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Las cornadas tiñen de dureza el final

Los cirujanos Val-Carreres y García Padrós obran el milagro de salvar la vida al banderillero Mariano de la Viña y al diestro Gonzalo Caballero

Las cornadas tiñen de dureza el final

Las cornadas marcaron el final de la Feria del Pilar de Zaragoza, tal día como hoy hace una semana, y el colofón de la temporada taurina de 2019.

Ramón Pérez de Ayala, el escritor que compartió la amistad de Juan Belmonte con Valle-Inclán, puso en relieve esta idea en un artículo titulado «La ética de los toros» publicado en 1961: «Las corridas de toros nos presentan esa tragedia natural de destino ante los ojos y dentro del corazón y no por simulacro como en las tragedias escénicas, sino en vivo, mano a mano con la muerte de verdad». En ese texto, el autor de Oviedo, Premio Nacional de Literatura en 1927, también resaltó que el toro simboliza la naturaleza, eternamente indómita y en acecho: «El toreo representa la ética del honor, que es la del sacrificio desinteresado de la propia vida».

Por ello, los toreros llevan al límite su vida cada tarde que se visten de luces y, en diferentes ocasiones, han sentido el aleteo de la muerte demasiado cerca como peaje a su pasión. El último caso fue el del banderillero de confianza de Enrique Ponce, Mariano de la Viña -de 51 años de edad-, tras sufrir el pasado domingo una de las cogidas más graves de la temporada con dos heridas por asta de toro: una de 27 centímetros que entró por el triángulo de scarpa derecho y arrancó la arteria femoral y otra que penetró por el glúteo con 22 centímetros y alcanzó el recto y la vejiga y rompió la iliaca interna.

El parte médico firmado por el cirujano jefe de la plaza de toros de Zaragoza, el doctor Val-Carreres, calificó el estado del subalterno albaceteño como «situación cataclísmica» tras sufrir varios paros cardíacos y estar desde las siete de la tarde hasta las dos y media de la madrugada en el quirófano. Ponce, cuando recogieron del ruedo el cuerpo inconsciente de su hombre de confianza, llegó a decir que «entró muerto a la enfermería».

De la Viña sigue en la UCI del Hospital Quirónsalud de Zaragoza, está despierto, sin ventilación mecánica y ya se ha levantado a un sillón, aunque su estado sigue grave. Esa misma tarde, Perera también sufrió otra extensa cornada, aunque menos grave, con 20 centímetros en el muslo izquierdo. Tras la urgencia del percance del banderillero de Ponce, al torero extremeño le cortaron la hemorragia en la enfermería y fue derivado al hospital para operarlo.

Un día antes, Gonzalo Caballero necesitó seis bolsas de sangre y cinco horas de operación en Las Ventas para reponerse de una cornada de dos trayectorias de 30 y 25 centímetros que seccionó la vena femoral con un pronóstico gravísimo. El torero sigue afebril en la UCI del Hospital San Francisco de Asís, aunque necesita diálisis para ayudar a los riñones a recuperar su funcionamiento.

El equipo médico de la plaza de toros de Madrid, comandado por el doctor García Padrós, volvió a salvar la vida de un torero.

El banderillero valenciano Rubén García recibió el alta hospitalaria el pasado jueves después de recibir una cogida «grave» el sábado en la feria taurina de La Peza (Granada) mientras actuaba en la cuadrilla de Juan Cervera. A la salida del último par al tercer novillo, el subalterno se resbaló y recibió una cornada a la altura de la axila con dos trayectorias: una hacia el hemitórax derecho que rompió las dos primeras costillas y otra en dirección al cuello. Según fuentes médicas, el herido fue trasladado del Hospital Virgen de las Nieves de Granada al Hospital General de València en el que estuvo ingresado un día y medio y fue controlado por el equipo médico de la plaza de toros del «Cap i casal», dirigido por el doctor Cristóbal Zaragoza. El pasado jueves le retiraron el drenaje y ahora tiene que cumplimentar curas ambulatorias a diario.

A Javier Cortés, tras su cornada en el ojo derecho sufrida en Las Ventas este verano, se le reconstruyó el globo ocular pero carece de visión y se encuentra a la espera de la siguiente operación en el Instituto Oftalmológico de Madrid a finales de octubre. Precisamente, a finales de este mes Rafaelillo también se someterá a otro TAC para valorar su evolución de las seis costillas fracturadas, el líquido en la pleura, la inflamación en el hígado y la disfunción de la parte inferior del pulmón izquierdo tras su cogida brutal en los Sanfermines de Pamplona.

Sin duda, la verdad de la fiesta de los toros y su autenticidad convierte a los toreros en los últimos héroes populares del siglo XXI.

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