El artista de Meliana José Antonio Orts acaba de instalar una monumental escultura sonora en Schöppingen, una localidad del norte de Alemania. La pieza, llamada Bosc, se integra dentro del proyecto «Kraftwerk Energie» y permanecerá en los jardines de la fundación Stiftung Künstlerdorf Schöppingen, que es una de las tres instituciones artísticas más importantes de la región de Münster. Se trata de una escultura sonora, fotosensible y autosuficiente, pues la energía que necesita para funcionar la toma ella misma de la luz natural, mediante pequeñas placas fotovoltaicas que forman parte de la obra.

«De gran tamaño (700 x 420 x 315 cm.), los sonidos que produce recuerdan a las gotas de agua pero, como son sonidos afinados musicalmente, se parecen mucho más al pizzicato o al col legno battuto de los violines, violas y violoncellos. Para la gente suena como una 'lluvia musical'. De lejos se percibe como una fuente que canta de modo misterioso y sugerente. La escultura produce una melodía perpetua en la que jamás se repetirá ni una sola secuencia melódica, esta variación infinita está solamente limitada por la propia capacidad de escucha de cada espectador. Los matices de esa melodía dependen de la intensidad de la luz del cielo y su ritmo de la luz reflejada en el suelo. A pleno sol la melodía es más rápida, los sonidos más intensos y su timbre más 'picante' o 'metálico'. Los días nublados el timbre es mas dulce y expresivo», explica el artista. La pieza es similar a otra de Orts instalada en Meliana.

«La intensidad depende de la luz del cielo, y el ritmo de la iluminación del suelo y también de las sombras que proyectan los espectadores. Esas melodías varían perpetuamente según la posición del sol, el paso de las nubes etc. Son muy lentas al amanecer, se van acelerando hasta el mediodía y luego producen un ritardando hasta el anochecer».