo, se habían acercado hasta allí, y por otra para impedir que llegaran más.

Quienes al parecer no estaban allí eran los promotores del evento. Por la tarde, un empleado contratado por Swap Global Trade para realizar un vídeo sobre el festival, esperaba explicaciones sobre lo sucedido. «Hemos llegado hace un par de horas y nos han dicho las autoridades que no había nadie de la organización dentro. Sólo había trabajadores descargando botellas», explicaba a Levante-EMV. «La Guardia Civil acaba de salir y nos ha dicho que nos fuésemos porque lo han cancelado y no se iba a hacer nada».