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Entrevista

Fernando Sánchez Castillo: "La memoria es enemiga de esta sociedad"

«Tenemos que decidir si queremos ser consumidores o queremos ser ciudadanos», asegura el artista

Fernando Sánchez Castillo: "La memoria es enemiga de esta sociedad"

De pequeño solo hacía que dibujar y leer. Ahora, se pasa el día jugando. Desde hace unos días, Fernando Sánchez Castillo vive rodeado de soldaditos de plástico y de viejas fotografías en la galería 6 del IVAM, donde el próximo 14 de noviembre inaugurará «Fake games», un memorial colectivo -y participativo- sobre la Guerra Civil en el que habitan miles de soldaditos de plástico. Todos reproducen la figura de Muerte de un miliciano, la famosa fotografía de Robert Capa. «Cada visitante podrá escribir un recuerdo familiar o una reflexión en un post-it, a cambio se llevará un 'soldadito'». Este ejército de milicianos estará acompañado de decenas de juguetes y fotografías antiguas que repasan la imaginería que esconde la instantánea de Capa.

P ¿Por qué tanta fascinación por «Muerte de un miliciano»?

R Robert Capa era un nombre inventado, una marca que servía a Gerda Taro y a Endre Ern? Friedmann. Tras la muerte de Gerda en la Guerra Civil, Ernö se quedó con el nombre de Robert Capa. Ellos hicieron una fotografía increíble, Muerte de un miliciano, que todavía hoy representa la Guerra Civil española en todo el mundo. La gran sospecha es que la hizo Gerda. Hay muchas incógnitas tras esta imagen. El hecho de que probablemente sea falsa le aporta un interés mayor para el mundo del arte. Y también para el mundo de la información porque demuestra cómo el arte influye en la propaganda y cómo la propaganda influye en el arte. Este es el motivo de esta exposición.

P ¿Los soldaditos simbolizan a los vencidos?

R Representan a los dos bandos. Forman un memorial sobre la Guerra Civil desjerarquizado, porque todo el mundo va a poder venir y contar su historia. Vamos a intentar contar cosas que no están en los libros. Anécdotas o detalles que nos han contado quienes vivieron ese periodo. Es la intrahistoria. Cosas que pensamos que no van a interesar a nadie, pero que al final son las cosas que más se han vivido.

P ¿El hecho de que la foto de Capa no existiese no le quita valor?

R Al revés, para mí tiene más importancia. Está bien que exista un debate, pero para mí, todo es una construcción de la realidad. La imagen del miliciano la construyó alguien que tenía una vista privilegiada. De hecho, la nombraron como uno de los iconos de la Guerra Civil. Una imagen es potente cuando tiene una trascendencia en lo antiguo.

P De ahí tantos juguetes diferentes en la sala...

R Sí, una parte de la exposición estará tomada por los soldaditos de plástico y la otra por un «Mental map» («Mapa mental») que se basa en los antecedentes y en las imágenes posteriores a la imagen del miliciano, que es una especie de pietà. Por eso aquí hay referencias a Jesús crucificado, a las pinturas de Goya o al mito de Níobe... Ella fue una mortal a la que castigaron los dioses por tener muchos hijos. Apolo y Minerva mataron a sus hijos con flechas. El «Mental map» intenta seguir iconográficamente la fotografía de Capa. También hay juguetes, libros, fotografías anónimas, representaciones de milicianos de la Guerra Civil...

P ¿Solo hay de la Guerra Civil?

R No, de todas las épocas. De hecho, tengo un cartel de la Ruta del Bacalao, de la discoteca NOD de Riba-roja.

P ¿Por qué?

R Mucha de la iconografía que está en la Guerra Civil y en el Valle del Juguete (Onil, Ibi, Biar, Tibi y Castalla), que fueron fábricas colectivizadas, se repite en la época de la movida valenciana. Mira, este -coge el cartel- es un hombre que parece que viene de la fábrica. Es una contrarrevolución, por así decirlo. El origen se encuentra en el Valle del Juguete, donde se creó un hombre de nuevo. Las industrias del juguete se pusieron a producir pertrechos de guerra para poder ganar la contienda. Se pusieron a hacer munición, moneda incluso...

P Hay una pieza que tiene un espacio singular en la exposición.

