El Museo del Louvre se prepara para uno de los desafíos más faraónicos de su historia contemporánea: el traslado en los próximos cinco años de más de 250.000 obras amenazadas por el Sena, que tendrán como destino su nuevo centro de conservación en Liévin, antigua cuenca minera del norte de Francia.

Son las piezas que el museo más visitado del mundo esconde en su sótano, en pleno centro de París, y que desde hace dos décadas están en peligro por las crecidas del río.

La Prefectura de Policía lanzó la primera alerta en 2002, pero las inundaciones de junio de 2016, por las que el Louvre tuvo que cerrar durante cuatro días para agilizar la evacuación parcial de sus obras, confirmó la urgencia de una mudanza que finalmente se ha establecido a poco más de una hora en tren de la capital.

Tras aquella crisis, el Estado francés se puso las pilas y en menos de dos años ha zanjado la construcción de su Centro de Conservación, inaugurado este martes, situado a unos diez minutos del Louvre de Lens y reservado a investigadores.

«Este nuevo centro muestra la ejemplaridad del Louvre en materia de conservación. Obras vulnerables por el riesgo de inundación, como se vio en 1910 y 2016, quedarán mejor guardadas para su estudio. Es justo que transmitamos este patrimonio a las futuras generaciones», dijo en la inauguración el presidente del museo, Jean-Luc Martinez.

El edificio, a cargo del estudio de arquitectos Rogers Stirk Harbour + Partners, está articulado en torno a una amplia galería, con seis gigantescas salas concebidas a medida. Desde un lienzo de cinco metros de altura hasta pequeños objetos arqueológicos, todos tienen ya una plaza especialmente reservada en Liévin.

El cemento recubre suelo, paredes y techo, ayudando a mantener una temperatura constante pese a sus altas bóvedas de hasta seis metros de alto, en salas llenas de impresionantes rejas movibles preparadas para guardar hasta 300 lienzos.