P ¿Cómo es la corrida que trae esta tarde a València?
R Creo que está bien presentada y tiene el trapío suficiente para cualquier plaza de primera. Solo de verla en el campo imponía porque es la corrida más fuerte que hemos llevado en estos últimos años. Además, tiene todo tipo de pelos característicos de nuestra ganadería como son burracos, coloraos, sardos o negros.
P ¿Un encierro bonito pero sin perder la seriedad?
R Sí, es una corrida torera porque cabe en la muleta pero no pierde la seriedad por ser bonita. Voy muy ilusionada y responsabilizada pero cada año me pesa más lidiar en València. Es decir, tengo el miedo de no estar a la altura de las emociones vividas en años anteriores porque llevamos tres temporadas consecutivas en las que hemos obtenido triunfos.
P ¿De qué familias vienen los toros de hoy?
R Va un toro, de nombre «Peruano», número 13, que es hermano de madre del toro número 57 que se peleó en la desencajonada de hace dos años. Luego va un número 6 que es hermano de padre del famoso «Malospelos», número 28, que toreó Paco Ureña el año pasado y fue premiado con la vuelta al ruedo. También hemos llevado un toro número 35 que es hermano del segundo toro de Román del año pasado al que le cortó una oreja. También van ejemplares de un semental nuevo, de nombre «Manzanillo», y ahí está la incertidumbre.
P ¿Qué espera de Castella, Perera y Ureña?
R Quiero que los toros se muevan con bravura y conecten con los tendidos para que sea una corrida emocionante y la gente no se aburra. También espero que estén a la altura los tres toreros porque después del impacto que supuso el mano a mano del año pasado, creo que será difícil estar a volver a ese nivel de emoción.
P¿Qué importancia tiene el ruedo valenciano con la familia Algarra?
R La plaza de València ha sido talismán para Algarra porque ha sido la que ha alzado a la ganadería, de nuevo, a las ferias importantes. Desde que cogimos las riendas de mi padre en 2006, hemos tenido varios triunfos en Albacete, Francia o Sevilla pero hasta que no llegó «Fusilero» en 2016 no nos situamos, de nuevo, en la élite porque ese sobrero en la corrida de Cuadri nos devolvió la profundidad en la embestida por la forma en que estiraba el cuello.
P¿Cómo recuerda el mano a mano del año pasado?
R Vivimos un duelo entre el ganadero y el torero y hubo una conexión muy fuerte con público. El año pasado en València vi a gente que lloraba en los tendidos después de ver la comunión entre toro y torero y eso es inolvidable. Estar a la altura de esa emoción es muy difícil.
P Esa corrida, ¿fue el encierro más completo que ha lidiado como ganadera?
R Sí, aunque no hubo toros perfectos porque se fueron haciendo poco a poco. Fue un encierro encastado y vibrante. Además, salió «Malospelos», un toro bravo y exigente al que había que someter. El toro transmitía y embestía por abajo y Ureña realizó una gran labor muy bien medida aunque que creo que el toro todavía tenía otra faena más. Esto, en el fondo, es lo que para mí es la bravura porque cuando más se le sometió, mejor cogió la muleta, más ritmo demostró y mejor embistió.
P ¿Cuáles son las virtudes que más persigue como ganadera?
R Sobre todo, la prontitud y la humillación. Es fundamental ver cómo coge la muleta el toro y cuándo. El ritmo y la durabilidad también son fundamentales porque marcan la entrega de la bravura. Y, al final, también busco la profundidad en la embestida, es decir, esos dos trancos de más que hacen que el toro se rebose en la muleta.
P ¿Qué le transmitió su padre?
R La humildad de no creerse nunca nada y la lucha del trabajo a diario. Él vio que hacía falta un toro que conectara con el tendido pero sin perder la clase. Mi toro ha evolucionado a más estrecho de sienes, con una cornamenta más fina porque aquella rama de «Decidor» dio una mazorca muy gorda. «Alagador» y «Exótico» han ayudado a afinar la ganadería.
