El periodista y escritor Ali Lmrabet (Tetuan, 1959) tiene una extensa hoja de servicio a favor de la libertad de expresión. Lmrabet que ha escrito en diferentes medios críticos con el régimen marroquí y fundado revistas como Demain o Demain Magazine y Duman, sostiene que ahora esa libertad de expresión que es un derecho básico está «peor» en todo el mundo. Fue condenado a tres años de prisión, pero indultado en 2004, aunque un año después se le prohibió ejercer su profesión en Marruecos.

Su reivindicación es «volver a la esencia del periodismo». O sea que «el periodista vaya y compruebe una información, la recomponga y la transmita a los lectores». De esa manera se recuperará la confianza con los periodistas, que según dice se perdió «cuando nos dejamos influenciar por el que manda».

Ali Lmrabet estuvo ayer en València para participan en una mesa redonda sobre La ficció de la llibertat con Toni Mollà y Mercè Ibarz, moderada por Gustau Muñoz y organizada por el PEN en el Centre Octubre.

Recuerda que la receta que propone la puso en practica con sus reportajes sobre los tuaregs de Malí y Níger que vivían al lado de Al Qaeda o cuando publicó las crónicas de los subsaharianos que esperaban subirse a una patera en Marruecos para llegar a España. Sin cuestionar los nuevos periodistas que salen ahora de las facultades, resalta que «en muchos países cuando los grandes periodistas se jubilan, los vuelven a reclamar como colaboradores porque tienen una gran visión de la actualidad».

«Marruecos está fatal», contesta cuando se le pregunta por su país, y señala que «hay un periodista condenado a 15 años de cárcel, otro a tres y mil presos políticos». Reconoce que hubo años mejores, pero «es cuestión del sistema que de vez en cuando deja de apretar». Y sobre las relaciones entre España y Marruecos subraya que «son oficialmente buenas», pero que su país presiona con sus fronteras porosas para obtener acuerdos de pesca, «como reconoció el ministro Fernández Díaz cuando dejó de serlo». «Un chantaje que funciona».

Afirma no tener miedo «porque he recibido muchos golpes», aunque le preocupa más la censura global que la personal. Se siente muy agradecido a la solidaridad que recibe en España, por eso «respeto todas las sensibilidades y no me meto en temas políticos».

Con todo se declara «pesimista», no solo en cuanto a la libertad de prensa, también con el cambio climático, pero «antes de defender la libertad de los marroquíes defiendo la mía, sin insultar».