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Entrevista

Espido Freire: "Después de veinte años he conseguido afianzar mi voz"

«Ganar el Premio Planeta fue para mí un punto de partida»

Espido Freire: "Después de veinte años he conseguido afianzar mi voz"

P «De la melancolía» habla de depresión, crisis económica, relaciones personales que van y vienen... ¿En qué se inspira para escribir esta novela?

R Yo creo muy poco en la inspiración. Cuando se está escribiendo una novela, antes o después surgen historias que son relevantes para el autor. No tiene que ver tanto con la inspiración sino con una especie de interpretación de la realidad. Hay dos ejes muy relevantes: la relación de Elena con ella misma, como comienza desde una negación a una depresión, hasta salir de ella, y por otro lado el mensaje y la historia que cuenta Lázaro sobre su propio pasado. El otro gran tema sería el de la crisis, el marco en el que todo esto ha ocurrido, y no ha ocurrido por casualidad. Si no se hubiera dado ese marco posiblemente ni la historia de Lázaro ni la de Elena serían esas.

P ¿Es Elena un reflejo de usted misma?

R No. Elena es un personaje que nace de una reflexión durante la promoción de mi anterior ensayo. Yo hay algo que sí que le presto de este personaje, que es mi experiencia con la depresión. Cuando hablaba de ello en las conferencias de ese libro, aparecía gente, casi avergonzada, que me decía que sabía de lo que estaba hablando, pero que no se atrevía a contarlo. De todas esas voces de quien no se atreve a contarlo nace Elena, que sí que ha tomado prestada una de las experiencias más duras de mi vida.

P Habla de la Guerra Civil desde los ojos de un anciano que vivió en el exilio...

R El hecho de entender mejor la realidad y qué está pasando a día de hoy me llevaba a justificar que Lázaro hablara de su propia existencia. El hecho de comparar dos sufrimientos: «¿Cómo de mal lo estoy pasando?», «¿estoy exagerando?», «¿mi dolor llega del uno al diez?». Cuando Lázaro cuenta su vivencia le obliga a Elena a confrontar si su dolor es un diez o es un seis. Le otorga una cierta dignidad a su sufrimiento, diciéndole que ella estaba sufriendo por otra cuestión y en eso están hermanados.

P ¿Por qué has decidido dejar a un lado las novelas históricas y centrarte en el presente con «De la melancolía»?

R No las he dejado, solamente es esta novela (risas). De hecho, estaba trabajando en esta novela al mismo tiempo que en «Llamadme Alejandra», por lo tanto no ha habido un abandono de una a favor de otra, me interesan las historias independientemente de en qué época transcurran.

P Es la escritora más joven en ganar un Premio Planeta. ¿Cómo vivió aquel momento?

R Hace 20 años las circunstancias del mundo literario eran muy diferentes a las de ahora, y la repercusión que tenía el Premio Planeta era, si cabe, mayor que ahora. Las redes sociales no existían, con lo cual dependíamos de los medios convencionales, que llegaban a todos los lugares, y eso hizo que mi premio fuera muy conocido y muy comentado, de hecho veinte años más tarde la gente se acuerda de ese premio por encima de otros. Para mí fue la oportunidad de encontrar un espacio como autora que hubiera tardado mucho más tiempo en conseguir, e intenté aprovechar esa oportunidad de la manera más inteligente posible, es decir, no confiarme, continuar estudiando y trabajando. Más que el éxito o el deslumbramiento que alguno puede pensar, para mí fue un punto de partida.

P ¿Esperaba llegar donde ha llegado?

R No me veía en 20 años, yo quería continuar siendo escritora y afianzar más mi voz como autora, y creo que esas dos cosas las he conseguido. También me imaginaba otras cosas que he ido cumpliendo: vivir fuera, ser traducida, traducir yo, probar los distintos géneros... La verdad que en estos 20 años me he portado bastante bien con mi «y0» de 25, casi todos los sueños se los he dado, aunque no siempre ha sido fácil.

P Cuando empezó a publicar todavía no existían las redes sociales. ¿Nota un gran cambio en la interacción con el lector?

R Abismal. El encuentro con el lector entonces se realizaba a través de conferencias, firmas, ferias... era de tú a tú. También recibía cartas, libros o algún detalle por correo postal. Con las redes sociales, el escritor puede comunicar de manera directa, sin intermediarios, lo que permite a autores que no tienen acceso a otro tipo de medios compartir su propia idea, y a mí me permite completarla. El vínculo con el lector es mucho más directo, puedo incluir sentido del humor, mis viajes, recomendaciones literarias... Eso supone crear contenido para las redes, algo que si se hace bien es muy satisfactorio.

P Hablando de las nuevas tecnologías, ¿de qué manera cree que afectarán a la manera de consumir literatura?

R No lo podemos saber. Posiblemente se combinará la versión convencional con formas nuevas. Está por ver cuáles son los puntos de unión entre la narración y lo audiovisual, las posibilidades son infinitas.

P ¿Algún proyecto entre manos?

R Sí, trabajo siempre en varios proyectos a la vez. Estoy trabajando en mi siguiente ensayo y en novela juvenil.

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