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Entrevista

Joan Carles Ventura: "La cultura de la discoteca murió cuando se convirtió en una perversión"

«No valorar lo que hemos creado es un problema para los valencianos. Hasta los 90 la Ruta fue vanguardia cultural»

Joan Carles Ventura: "La cultura de la discoteca murió cuando se convirtió en una perversión"

En poco más de dos años, Joan Carles Ventura (Sueca, 1978) se ha plantado en el mercado con dos novelas, publicadas por la editorial catalana AlRevès y reconocida la segunda de ellas, Em diuen Fletxa, con el VI Premi Memorial Agustí Vehí. «Es un mareo, porque C amins dubtosos no tiene ni un año -reconoce el autor, que antes de novelista ha sido redactor, guionista y directivo de televisión-. Con Fletxa me presenté al premio a última hora y no esperaba ganar. Ahora pienso que Camins... no ha hecho todo el recorrido que yo quisiera. Pero también es verdad que los libros no suelen tener más de tres meses de vida. Más allá de eso, es un milagro».

Camins... se sitúa en 2006, durante la visita del Papa a València. Y Fletxa... está ambientada en la Ruta de las discotecas valenciana de los 80. «La primera tiene mucha investigación, y la segunda tiene pinceladas de la época, aunque he tenido dos grandes fuentes: el ensayo En éxtasis de Joan Oleaque, y los «podcast» sobre la ruta de Eugenio Viñas -explica Ventura-. Pero es una novela que no tiene tanta hemeroteca como la primera y la ficción acaba primando».

¿A qué cree que se debe esta especie de revisionismo cultural al que se ha sometido a la Ruta en los últimos tiempos?

La falta de autoestima y el no saber valorar lo que hemos hecho y creado es un problema para los valencianos. La Ruta tiene dos partes y la primera, hasta los 90, fue una historia de vanguardia cultural. Yo he conocida esa movida cultural por mis hermanos, que tenían la habitación forrada de posters de Nina Hagen y flyers que hacían los mejores ilustradores valencianos. Eso me fascinó y me pareció una buena época para reivindicar.

¿No cree que hay algo de mitificación?

Sí está mitificado porque no tuvo ninguna repercusión internacional más allá de Chimo Bayo?

A quien, por cierto, le pega una cornadita en la novela...

Bueno, un medio medio. Me gustaría que leyera el libro. Es una figura controvertida, con sus luces y sus sombras, pero hay que reconocerle el mérito que tuvo. Pero sobre la mitificación de la que hablábamos antes, todo el pasado se mitifica. Pero lo que se ha destacado de los primeros años de la Ruta, y era algo que yo sí lo veía en mi casa, era una pretensión de diferenciarse de los demás, ser más originales que nadie, ser creativos. Eso que explica Oleaque de que todo el mundo tenía ganas de expresarse y ser libre en una sociedad en la que la democracia iba en pañales? Ahora esa cultura de la discoteca ha muerto porque tenía que morir, porque era un desfase y una perversión de lo que había sido.

También describe el barrio del Carmen de los 80, en el que convivían bares viejos y boutiques de Montesinos. ¿Reivindicación de una València no gentrificada?

Es una mirada desde ahora a una València ni mejor ni peor pero sí más auténtica. Yo me he pasado temporadas en ese Carmen de los 80 y 90 que cuento en la novela y recuerdo que era muy singular y que esa singularidad se ha perdido.

¿El negro es el género literario más favorable a la reivindicación?

Al final la intriga es una excusa para reivindicar algo a través de los personajes. La novela negra es de perdedores, y el Fletxa es un perdedor no solo por sus peripecias sino por la mirada desencantada que tiene sobre la sociedad.

El desencanto es muy propio de los detectives clásicos del género, pero a veces Fletxa parece más una burla a Marlowe, Spade y compañía.

Es una parodia del detective «hard boiled» pero sin llegar al ridículo. Mi referente es Sportello de Thomas Pynchon, que era un hippie y que tenía una forma muy particular de resolver los casos. Quería algo parecido, un detective paródico pero que fuese creíble a la vez.

Socarronería, corrupción, aviesos empresarios de pueblo... ¿Existe algo parecido a la novela negra a la valenciana?

Dicen que sí. El padre sería Ferran Torrent y hay más nombres. Y dicen que se caracterizan por ese punto de sarcasmo, de socarronería, de ironía. Y también tenemos esa corrupción de falla, esos políticos que han sido caricaturescos. Nos lo tomamos con humor ácido, pero es todo muy real. No sé si la realidad nos ha condicionado el género, pero somos lo que somos.

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