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Bolos

Transparencia tardía

Transparencia tardía

Y el silencio se rompió casi un mes después. Todavía es inexplicable cómo Glòria Tello y Vicent Ros han estado escondidos desde que cayó una parte del techo de la Sala Rodrigo. Supongo que no era por mala conciencia y que se dejaron guiar por una falsa prudencia. Parece mentira que los adalides de la máxima transparencia en la gestión pública hayan dejado pasar tantos días sin explicar lo que pasaba. El comunicado oficial de la calamidad era un parte de siniestros, pero dejaba en el aire todas las aclaraciones que se dieron ayer. Una equivocación infantil que ha provocado la inquietud entre los melómanos, los aficionados, la orquesta y los trabajadores del Palau de la Música. Si su gestión de los últimos cuatro años estaba exenta de responsabilidades sobre lo ocurrido, era motivo suficiente para reclamar la solidaridad ciudadana. Pero como no se dejan asesorar bien, ni tampoco tienen memoria histórica, hay que recordarles a Tello y Ros que cuando ardió el Liceu - el 31 de enero de 1994, por una chispa de un soplete-, o el más reciente incendio en la catedral de Notre Dame, se desbordaron las muestras de solidaridad. Todo el mundo miró a Barcelona y París y ambos ayuntamientos se sobrepusieron a la desgracia con la suficiente energía para afrontar la reconstrucción.

Como no podía ser de otra forma, los gestores de espacios públicos han salido en trompa para ofrecer sus instalaciones y salvar la programación de la próxima temporada. Afortunadamente están Les Arts, el Palacio de Congresos, el Almudín, el Musical, incluso en Teatre Principal en caso de última necesidad. Por respeto a los abonados, algunos con treinta años de antiguedad, era imprescindible esclarecer dudas, aunque ha sido muy tarde. Está bien que se aproveche la coyuntura para acometer una reforma integral de la Iturbi y la Rodrigo. Pero al mismo tiempo, estaría genial que admitieran de una vez que el Palau de la Música es el espacio menos indicado para conciertos de pop y rock.

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