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Crítica musical

Brillos metálicos en la periferia

InMune

paberse

InMune escogió Sedaví para iniciar la gira de presentación de su nuevo trabajo, un directo grabado en Razzmatazz en 2017 y titulado Seres únicos. Dos años les ha costado ver en la calle a su nueva criatura, parida con ilusión, esfuerzo y una ingente labor de crowdfunding, hecho significativo de cómo está el panorama de la edición física de música independiente en este país. Más cuando se trata de una banda con tres largos en el mercado, un buen colchón de seguidores y cierto renombre internacional, sobre todo en Iberoamérica y que, además, está formada por músicos curtidos. Para celebrarlo, los barceloneses desplegaron el viernes su metal emocional y sutil, aligerado de clichés, potente y oscuro, pero melódico y atractivo. A la calidad indiscutible en la ejecución instrumental y al talento vocal y a la presencia de Morti, la banda añade una inteligente visión de un género con aspiraciones de excesiva trascendencia, dotando a su show de una actitud profesional pero desenfadada, tocando para divertirse y para divertir a los demás. Sin darse importancia, pero sin bajar la guardia, el grupo defendió durante casi dos horas sus letras reflexivas, escritas en elegante castellano, y su música áspera y pesada pero alejada de la pretenciosidad y la grandilocuencia tan comunes en una escena que, por eso mismo, puede aburrir a un neófito. No se equivoquen, hubo metal y del bueno, como quedó patente en canciones como «Bendita demencia», «Tal vez no» y «Llegaré hasta ti» pero también acercamientos al hard rock veloz y de estribillos luminosos en «Más allá» y «El tiempo no existe».

Demostraron que son un grupo con muy buenas canciones y un agudo directo construido alrededor del intercambio de energías con su público, que corea las letras y acaba las frases cuando el vocalista se lanza sin esfuerzo aparente, pero con acierto evidente, a cantar a capella en cualquier momento de su actuación, implicando al respetable en el resultado final y rescatando a posibles oyentes dispersos. Ya les digo, todo muy dinámico y lleno de matices, como el alma pop que se esconde tras la fenomenal «Incertidumbre», el aroma a clásico que despide «Sirenas», el gusto por el rock acústico en «Levitar», o la intensa pero irónica interpretación de «Desmejorado», revestida de humor y alejada de la afectación de Raphael y de la parsimonia de Bunbury. Tras el final, con unas durísimas y tenebrosas «Universal» e «Ilumíname», que fueron acogidas con gozo por la parroquia, Morti sacó una tablet y se puso a pinchar de manera ecléctica y sin formalismos, animando el cotarro pandereta en mano, megáfono en ristre, sonrisa en la cara y gestos de complicidad con todos los que querían seguir disfrutando de la fiesta.

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