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Entrevista

Ferran Torrent: "La novela negra está llena de tópicos y yo siempre intento huir de ellos"

El 9 de marzo de 1992, mientras en la Plaza del Ayuntamiento se disparaba la «mascletà», dos hombres robaron más de 100 millones de pesetas... su última novela "revive" este suceso

Ferran Torrent, que acaba de publicar «Poder contar-ho», en su casa de Sedaví m. a. montesinos

Ferran Torrent sigue escribiendo y recibiendo a la prensa en su casa en el centro de Sedaví. En el suelo junto a la puerta descansan varios ejemplares de su última novela, Poder contar-ho, y varios papeles. «Esa es mi agenda. Los veo ahí y sé que me los tengo que llevar», explica. Tras la entrevista se irá a dar un paseo y quizá después vaya al casino del pueblo, aunque asegura que ya no es lo que era. «En los casinets ha habido cierta decadencia porque la gente joven ya no entra y los mayores tienden a relativizar las cosas. Las cosas que antes te indignaban o te alegraban, ahora las ves de manera más escéptica. A mí me ha pasado. Al final vas al casino a jugar una partida, distraerte, y volver a casa». Poder contar-ho es la tercera entrega de la serie «El Segon Sistema» que inició con Un dinar un dia qualsevol (2015) y siguió con Individus com nosaltres (2017) .

Ha pasado de la València de 2017 de la anterior novela a la de 1982 de esta. ¿Qué es lo que más ha cambiado?

Ha cambiado el aspecto de la ciudad y los pueblos muchísimo y también que la vida ahora es mucho más difícil, se ha complicado en muchos aspectos. Pero hay que mirar todavía con más perspectiva, has de esperar más tiempo para analizar una época.

En la novela sí habla de una Transición política que, 40 años después, «aún tenía demasiados parecidos con el pasado».

Siempre lo comparo con Portugal, donde sí hubo una ruptura y se empezó desde cero. Pero aquí hubo una Transición y por eso me interesaba tanto poner la novela en esa época, porque esa transición provocó una serie de contradicciones porque era cambiar sin cambiar las cosas. Los mandos policiales venían del franquismo, el PSOE intentaban no parecer demasiado de izquierdas? Esas contradicciones me venían bien para la novela.

Uno de los cambios que aparecen en la novela es el de los policías que venían del franquismo y que de un día a otro incluso se valencianizan el nombre.

Hubo mucha gente que se tuvo que resituar. Recuerdo cuando era periodista ir a la comisaría central y entrar con cierta precaución. Pero por su parte se mostraban extremadamente agradables para demostrar que todo había cambiado, que ya no eran los de antes.

¿Por qué la corrupción es menos explícita en sus últimas novelas?

Porque donde realmente traté la corrupción fue en la trilogía de Societat Limitada. Pero cierta parte de la crítica se acomoda en colgarme etiquetas: el novelista negro, el de la corrupción, el de la crónica social? En esta hay novela de costumbres, negra, urbana, picaresca? Pero no me fijo en esas cosas porque todo es más sencillo: escribo para que la gente se lo pase bien, sin mensajes ni moralina. Tengo un enorme respeto por el lector, porque yo soy muy lector, e intento hacer buena literatura para que la gente se lo pase bien. Además, hoy los autores tenemos que luchar contra las series. Hay ahí un millón de series esperando a la gente.

¿Ahora hace novelas para competir contra las series?

No, no. Hago las novelas que me gusta hacer.

¿Y no ve inevitable que sus lectores, además de entretenimiento, sí que quieran buscarle sentidos e incluso mensajes?

Pero yo no puedo controlar a mis lectores. En el primer lector que pienso es en mí y por eso intento hacer la novela que a mí me gustaría leer. Lectores hay muchos y mi premisa ante ellos es intentar no aburrir nunca.

Yo soy lector periodista, y al comparar al Marc Sendra autónomo y precario de 2017 con el que tambalea a la Policía en 1982 solo con publicar un rumor, no puedo dejar de hacer una lectura sobre el estado de la profesión.

No entro con profundidad en cómo era el periodismo de entonces. Lo que pasa es que, aunque no entres en profundidad, sí ves cómo era. No hace falta explicar mucho una cosa sin con algunos trazos la gente se puede dar cuenta de cómo era el oficio.

La novela está escrita a base de conversaciones y a un ritmo muy rápido. ¿Por qué casi ha prescindido de las descripciones?

Porque me dan igual. Mediante los diálogos los personajes ya van describiéndose. Dejo que el lector haga la descripción física. Con los diálogos juegas con la potencialidad de la lengua, que sean creíbles te hace creíble la historia?