R Sí, el miliciano republicano. Lo hemos traído desde el Museo del Juguete de Figueres y tiene su origen en la fábrica de Payà Hermanos, de Ibi, que se colectivizó. Pararon la reproducción de juguetes. De hecho, durante la guerra solo fabricaron de un tipo: este. Un miliciano republicano que levanta el puño. Como se ve claramente a que bando representa este muñeco, las familias pensaron que no era conveniente tenerlo después de la guerra, así que decidieron deshacerse de todos ellos. Este es el único que queda. Y buscamos a los demás. Queremos a los milicianos de Ibi. Este es un juguete exiliado y ahora vuelve a la Comunitat Valenciana. Lo curioso es que este juguete no era para niños, sino para jóvenes de a partir de 15 años, edad a la que ya podías ser reclutado. La mayoría no sobrevivía.

P ¿Por qué eligió esta temática?

R Porque se vinculaba mucho con la Comunitat Valenciana. La industria del juguete estaba en Alicante y además, se supone que el miliciano de la foto de Capa era de Alcoi, Federico Borrrell, que no murió en ese momento, sino mucho más tarde. València también era el lugar en que la República tuvo su capital durante un tiempo. Me apetecía hace un memorial colectivizado, como se colectivizaban las fábricas. Considero que este es una ciudad muy interesante, al lado del Mediterráneo y cerca de África y Europa.

P La dinámica de la exposición raya, indudablemente, en lo personal.

R La memoria íntima se pierde y se descontextualiza conforme mueren sus protagonistas. Aquí lo que hemos intentado hacer es una cápsula del tiempo, de pequeñas historias que son muy importantes. Es lo que nos queda de veracidad. Hace poco me ha contado una persona que lo que hacía una tía abuela suya durante los bombardeos era ir buscar al burro. Es una historia muy bonita. En mitad de esa catástrofe, lo único en lo que pensaba era en el burro porque era su medio de transporte, con el que iba a por agua y a por comida. Es un miembro más de la familia.

P Ahora buscaríamos el móvil.

R Claro, porque es lo que nos conecta con el resto del mundo. Sería nuestro salvavidas.

P ¿Dónde se hicieron los soldados de Capa?

R Es una fábrica de México, propiedad de un republicano español en el exilio. Me gustaba la idea de reintroducir a estos exiliados aunque de una manera simbólica. Vienen a recuperar las historias de la Guerra Civil a través de los visitantes.

P Tengo entendido que tiene fijación por la fotografía de otros.

R Sí. Colecciono fotografías en las que aparece gente que juega a morir y a matarse. La primera que encontré me la trajo un amigo, las otras las encontré en álbumes de familiares, en el rastro... Muchas son del ejército. En total hay 700. Se colocarán en la segunda planta, es decir, en el desván de la sala, donde vamos a mirar las fotos antiguas.

P Siempre hemos jugado a matarnos, ¿no? Ahora también en los videojuegos.

R Ah, mira, no lo había pensado. En algunas fotografías también aparecen ejecuciones, hay algunas muy locas.

P ¿Qué vino primero, la necesidad de narrar pequeñas historias de la Guerra Civil o coleccionar fotos en torno a la violencia?

R Primero fue el deseo de conocer qué había detrás de la imagen de Capa, que está tan trillada y que tiene tantos misterios. Esa imagen es todavía una sinécdoque de muchas cosas. La exposición tiene muchos niveles de lectura y cada uno se puede quedar con lo que quiera. Luego también hay una reflexión sobre la época en la que los recuerdos eran físicos, ahora los nuestros están digitalizados. Quiero recuperar la fisicidad de los recuerdos, por ello pido que los visitantes anoten su memoria en un post-it.

P ¿Vemos la memoria demasiado volátil? Escribimos mil mensajes cada día y hacemos muchas más fotos de las que podemos asimilar. ¿Se ha desvalorizado la memoria?

R La memoria es enemiga de la sociedad que tenemos, de la sociedad postcapitalista. Alguien que es capaz de recordar e investigar no resulta productivo, no resulta interesante. En el fondo de lo que se trata es de decidir si queremos ser consumidores o ser ciudadanos. Esta es la primera vez que en España un museo ofrece una escultura de plástico a cambio de un recuerdo. El IVAM tiene el afán de guardar las musas, las inspiraciones de la gente para vivir en el presente.

P ¿Dónde irán a parar estos «post-its» con recuerdos?

R Se pondrán en la pared. Aquí tendremos post-its aunque cada uno podrá venir con el suyo de casa si quiere. Yo lo he traído de casa.

P ¿Qué ha escrito?

R He escrito que el juguete es un monumento que puedes guardarlo en el bolsillo, que crea comunidad, y que tenemos que recuperar las instituciones para que se conviertan en espacios de intercambio.

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