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Entrevista

María José Moreno: "Nunca planifico lo que voy a hacer con cada personaje"

Soprano, empezó en el mundo de la ópera escuchando la radio y coleccionando cedés

María José Moreno, ayer, en Les Arts. germán caballero

¿Cómo es su personaje de «Le nozze di Figaro», la condesa de Almaviva»?

En esta producción es muy divertida, muy cómica. Emilio Sagi [director de escena] siempre busca la parte cómica de las obras, siempre que se pueda. Es más cómica que en otras producciones, en las que es más sobria y elegante. Aquí es muy difícil encontrar el equilibrio para ser divertida sin pasarse porque es una condesa y debe tener buenos modales. Es un personaje muy rico, con muchos matices. Es difícil como actriz y vocalmente.

¿Cada función es diferente?

Sí. Cada día. Uno no actúa solo. El personaje reacciona muy parecido pero no es que hagas exactamente los mismos movimientos, no somos máquinas. Eso es también lo bonito del directo.

¿Hay lugar para la improvisación en la ópera?

Sí, se puede hacer alguna variación. Mira, el otro día en un recitativo me quedé en blanco; pensé que tenía que responderme el barítono y nos miramos y resultaba que era yo la que tenía que hablar. Al final, reaccionas... Son cosas del vivo, pero es divertido.

¿Lo personal afecta?

No somos máquinas y aunque intentas salir concentrada y con toda la energía en texto y música, te dejas llevar. Nunca planifico lo que voy a hacer con cada personaje. Es lo que siento en cada momento.

¿Qué supone Mozart para usted?

Es de los grandísimos y para mi carrera ha sido muy importante porque es uno de los autores que más he interpretado. Tengo la suerte de que mi voz se adapta muy bien a él.

¿Algún papel deseado?

Hay muchos. Por ejemplo, me gustaría hacer La Traviata. Me lo ofrecieron hace muchos y años varias veces pero yo sentía que no estaba preparada vocalmente. Mi voz no era suficientemente lírica para afrontar el rol. Ahora con los años mi voz ha ganado cuerpo y sí lo haría.

Y alguno que haya hecho del que guarde especial cariño.

Muchos. Lucía de Lucia di Lammermoor, por ejemplo.

¿Cómo se prepara cada día?

No canto todos los días. Si has hecho función hay que estar en silencio al día siguiente y descansar la voz para el día de función. El día que canto intento descansar bien, dormir, comer algo ligero, salir a hacer ejercicio para despertar el cuerpo. No hago nada especial.

¿Tiene algún ritual antes de salir a escena?

No, solo me gusta que me digan «mucha mierda» tres veces.

¿Cómo elige los papeles?

Miraba más mis papeles antes que ahora. He ido incorporando según me los ofrecían. Al principio tenía tanto trabajo que estudiaba según me llegaban. En mi primer año debuté siete óperas y no estudiaba cosas que me apetecieran. Fueron siete óperas y luego zarzuelas, conciertos, oratorios... Acabé tan agotada que estuve tres meses sin escuchar música ni canté nada de todo el esfuerzo que hice.

¿Cómo llegó a la ópera?

La primera vez que escuché ópera fue por la radio, luego me compré una colección semanal y cuando me marché a estudiar a París me enteré que había un coro, me apunté y cantaba de contralto. Cuando volví a España me apunté a la escuela de canto al mismo tiempo que trabajaba como secretaria. Mi sueño era cantar en el Teatro Real, pero en el coro (ríe). Y ya llevo más de 20 años cantando. Soy muy afortunada. Siempre he cuidado mucho lo que he cantado, he rechazado mucho. Y no es humildad, es saber lo que tu voz puede cantar. Tenía claro que no quería hacer una carrera de velocidad, sino de fondo.

¿Cómo reacciona el público ante esta obra?

Es una obra maestra, una producción genial. El público lo pasa genial, se ríe durante toda la función a carcajadas.

¿Qué escucha en su tiempo libre?

Intento buscar el silencio. No estoy todo el día escuchando música. Aunque me gusta de todo.

¿Le gusta Rosalía?

Me encanta. Cuando escuché «Malamente» por primera vez me encantó, me pareció súper original.

¿La ópera necesita su Rosalía?

La ópera no necesita que se le dé ninguna vuelta, ya se le ha dado mucha vuelta. Escénicamente se ha actualizado. Ahora la gente tiene que venir y atreverse con ella.

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