La Setmana de Bous de Algemesí alzó el vuelo de las emociones en su sexto día de feria. El valenciano Jordi Pérez, anunciado como «El Niño de Las Monjas», hizo vibrar al palenque de la Ribera en su debut como novillero con caballos frente a un buen encierro de Victoriano del Río, hierro que también hacía su presentación en esta peculiar plaza cuadrada. Los cuatro ejemplares que saltaron al ruedo fueron completos y los dos que le tocaron en suerte a Fernando Plaza, que también salió por la puerta grande, fueron los mejores que se han lidiado en lo que llevamos de ciclo.

Las hermanas de la Madre de los Desamparados de San José de la Montaña, que acogieron a Pérez a sus once años, se citaron ayer en Algemesí y le dieron al espada una estampita de la Virgen de los Desamparados «para que le protegiera».

El ambiente ya se palpó momentos previos porque la calle Montaña volvió a inundarse, la plaza registró un lleno y los aficionados sintieron el runrún de las tardes de emociones fuertes, pero tuvieron que esperar hasta el último de la tarde: «El Niño de Las Monjas», ataviado con un inmaculado vestido blanco y oro, demostró lo que significa ser novillero. Es decir, apostar toda su entrega en el día más importante de su vida taurina hasta la fecha, un hecho que se echaba de menos en lo que llevábamos de feria.

Pérez saludó a este último novillo con media docena de largas cambiadas de rodillas que incendiaron la plaza y el publico se puso en pie para corresponder su arrojo, valor y capacidad. El valenciano cogió el aire del exigente astado al natural y los pases de pecho tuvieron su marca de distinción. El novillo fue a más y, tras lograr templados derechazos, se puso de rodillas y casi sin sitio entre el ejemplar y él, enjaretó un par de vibrantes y hondas series de derechazos de rodillas, con arrucina incluida. La plaza explotó y Pérez se fue con todo detrás del estoque para dejar una gran estocada. Paseó las dos orejas en medio del deliro.

Al novillo de su debut, de nombre «Duplicado», número 72; le cortó una oreja. Tras un quite variado, brindó la muerte a los profesores de la escuela taurina. El Sirio resultó cogido de manera muy fea en banderillas, pero tras suturar una herida producida por el arpón, continuó la lidia.

El primer victoriano de la tarde, de nombre «Decorado», fue un novillo que mereció mejor trato. Le tocó en suerte a Fernando Plaza, joven que ha triunfado en Las Ventas, y saludó por verónicas con el mismo temple que embistió el ejemplar. El animal se empleó en el caballo, tuvo fijeza y prontitud y, en la muleta del joven madrileño sacó su buen fondo y desarrolló profundidad y codicia.

«Bochornoso» fue el otro gran novillo de la tarde, estoqueado en tercer lugar. El subalterno Sergio Aguilar realizó una extraordinaria lidia y destapó las virtudes del astado a su jefe de filas: obediencia, humillación y entrega a raudales. El pitón izquierdo fue otro nivel porque cuanto más le bajó la mano, mejor respondió el victoriano y nunca se cansó de embestir con el hocico por delante y el cuello flexible para humillar e ir largo hasta el final. Fernando Plaza tampoco acabó de convencer y paseó otra oreja -que supo a poco- tras un bajonazo.