¿En qué se inspiró para crear Diecisiete

El origen de la película es un recorte de periódico que estaba en el corcho de la casa de un amigo mío, de David Serrano, que es director, guionista y dramaturgo, que hablaba de una terapia de reinserción con perros en un centro penitenciario; y yo cada vez que iba a casa de David leía el artículo, estamos hablando de 2012. Pero pasaban los años y la noticia estaba cada vez más amarillenta y un día le dije: “Oye David, ¿tú vas a hacer algo con esta historia?” y me dijo: “No, no. Para ti si la quieres”. Para mí, el punto de inflexión fue cuando me planteé qué pasa si, en vez de un centro penitenciario, fuera en un centro de menores. Estábamos hablando de hacer una incursión en el universo adolescente y, sobre todo, el paso a la edad adulta. Siempre me ha llamado mucho la atención que, si cometes un delito un minuto antes de cumplir dieciocho años, tiene unas repercusiones totalmente diferentes que si lo cometes un segundo después de cumplir los dieciocho, entonces quería hacer una película que transcurriera en el filo de los diecisiete a los dieciocho.

Y para crear los personajes, ¿en qué se inspiró?

En realidad los personajes poco tienen que ver conmigo o con mi entorno, pero curiosamente sí que siento que es la película que más me sale de las entrañas. Al final yo me nutro de la vida, de lo que veo, de lo que escucho, soy muy ladrón. O sea, todo lo que observo es susceptible de acabar en una película. Siempre llevo un cuaderno encima en el que tomo notas. A mí me gusta hablar de lo que me rodea, de lo cercano, de las cosas que nos afectan, y también me gusta partir de universos y de núcleos familiares, pero completamente desestructurados, y luego intento pegar las piezas y reconfigurar ese puzzle desordenado.

Todos sus largometrajes han cosechado grandes éxitos. Tiene a sus espaldas treinta nominaciones a los Goya, una candidatura a los Oscar y más de noventa premios internacionales. ¿Qué espera de Diecisiete?

Pues, creo que es una película bastante próxima a mi universo, pero que, digamos que es de corte más intimista, más próxima a mis orígenes, a Azul oscuro casi negro, incluso alguno de mis cortometrajes. He querido hacer una película sencilla que, paradójicamente, para mí es mucho más complejo. Mis anteriores películas son muchos personajes, muchas tramas, y aquí sólo son dos hermanos protagonistas y un solo hilo argumental y cocinar con menos ingredientes, una película más desnuda, más sencilla... quitar, aquello de “menos es más”.

¿Por qué se ha estrenado en cines y dos semanas después en Netflix?

Digamos que es una deferencia y una muestra de respeto por lo que es el cine, por lo que es el cine en el cine, por poder disfrutar de la película en pantalla grande. Aunque sea una película concebida o que su vida comercial va a ser en Netflix, pero también dar esa ventana a las salas comerciales, para la gente que le apetece disfrutar del cine en una sala.

¿Y no cree que esto va a hacer que el gran público no vaya a verla al cine y se espere a tenerla en casa?

Sí, sí, claro, claro. Obviamente la gente en general dice, si la voy a tener gratis dentro de dos semanas... Pero bueno, hay mucha gente que no tiene Netflix, y hay mucha gente como yo, que tiene Netflix y que he ido a ver películas de Netflix como Roma o Elisa y Marcela, las he ido a ver al cine porque me gusta verla en pantalla grande.

Es el primer trabajo que hace con Netflix, ¿cree que es el futuro de la industria del cine, que va en esa dirección?

Bueno, más que futuro, yo creo que es un presente. La irrupción de las plataformas ha revolucionado muchísimo la industria. Hay más trabajo que nunca yo haya visto y, sobre todo creo que hay algo que, para mí es muy interesante y muy bonito de experimentar que es que las plataformas necesitan historias y han puesto el foco en los creadores y nos han dado el poder. Es como que... nos gusta tu manera de contar historias, queremos darte la oportunidad de que tú nos traigas la historia que quieras y preservar una mirada, no hacer una película al dictado de nada ni de nadie, sino que les presentas un proyecto, les gusta, y a partir de ahí, la libertad creativa es absoluta.

En esta película ha vuelto a rodar en Cantabria, como ya hizo con Primos

Bueno, es mi tierra, es la tierra de mi padre, de mi familia paterna y hay algo de la belleza desarmante de los paisajes.

Esta es una película que, igual que Primos es una película más de costa, esta es una película más de interior, de montaña, de prados, de vacas... Y también era como para enmarcar esta road movie, me parecía el escenario perfecto. También crear una especie de burbuja alrededor de los personajes porque al final también es una road movie emocional, que es más de bucear en el interior de ti mismo para deshacer los nudos que te impiden relacionarte con la vida y con tu hermano de manera natural.

