Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónica

El triunfo de la constancia

El espada de Requena logra su tercera puerta grande en València

El torero valenciano, decidido, valiente y firme, en el inIcio de faena al primer ejemplar del festejo. germán caballero

Jesús Duque conquistó su tercera puerta grande en València y vio recompensada esa lucha llevada a cabo estos años atrás en las retientas de vacas viejas en Salamanca y los entrenamientos a cero grados en el parque del Río Tormes.

A la tarde del valenciano, arropado como torero en el campo charro, algunos la tildarán de suerte pero otros se acordarán de que la puerta grande del requenense fue el triunfo de la constancia tras dos años sin pisar el coso de Monleón.

La exigencia del primer toro impactó como un relámpago de salida en el centro del ruedo. Un chispazo de bravura eléctrica que prendió en una muleta firme y entregada de Duque. El ejemplar fue serio, lustroso y con remate, es decir, un señor toro de plaza de primera que tanto echamos de menos las pasadas Fallas. Su buena pelea en el caballo en dos justos pero intensos puyazos, en los que se arrancó con alegría de lejos, abrió un manantial que se desató en un encastado tercio de banderillas. La virtudes de la humillación, codicia y recorrido fueron la bandera que enarboló el toro en la pelea con el joven de Requena, un torero que no se arrugó en ningún momento ante la dificultad de la bravura y dejó constancia de su disposición tanto con la mano derecha como con la izquierda.

Un pase cambiado por la espalda fue el prólogo de una labor serena, con las pausas lógicas de quien empieza la temporada en la Feria de Julio pero con la claridad que aporta la buena colocación. El animal, que se quería comer la muleta, sabía, orientado, que detrás de la pañosa se dejaba a Jesús Duque pero, éste, finalmente, se hizo con el aire del toro y su quehacer levantó el ánimo del público. El valenciano entendió al toro y se gustó. Que no es poco para el que ha toreado tan poco como él. Tras una gran estocada de ejecución y efecto, paseó una justa oreja. Al que hizo cuarto, el torero de Requena lo llamó, sin probaturas, de rodillas desde la boca de riego. Con el valor propio del que quiere ser torero y el orgullo que aporta la perseverancia, Duque dejó la muleta en la cara del ejemplar, que también tuvo ese fondo tan característico de la estirpe Jandilla, y tiró de él con decisión. Por la derecha estuvo templado y largo y cerró la faena en tablas tras montarse, con sinceridad, encima de él. Un pinchazo previo no fue impedimento para que cortara la oreja que ponía en sus manos el triunfo del paisanaje.

En el segundo de la tarde, Varea -el más toreado de los tres valencianos- se echó de rodillas en un acto de rebeldía. «¡Señores, aquí estoy yo!», pareció decir el espada castellonense a la hora de iniciar su faena. El cuatreño fue noble y obediente y el torero de Almassora demostró esas virtudes que le crearon tanto ambiente de novillero. La faena adoptó altura al natural con el empaque de la expresión y el pulso de las muñecas delante de un parralejo que fue la bombona de oxígeno que el destino le puso en sus manos. Y sí, València se reencontró con el mejor Varea, pero la espada le privó de un triunfo en sus dos toros. Al finalizar el festejo, sorprendentemente, se cortó la coleta y se marchó de la plaza serio y contrariado.

Por otro lado, Chover no logró remontar el vuelo de la tarde con un sexto que ofreció las posibilidades de la clase y la entrega.

Compartir el artículo

stats