Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Espacio expositivo

La colección más contemporánea

La tecnológica Inelcom fundada por el valenciano Vicente Quilis cuenta en Pozuelo con un gran espacio expositivo para sus 255 obras de 82 artistas - Vicent Todolí es el asesor de la antológica y del proyecto museístico de ampliación en Xàtiva

La colección más contemporánea

La mejor colección de arte contemporáneo de España está en manos valencianas. El catálogo de la compañía Inelcom (Ingeniería Electrónica Comercial) de Vicente Quilis y su hijo Javier, cuenta con 82 artistas internacionales y 255 obras hasta la fecha. Desde los consolidados Artur Heras, Xisco Mensua, Juan Muñoz, Fernando Bryce, Till Gerhard o Lisa Ruyte, a los emergentes Bleda y Rosa, Joao María Gusmao + Pedro Paiva o Regina de Miguel.

Todo un museo de arte de 3.500 metros cuadrados en el sótano de la sede madrileña de Inelcom en la Ciudad de la Imagen de Pozuelo. Porque la Colección Inelcom no es una recopilación particular sino que forma parte de la empresa. Esa es la premisa básica para entender el mecenazgo de los Quilis, porque su participación en el mundo del arte empezó y continua como una actividad más de Inelcom.

Vicent Todolí asesora la colección desde 2011 y el proyecto museístico para su ampliación en Xàtiva, donde está la sede social de Inelcom. «El arte es un elemento común que abre puertas nuevas a nuestra realidad empresarial, nos conecta con la personas y nos invita a la creación de tecnologías», explica Javier Quilis, el CEO de Inelcom y un documentado apasionado del arte.

Inelcom es una compañía tecnológica fundada en 1980 y la colección de arte «nace desde el convencimiento y la responsabilidad que las organizaciones empresariales tenemos con la sociedad», argumenta. Se trata de un proyecto cultural de largo recorrido, alejado de ese coleccionismo tradicional donde impera el gusto del comprador o el destello por la obra de los grandes artistas. Tanto es así que la compañía ofrece una oportunidad a los jóvenes artistas.

Arte tecnológico

Vicente Quilis Moscardó es el presidente ejecutivo, fundador y accionista mayoritario de Inelcom. Nació en La Pobla del Duc, se crió en Xàtiva y es ingeniero Superior de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid. Tras un inicio en el sector del juguete, en 1980 funda Inelcom con sedes en Xàtiva y Pozuelo y presencia en Argentina, Chile, Brasil, Perú, Colombia y México.

Una de las mejores compañías tecnológicas del país, proveedor de Telefónica, cuenta con más de 1.400 profesionales en el ámbito de la ingeniería, telecomunicaciones e informática y diseña tecnología propia en sus centros de I+D+i de Madrid y Xàtiva, donde está la planta de producción desde la que se fabrica todos los productos propios.

Quilis, amigo de sus paisanos Raimon y Artur Heras, siempre ha tenido una vocación cultural, que además de formar una de las mejores colecciones de arte contemporáneo, le llevó a impulsar en 2009 la recuperación de la Hostería del Montsant en Xàtiva. Asimismo es miembro del Patronato de la Fundación Museo Reina Sofía desde 2017. El mismo año que retiró el proyecto de construir un museo subterráneo en la ladera del castillo de Xàtiva, y anunció que la colección permanecería en su emplazamiento actual en Pozuelo.

Simbiosis

Coincidiendo con la celebración de ARCO, los Quilis ofrecen una visita guiada a la Colección Inelcom. Aunque fuera del programa oficial, es una de las citas más esperada por los galeristas que acuden a la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

Pese al prestigio internacional del que goza la antológica en el mundo del arte, la contemplación en vivo supera cualquier previsión. Incluso la nave principal de la compañía donde trabajan en sus ordenadores los empleados está presidida por un gran mural del francés de origen argelino Kader Attia. «Es un incentivo inspirador para todo el equipo de Inelcom», recalca Javier Quilis.

La obra representa la imagen de una ciudad de edificios negros mezclados que trazan un laberinto de calles desoladas. Es tanta la simbiosis entre el arte y la tecnología, que influidos por el tríptico de Attia, Inelcom cambió su color corporativo del azul y negro, al blanco y negro, en consonancia con el dibujo urbano que preside su sede de Pozuelo.

Al museo Inelcom hay que ir con la mente muy abierta y con la predisposición a ver una colección de arte inusual, enmarcada en el propio proyecto de la compañía, donde la investigación en telecomunicaciones e informática desarrolla un papel fundamental. También con tiempo, pues una visita corta supera las tres horas. Y una completa se va por encima del doble.

Una entrada a través de un estrello túnel, que solo permite el paso de una persona que se ilumina según avanzas, predispone a una visita distinta a la de cualquier otro centro de arte. Además de las obras, el museo cuida hasta el último detalle. Desde la iluminación, realizada en la propia empresa, hasta el espacio. Con habitáculos para cada montaje separados a través de una cortina ignífuga e insonora.

Ahí se disfruta de los montajes visuales y sonoros como la pieza única del danés Ólafur Eliasson, una espiral de acero inoxidable y filtros de cristal coloreado, proyector, madera y acero inoxidable que reflejan figuras con distintos colores.

O la instalación de video «The Amnesiac» de Willie Doherty, donde un hombre anónimo atraviesa un bosque tras empezar y terminar con un viaje en coche. Una narración de diez minutos que reflexiona sobre el almacén de recuerdos y traumas sin resolver de la mente humana.

La ballena de Heras

En las largas paredes cuelgan los cuadros. Como el espectacular «365+1» de Artur Heras, una composición con el número de dibujos de los días del año, más uno por los años bisiestos. Aunque esta obra de 2016 ya se pudo ver este año en la gran exposición antológica sobre el artista en Xàtiva, en Pozuelo está colgada en forma de ballena, tal como fue concebida.

Para reafirmar la vocación hispanoamericana hay que prestar atención a «Todas las calles del año en Latinoamérica» de Andrea Canepa, un políptico de treinta dibujos enmarcados (44x34 cm) en tinta china y acuarela sobre papel, donde la artista peruana capta la trama urbana de diferentes ciudades latinoamericanas través de navegadores de internet, e incluye un pequeño párrafo con su nombre, ubicación y una corta explicación del acontecimiento que motiva su nombre.

Compartir el artículo

stats