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Entrevista al escritor

Ibon Martín, escritor: "Trump no serviría como asesino en serie"

El literato lanza un nuevo 'thriller', 'La danza de los tulipanes', en el que el criminal retransmite sus asesinatos por Facebook

Ibon Martín comenzó con los libros de viajes. Miriam Cos

Se podría decir que Ibon Martín, (Donostia, 1976) es algo extravagante, de ahí que los personajes de sus novelas no caigan en el olvido. Escritor viajero, en sus inicios hizo más de 300 rutas para ofrecerlas al mundo, aunque fue a través de la novela histórica, 'El valle sin nombre', cuando se dio a conocer dentro del gremio. Le supo a poco. Después de eso empezó a "imaginar tramas oscuras", las que le llevaron a conformar una saga de cuatro libros con aires escandinavos, 'Los crímenes del faro', que le consagraron entre sus más cercanos vecinos. Ahora, lanza un nuevo thriller, 'La danza de los tulipanes', y se mete de lleno en el mundo de las redes sociales, a través del cual su asesino muestra sus propios asesinatos. Ambientado en su provincia, la crítica ya le ha catalogado como "el maestro vasco del suspense". Y es que para Martín, cualquier cosa, persona o conversación es susceptible de convertirse en novela. Tenga cuidado, puede ser el siguiente.

Vídeo: Miriam Cos

-¿Cómo se pasa de la literatura de viajes al thriller?

- Cuando empecé lo hice escribiendo un libro de Interrail de 1.000 páginas -eso déjemoslo en un lapsus temporal- y en seguida pasé a las rutas y excursiones. A lo largo de 10 años publiqué bastantes libros de rutas, con unos 300 o 350 recorridos. En esos paseos, a los que iba yo solo, vas pensando cosas y te vas imaginando historias. Dentro de esas historias me llega la idea de cómo sería ubicar en esos escenarios una historia de ficción, de ahí hice mi primera novela, que era histórica, y donde trato de devolver a la vida calzadas olvidadas, antiguas ferrerías, molinos... imaginar cómo sería aquello en el siglo XV. Aquella novela fue un hobby, la escribí durante cinco años y cuando terminé ya no me gustaba la novela histórica y me había aficionado al thriller, que fue mi siguiente reto, de corte escandinavo pero ubicado en tierras vascas.

La danza de los tulipanes

La periodista más popular de Gernika es arrollada por el tren que cubre la línea de Urdaibai. La víctima ha sido fijada a la vía con un delicado tulipán entre sus manos. La flor, de un intenso y brillante rojo, es tan hermosa como difícil de encontrar en pleno otoño. La escena, cuidadosamente preparada, ha sido retransmitida en directo a través de Facebook. (400 pág. | 17,95€)

- La novela histórica tardó cinco años en tomar forma, ¿ahora cuánto tardas en hacer un libro?

- Mucho menos, unos siete u ocho meses. Aquella novela la iba escribiendo a ratos, en momentos en los que no tenía nada que hacer, que me aburría. Vivía en Cataluña y echaba de menos mi tierra, mi mar, mis montes... y era mi manera de seguir en contacto, escribiendo aquello. Lo de ahora ya es mi trabajo, dedico todo el día a escribirlas.

- ¿Algunas de las personas que conociste haciendo las rutas te han servido de inspiración para personajes de tu novela negra?

- Tanto las personas que conocí en su día como las que voy conociendo ahora. Para mi es importante escribir en contacto con el día a día. Escribo normalmente en cafeterías, alguna vez voy a la biblioteca, nunca en casa, y estoy escribiendo y con el rabillo del ojo y con la otra oreja voy escuchando conversaciones... la gente pensará que soy un voyeur... y voy tomando notas y van surgiendo personajes. En cuanto entras a un bar o a una tienda y escuchas un par de conversaciones salen personajes magníficos.

- ¿Cuál es la última conversación que has escuchado a unos desconocidos?

- Era sobre una infidelidad... dos amigas hablaban de si se lo decían a otra o no. Igual me he montado mi película, pero entendía que se habían enterado de que el marido de una tercera le era infiel, y tenían el dilema de decírselo o no, qué hacer, qué es mejor. Yo también me lo planteaba a mí mismo. No lo sé. Igual hablaban del precio de la leche pero por las cosas que decían creo que era eso y lo he apuntado para aprovecharlo en una nueva novela.

