Puede que el pasodoble La morena de mi copla haya ayudado a estereotipar la obra de Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930). Ahora, la Fundación Bancaja pretende poner en valor la figura del pintor cordobés más allá de los clichés con la exposición «Julio Romero de Torres. Social, modernista y sofisticado».

Se trata de la primera muestra monográfica que se dedica al artista en València con prácticamente todas las obras nunca vistas en la ciudad. En total, la exposición reúne 55 obras de gran formato, que proceden de colecciones públicas y privadas, y que cuenta con el catedrático de Historia del Arte de la Universitat de València Javier Pérez Rojas como comisario. La muestra fue presentada ayer por el propio Pérez Rojas; el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, y el director corporativo de la Territorial de Bankia en València y Castelló, Jaime Casas.

El público que hasta el próximo 8 de diciembre visite la muestra podrá hacer una aproximación a la obra de Julio Romero de Torres en un orden cronológico y conceptual, con obras creadas entre 1895 y 1929, un año antes de su fallecimiento. Pérez Rojas reivindicó al pintor cordobés como «imprescindible» más allá de los «tópicos» sobre su obra como «el erotismo». «El entierro de Julio Romero de Torres en Córdoba es comparable al de Sorolla en València», dijo el comisario, si bien señaló que la obra del andaluz se acerca más a la de Cecilio Pla que a la del maestro de la luz.

El comisario incidió en que esta muestra -de la que solo se ha visto anteriormente en València una sola obra, de ahí que prácticamente toda sea inédita para el público valenciano- pretende poner la mirada en «lo social» de la obra de Romero de Torres, temática «transversal desde sus inicios y hasta el final de su trayectoria». «Hay -añadió- en su pintura un proceso de intelectualidad» y destacó la fase modernista de este creador, que creció en una familia artística.

Explicó Pérez Rojas sobre Romero de Torres que su primera etapa es la «más modernista» hasta llegar a una transición en 1906, etapa «sacudida por el escándalo y la polémica». De este año es Vividoras del amor, una obra que representa a cuatro mujeres en un prostíbulo esperando la llegada de cliente. Esta pieza se exhibe junto a El sátiro, de Antonio Fillol, (hasta hace poco expuesta en el Museo de Bellas Artes). Ambas obras fueron retiradas de la Exposición Nacional de 1906 por «inmorales».

Según explicó el comisario, a partir de 1907 Romero de Torres vuelve a los «grandes maestros, al clasicismo». Es el tiempo de sus «tipos raciales, de gitanas, pero también de retratos de la alta sociedad». En la imagen de sus mujeres, para Pérez Rojas, hay un «discurso latente» que es el «tema del género». «Trata a la mujer caída, algo muy de fin de siglo. Hay una exaltación de su figura, pero también la trata como una víctima, al tiempo que es musa gitana. Eleva a la categoría de musa inspiradora a la mujer caída».

Destacó el experto una de las obras más imponentes de la exposición: «La consagración de la copla», que muestra un contenido «irreverente, pero no pornográfico». «Hace una desacralización de lo sagrado y una sacralización de lo profano». Esta visión de lo femenino y lo social, junto a la fatalidad y lo trágico hacen de Julio Romero de Torres un artista «muy conceptual y con un poso de intelectualidad», concluyó el comisario.

Las obras de la muestra proceden de una veintena de instituciones como el Congreso de los Diputados, la Junta de Andalucía, la Fundación La Caja de Canarias, el Museo de Bellas Artes de Castelló, el Museo de Bellas Artes de Oviedo. Colección Pedro Masaveu, la Fundación Santander, el Museo de Bellas Artes de Córdoba, el Museo Julio Romero de Torres de Córdoba, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Carmen Thyssen de Málaga, la Fundación Prasa y la Colección Paco Peregrín, a las que se suman préstamos de otras colecciones privadas.

El montaje se completa con fotografías personales,y con una película que incluye las únicas imágenes en movimiento que se conservan del pintor.