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Crítica musical

Pianista vs piano

Pianista vs piano

Tercera visita a la SFV del excelente pianista Luis Fernando Pérez (Madrid, 1977), quien en esta ocasión propuso un muy atractivo programa capaz de ratificar la gran consideración que goza entre el púbico español así como en no pocos países europeos, Estados Unidos y Asia.

Desde los primeros compases de las Scenes d'enfants, de Frederic Mompou se hizo evidente que el Bechstein de la Fundación Bancaja iba a pasar de cómplice a contrincante. Hay algo en las tripas de ese instrumento que no permitió al interprete ni los modos ni modales exigidos por ese repertorio. Dicho esto, LFP desarrolló todo un ejercicio de pulcritud en estas piezas infantiles donde el compositor catalán recrea la canción La Filla del marxant.

Mompou escribió estas pequeñas filigranas hacia el final de la Primera Guerra Mundial, quedando como toda una muestra de su visión impresionista, impregnadas de sensualidad y lirismo, que el pianista madrileño disfrutó e hizo disfrutar en la intimidad de su interpretación con modélico uso de ambos pedales.

El bloque de Mazurcas, Nocturnos y el 3er. Scherzo, de Chopin, (curiosamente todas en modo menor) evidenciaron más aún las tensiones entre interprete y teclado y no sólo por la falta de respuesta dinámica del mismo, sino porque el sonido se percibía sin las brumas, luces y colores que con otro piano se hubieran conseguido gracias al esforzado tratamiento y sensibilidad de Luis Fernando Pérez para sacar a flote las excelencias de estas piezas. Posiblemente, es lo que le obligó a modificar alguna de ellas. En la segunda parte, cambió (sin previo aviso) el orden, para comenzar con los Momentos Musicales op.16, de Rachmaninov. Unas piezas de bravura donde su autor, enorme pianista que medía casi dos metros y cuya mano alcanzaba trece notas, ejerce como gran virtuoso imponiendo toda clase de desafíos técnicos en unos ejercicios de pirotécnica donde, afortunadamente, su estilo melódico siempre prevalece. LFP los defendió en un derroche de gran altura, si bien algunos excesos de sonoridad pueden entenderse a los problemas con el instrumento y no menos, a las dimensiones de la sala de Bancaja.

Para finalizar, el ballet E l Amor Brujo, de Manuel de Falla, en la versión para piano del propio autor, en la que el pianista madrileño iba a encontrarse con los mismo escollos, lo que no impidió lograr una rítmica ajustada en la descripción del argumento de la obra. Un preludio de Rachmaninov fue el bis elegido para agradecer las ovaciones y bravos de los entusiasmados socios de la SFV que supieron apreciar el esfuerzo del artista. De justicia será que vuelva en mejores condiciones.

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