- En el libro, los crímenes se muestran en Facebook... hay un dicho que reza: "Esto supera la ficción, debe ser la realidad"...

- Tal cual, es tan subrrealista que es la realidad. Este mismo año hemos visto cosas espantosas a través de las redes, como aquel loco que entró en una mezquita de Nueva Zelanda y empezó a disparar a la gente mientras se grababa con una GoPro y lo transmitía en directo por Facebook. Aquello tuvo miles de visualizaciones de gente que desde su casa quería verlo. La deshumanización a la que se está llegando es realmente terrible y ahí está este asesino que retransmite crímenes precisamente para llenar un poco su ego.

- Entiendo que este papel de la red social dentro de la novela ha sido una manera de conectar con la actualidad.

- Lo mismo que escribo en cafeterías también sigo todos los días la actualidad, soy periodista. Todo eso está ahí presente. Al final quieras que no salpica a mis novelas. Para cualquier trama que quieras crear, como te bombardean con noticias cada vez más rocambolescas y extrañas, te están dando la novela hecha. En cuanto escuchas un poco las noticias te das cuenta de que supera cualquier novela. Por desgracia, para un novelista es como que le hagan el trabajo.

"Soy escritor, el periodista lo llevo dentro en cierto modo, soy cotilla, me gusta contar y escuchar, por eso me gusta escribir, pero nunca he ejercido"

Ibon Martín - Escritor

- ¿Eso quiere decir que está todo inventado?

- Está todo inventado pero intentas contar las cosas de diferente manera... pero, en cierto modo, creo que el día a día nos hacen darnos cuenta de que siempre hay un grado más para llegar a lo malo. A nivel de degradación vamos a peor.

- Dices que te gusta imaginar tramas oscuras, si tuvieras que elegir algo de la actualidad como trama oscura, ¿qué sería?

- Cómo miramos hacia otro lado con el tema del cambio climático. Me gustaría poder abordar esto en alguna novela de manera más psicothriller que como actualidad sin más. Cómo los políticos se dedican a vendernos humo y todos nosotros nos engañamos. Todo esto es oscurísimo. No hay asesinatos pero nos estamos cargando entre todos el lugar donde vivimos.

"El último romántico"

- Donald Trump, por ejemplo, que es un negacionista del cambio climático, ¿podría ser el asesino en un thriller?

- Me valdría como protagonista secundario pero no como asesino en serie. Sería como ese del que todo el mundo sospecha pero que al final no es el asesino, porque probablemente genera sospechas, ves que es un psicópata, que podría ser el criminal perfecto, pero a mí no me sirve. Todo el mundo miraría hacia él y entonces dirían: ¡Pues no, era Macron! (risas).

- ¿Eres periodista o escritor?

- Creo que soy escritor, el periodista lo llevo dentro en cierto modo, soy cotilla, me gusta contar y escuchar, por eso me gusta escribir, pero nunca he ejercido como tal, nunca he ido a cubrir una noticia. Pueden ir de la mano desde el punto de vista de que el periodista es curioso por naturaleza y el escritor si es curioso, mucho mejor. Entre los dos, soy escritor.

- En tus rutas viajeras, ¿harías un poco labor de periodista no?

- Sí, para encontrar las rutas en el monte me encontraba con un pastor, por ejemplo, y le preguntaba, y hablabas y te contaban su historia... "Antes me quedaba a dormir aquí y ahora bajo al valle...". Se ha perdido la magia hasta para eso, ni los pastores están en el monte con sus ovejas.

- ¿Puede ser que se esté perdiendo el romanticismo de las cosas?

- Sí, se pierde el romanticismo. Todavía quedamos algunos románticos. A mí, por ejemplo, me encanta sentarme en el tren de las Marismas en el que empieza esta novela e ir creando tramas con mi cuaderno. Eso tiene todavía su punto de romanticismo, me gusta pensar que soy el último romántico.

- ¿Cómo definirías la novela en solo tres palabras?

- Contraste, lo hay entre el paisaje de Urdaibai y los asesinatos, es brutal y es adictiva. Te obliga a seguir leyendo, a mi como escritor me obligaba a seguir escribiendo, y no porque tuviera un horario, sino porque me apetecía.

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