Todos los presentes ayer en el Ayuntamiento de València estaban exultantes. No era para menos. Pocas horas antes la World Design Organization (WDO) confirmó los mejores presagios para València y anunció que la ciudad será Capital Mundial del Diseño en 2022.

El Salón de Cristal del consistorio reunió a los miembros de la organización e impulsores de la candidatura valenciana, así como a representantes de las instituciones públicas que la han respaldado. El acto contó con la presencia del alcalde, Joan Ribó; el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, así como también estuvieron los directores estratégicos de la candidatura, Xavi Calvo y Pau Rausell, y la presidenta de la Associació València Capital del Disseny, Marisa Gallén. Les acompañaron numerosos miembros de la Corporación Municipal, entre otros.

Calvo destacó que «hay mucho trabajo por delante» y esta designación supone el «reconocimiento a tres o cuatro décadas de diseñadores valencianos, a la marca de diseño de València». «Desde fuera nos admiraban, pero no nos conocían del todo», señaló Calvo. «El diseño trasciende, se está haciendo mayor», añadió el impulsor de la candidatura valenciana para concluir con que «esto es lo que le hacía falta a la Comunitat Valenciana».

Precisamente esa idea de territorio es la que destacó Ribó, quien apuntó que espera que a esta designación se sumen «los intereses de Alicante, Elx, Alcoi, Castelló y el resto de la Comunitat», al igual que instituciones como la Generalitat, los ayuntamientos, las tres diputaciones, las universidades, las empresas y la ciudadanía. Incidió en la vertebración del territorio y recordó la cerámica de Castelló, la industria textil de València y el calzado de Alicante.

El objetivo, según Ribó, es que la capitalidad influya en todos los ámbitos, desde «la industria hasta el urbanismo, la educación, la ecología, la comunicación, el turismo, la innovación, la cultura y las empresas». El diseño, para el alcalde, es capaz de «aportar soluciones en la sostenibilidad, el diálogo intergeneracional, la igualdad, la multiculturalidad o la gestión del espacio público». Consideró también que cuando acabe esa capitalidad «no pueden quedar solo cenizas» y animó a trabajar para que «continúe la proyección y su influencia» fuera de nuestras fronteras.

A partir de las actividades a realizar y de los visitantes, el alcalde estimó que la llegada de 10.000 profesionales podría generar un impacto empresarial en la ciudad de unos 8,5 millones de euros, lo que supondría multiplicar por 1,5 el presupuesto organizativo. Una previsión más optimista de 50.000 visitantes, dijo Ribó, generaría 29 millones de euros, es decir, un efecto multiplicador de 3,3 sobre el presupuesto inicial. Y todos se mostraron muy optimistas.

Por su parte, Ximo Puig se sumó a las palabras de Joan Ribó y resaltó que esta designación «es un reto para la ciudad y para la Comunitat Valenciana», para crear una «visión de país». «Queremos que sea una gran oportunidad, el aterrizaje de la C. Valenciana en la nueva economía», que el diseño es para el jefe del Consell.