Franco yace fuera del Valle de los Caídos. Lo ha hecho bajo el halo de dos de las palabras que más resuenan hoy en día en los debates y en las tertulias televisivas: memoria histórica. Las dos levantan ampollas a unos y complacen a otros. También plantean dudas. De hecho, nunca antes había sido tan necesario tener un manual de historia a mano. Por ello, Desfiladero ediciones acaba de lanzar Memoria y viñetas, una guía para estudiar el periodo que va de la Segunda República hasta la Transición española a través de las historietas de algunos de los autores más destacados del noveno arte en España, como Antonio Altarriba, Jaime Martín, o los valencianos Paco Roca, Sento Llobell, Jordi Peidró y Ana Penyas.
La obra, coordinada por David F. de Arriba, cuenta con las palabras de personalidades como Enric Garriga, presidente de Amical de Mauthausen y otros campos donde acabaron las víctimas españolas del fascismo o de autores como Antonio Altarriba. «El estallido de la memoria del siglo XX se prolonga ya desde hace años y está teniendo la historieta como forma de expresión privilegiada. Se suelen dar diversas explicaciones al fenómeno. El cómic es un medio más barato que permite la superproducción visual. Es un medio de tradición popular que ha podido resultar más cercano a algunas capas sociales. Su utilización de la imagen permite una reconstrucción documentada del ambiente de la época... Pero sobre todo, pone cara y expresividad a los que han sido borrados en su identidad y en su sufrimiento», asegura Altarriba.
Hasta ahora, el cine era el producto más popular para aproximarse a cualquier periodo histórico, con permiso de las series. La Academia de Cine española cuenta con kilómetros de cinta en la que se retratan las diferentes etapas de la guerra, la República y el exilio, como El espíritu de la colmena (1973), Soldados de salamina (2003), Ay, Carmela (1990), La hora de los valientes (1998) o Las 13 rosas (2007). Sin embargo, puede que el noveno arte le esté pisando los talones. «A diferencia del cine, en el cómic los pensamientos del creador se pueden plasmar directamenate. Hay incontables ejemplos en los que los autores hablan de sus propias vivencias o de su memoria familiar», explica F. de Arriba. De hecho, la familia es el recurso que más ha funcionado en el sector del cómic. El historietista aragonés Antonio Altarriba contó la vida de sus padres en dos obras El ala rota y El arte de volar, obra que mereció el Premio Nacional de Cómic. Por otra parte, Sento Llobell llevó a la historieta la historia de su suegro, el Doctor Uriel y la valenciana Ana Penyas decidió retratar la realidad de sus dos abuelas. Por otra parte, el historietista catalán Jaime Martín recuperó la historia de sus padres y la de sus abuelos en Las guerras silenciosas y Jamás tendré 20 años.
Otro autor, Gerardo Vilches compara la conquista cultural de la novela gráfica en el siglo XXI a la recuperación de la memoria republicana y la reflexión en torno a la Transición. Además, avisa que el futuro del cómic más innovador se encuentra en la autoedición. «En los últimos años ha florecido una emergente escena de autoedición como reacción al crecimiento mercado de la novela gráfica, pero también como resultado de sus conquistas culturales», ya que «una cantidad cada vez mayor de artistas de todo el globo están realizando su trabajo al margen. En este ámbito, es posible encontrar literalmente cualquier estilo gráfico», asegura el divulgador, en relación a cómics más experimentales como el de la dibujante murciana Ana Galvañ o la sevillana María Medem.
Memoria y viñetas cuenta además con propuestas didácticas que parten directamente de novelas gráficas como El arte de volar, de Altarriba (Norma); El ala rota, de Altarriba (Norma); Doctor Uriel (Astiberri), de Sento Llobell; Las guerras silenciosas (Norma), de Jaime Martín; Jamás tendré 20 años (Norma), de Jaime Martín; Cuerda de presas (Astiberri), de Jorge García; Los surcos del azar (Astiberri), de Paco Roca; Esperaré siempre tu regreso (Desfiladero), de Jordi Peidró; Mil vidas más (Edicions de Ponent), de Pepe Gálvez; Paracuellos (Debolsillo), de Carlos Giménez; España. Una, grande y libre (Debolsillo), de Carlos Giménez; Estamos todas bien (Barlin), de Ana Penyas; y El violeta (Drakul), de Marina Cochet, Juan Sepúlveda y Antonio Santos.
El manual cuenta además con una guía que explica las diferentes partes de un cómic y un glosario donde aclara conceptos como secuencia o línea cinética.