Como dice, es una road movie

Sí, ha sido complicado, sobre todo, rodando en Cantabria, con un clima que varía mucho, que es muy cambiante, pero decidimos desde el principio abrazar eso, o sea que, si un día amanecía lloviendo, pues rodábamos. Que si salía el sol, rodábamos. Que si en mitad del día dejaba de llover y salía el sol, seguíamos rodando, porque es parte de lo que sucede en el norte, que el clima cambia de manera muy brusca y eso es algo que se quería que quedara reflejado en la película. En ese sentido también, la apuesta en Netflix fue importante porque entendieron que una película de esencia pequeña no es barata, que rodar ocho semanas en Cantabria, en exteriores con cincuenta o sesenta personas con muchos desplazamientos, cuesta bastante dinero y, en ningún momento lo discutieron.

Es habitual ver en sus películas actores como Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo o Antonio De La Torre. ¿Por qué este cambio en el reparto?

Primero porque ninguno de ellos puede hacer un personaje de veintipico años, ya han crecido (risas). Y también por una necesidad mía personal de reinventarme, porque no sólo ha sido este cambio del equipo artístico, sino también del equipo técnico. Toda la gente con la que he trabajado en esta película es la primera vez que trabajaba con ellos. Había una necesidad de salir un poquito de mi zona de confort, ponerme retos diferentes, como una manera de seguir alerta, de seguir aprendiendo y madurando como persona y como director. Para mí ha sido muy bonita la experiencia. También, trabajar con estos dos chicos, que es su primera película y ver el talento que despliegan en la pantalla en cada momento, en cada día del rodaje, me hacía sentir muy orgulloso, con la sensación de “vale, estos chicos han venido aquí para quedarse”, ¿no?, igual que en su momento lo hicieron Raúl, Antonio y Quim.

Ya hemos hablado de los protagonistas, Biel Montoro y Nacho Sánchez. Vamos a hablar ahora de los otros protagonistas, que son los animales. ¿Es la primera vez que los incluye en sus películas con un papel tan fundamental?

Sí. Además, con la complejidad de que yo no quería perros amaestrados, quería que, al igual que las otras interpretaciones, los perros también tuvieran mucha verdad y mucha naturalidad, entonces mi compromiso fue buscar perros en protectoras de animales, sacarlos de la protectora, con el compromiso luego de encontrarles una familia.

¿Lo han conseguido?

Sí. De hecho, la relación que se crea entre el chaval y el perro, entre Héctor y Oveja, fue una situación que generamos de cero, o sea que Biel no se conocía con el perro. Los pusimos juntos por primera vez, les rodamos cuando se conocen y, a partir de ahí, cada semana, les rodábamos durante tres o cuatro horas, improvisando, dejando que la vida sucediera, que el chaval aprendiera a hacerse cargo del perro, a controlarle, a enseñarle trucos, a cuidarle, a crear ese vínculo que se genera en la película, fue un vínculo real. Y fue tan real que, cuando terminó la película, Biel se ha quedado con Oveja, o sea que eso sí que es un happy ending extra que trasciende la pantalla.

Echando un vistazo a sus redes sociales, se ve que es un amante de los animales, vive con tres perritos, ¿Cómo ha sido para usted trabajar rodeado de animales?

Bien, es verdad que genera cierta sensación de incertidumbre porque no sabes qué va a ocurrir y no puedes controlar. La comunicación es diferente y más si no son animales amaestrados, pero, por otro lado, yo en general me siento mucho más cómodo rodeado de perros que de seres humanos. Creo que hay una relación más humana, más directa, más clara, más... que a mí me hace sentir más a gusto, entonces yo lo he disfrutado muchísimo, muchísimo, y creo que también quería hacer esa especie de canto, amor por los animales y los perros en concreto en la película. Y también poner cierto foco en el trabajo de las protectoras y el lema de “No compres, adopta”, porque no deja de ser la historia de dos chavales que son como dos perrillos abandonados en busca de adopción.

Y, por último, hay una frase que se repite bastante a lo largo de la película: “Hay que aprender a perder”. ¿Se resumiría así la esencia o el mensaje de la película?

Yo diría que sí. Y además no fui consciente ni cuando escribí el guion, ni cuando lo ensayamos, y fue precisamente rodando la secuencia en que Ismael habla de que tienen que aprender a perder, que ese mismo día dije: “anda, pues de esto va la película, y me acabo de dar cuenta en mitad del rodaje, de lo que quería hablar, que quería hablar de esto”. Y no era consciente hasta ese momento. Y sí, eso es, la necesidad de aprender a perder como algo positivo para seguir avanzando, ¿no?, para empezar a ganar.

La película fue presentada el pasado mes de septiembre en la 67ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y, por ahora, solo ha cosechado buenas críticas.