A medida que pasan los años sostengo con más firmeza que la navidad es un estado de ánimo no apto para descreídos, cínicos o misántropos. El gentío, la felicidad más o menos impostada, los niños sin colegio, las reuniones familiares, los buenos deseos, las compras, los regalos y los atracones gastronómicos pierden su razón de ser conforme vas cumpliendo una edad. Estos denominadores son comunes en los territorios dominados por los valores cristianos, capitalistas y occidentales como también lo es la música navideña. Y no hablo precisamente de villancicos. En el panorama musical anglosajón los discos con esta temática son una tradición tan desarrollada como asar el pavo o que el orondo abuelete barbudo se te cuele por la chimenea en nochebuena. Artistas como Elvis, Sinatra y los Beach Boys, entre otros, han editado discos con piezas y portadas más o menos alegóricas y sentimentales, relacionadas o no con el asunto religioso. Pueden girar en torno a la nieve, Santa Claus y sus renos, la familia, el árbol, los amigos ausentes, el amor romántico o la soledad, y no necesariamente con el portal de Belén, el niño Jesús, sus progenitores, los pastorcillos, la redención y otros elevados conceptos. Phil Spector y toda su troupe, Brian Setzer o los mismísimos Weezer también cumplieron. Recuerden que son fechas en las que corre el dinero y se compra y se regala mucha música, así que ni los artistas ni la industria quieren dejarse un bocado tan suculento en el plato.