Hay pocas descripciones pero hay una que me ha resultado muy significativa. La del abuelo montado en la Mobylette por la huerta y el perro en la cesta.

Para mí esa es una estampa que tengo muy fijada en la cabeza, como a cualquiera que haya vivido en l'Horta. Y eso es lo que me gusta, que con un flash así marcas una época.

¿Es un riesgo escribir una novela sin descripciones en un mundo tan audiovisual?

No pienso en eso. Tengo un estilo y soy fiel a él. Evidentemente tiene defectos y virtudes, pero es mío. El autor sin estilo está perdido.

Los personajes de «Poder contar-ho» son habituales de muchas de sus novelas, pero parecen haber cambiado poco.

Se mantienen prácticamente igual porque desde el momento en el que lo creé son «outsiders» y lo siguen siendo, son el «Segundo Sistema».

¿Qué es el «Segundo Sistema»?

Mira, en la novela hay una partida de cartas que no está allí solo por contar una partida, sino porque marca el código ético de ese «Segundo Sistema». Un jugador hace una cosa que es legal pero no es correcta y lo tiran de la partida. Lo hago para que el lector se dé cuenta de que en ese segundo sistema también hay normas, que no son las normas del primer sistema, pero sí indican que hay una ética.

¿Diría que Butxana, el Llargo, Mesié o el Mític Regino son seres marginales?

Yo cuando pienso en marginal pienso en alguien que vive en la calle, sin futuro.

No, yo lo digo por lo de vivir al margen.

Sí, pero estos personajes que están al margen tienen una vida menos marginal que los normales. Se han creado un mundo en el que viven bien. En las novelas negras sí se sacan muchos personajes marginales en el otro sentido. Pero a mí eso no me gusta. Yo en mis libros no toco droga ni violencia?

¿Por qué?

No me gusta. Cuando hay una escena de violencia en televisión, la paso rápido. Yo cuando describo una puñalada hago «pam» y ya está. Otros describen como sale la sangre por la boca? ¿En qué ayuda eso a entender el argumento? En nada.

El juego sí le sigue gustando.

Sí, yo ahora no soy muy jugador pero sí me gusta mucho la psicología del buen jugador y la intento reflejar. Y me gustan mucho los «outsiders», que funcionan con cuatro reglas dentro de su sistema. Que se entienda, no hago un canto a los delincuentes pero sí a los personajes potentes, porque son los que atrapan para que entres en la historia.

¿La novela negra es de perdedores?

Diría que es de escépticos. Si coges el noir francés y la negra norteamericana, todos son escépticos. ¿Qué es un perdedor exactamente? ¿Uno que no tiene nada que hacer en la vida?

No, quizá el personaje de «Atraco perfecto» al que se le cae la maleta llena de dinero cuando intenta escapar.

Sí, pero él no es un perdedor sino que las circunstancias le hacen perdedor. La novela negra está llena de tópicos y yo siempre intento huir de ellos. Yo soy poco lector de novela negra, me gusta más la de espionaje porque explica muy bien la geopolítica, las cloacas del estado, lo que nunca vemos.

¿Sus novelas también valen para explicar la geopolítica y las cloacas valencianas?

Es que me falta perspectiva y no releo mis novelas, así que no lo sé. Para eso están los estudiosos de la literatura, que son los que pueden decir lo que he aportado.

Con tanto novelista autoeditado, ¿se siente usted un 'outsider' por poder vivir de esto?

Hubo una época que me preocupaba que se me fueran las ideas o el público y me quedara sin profesión. Pero llegó el momento en el que me dije que cuando eso pase ya me preocuparé. Pero, evidentemente es un peligro que está ahí. Yo tengo vocación como escritor, es lo que quiero seguir haciendo, pero bueno, las cosas tienen un tiempo y si se me acaban las ideas o el público ya veremos a qué me dedico. No hago demasiadas miradas hacia mí, voy haciendo el trabajo que me gusta y ya veremos lo que dice el tiempo.

¿Piensa continuar la trilogía?

Mientras escribía la novela tenía pensado un añadido en el que el periodista contaba en 2017 en primera persona lo que había averiguado del atraco. Pero con ese añadido me salía una novela de 700 u 800 páginas. Así que lo que haré es transformarlo en novela.

¿Le apetece volver a escribir algo de un ritmo más pausado?

Probablemente la próxima novela no sea así. Cada historia te pide un ritmo. Yo no tengo una historia en la cabeza, no trabajo sobre argumentos sino por ideas. Pero sí tienes una intuición y van saliendo subtramas, vas haciendo...

¿Y se sorprende a usted mismo mientras escribe?

A veces, sí.

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