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Crítica musical

Ya es navidad en Josh Rouse

Ya es navidad en Josh Rouse

A medida que pasan los años sostengo con más firmeza que la navidad es un estado de ánimo no apto para descreídos, cínicos o misántropos. El gentío, la felicidad más o menos impostada, los niños sin colegio, las reuniones familiares, los buenos deseos, las compras, los regalos y los atracones gastronómicos pierden su razón de ser conforme vas cumpliendo una edad. Estos denominadores son comunes en los territorios dominados por los valores cristianos, capitalistas y occidentales como también lo es la música navideña. Y no hablo precisamente de villancicos. En el panorama musical anglosajón los discos con esta temática son una tradición tan desarrollada como asar el pavo o que el orondo abuelete barbudo se te cuele por la chimenea en nochebuena. Artistas como Elvis, Sinatra y los Beach Boys, entre otros, han editado discos con piezas y portadas más o menos alegóricas y sentimentales, relacionadas o no con el asunto religioso. Pueden girar en torno a la nieve, Santa Claus y sus renos, la familia, el árbol, los amigos ausentes, el amor romántico o la soledad, y no necesariamente con el portal de Belén, el niño Jesús, sus progenitores, los pastorcillos, la redención y otros elevados conceptos. Phil Spector y toda su troupe, Brian Setzer o los mismísimos Weezer también cumplieron. Recuerden que son fechas en las que corre el dinero y se compra y se regala mucha música, así que ni los artistas ni la industria quieren dejarse un bocado tan suculento en el plato.

Josh Rouse presentó el martes su nuevo elepé «The Holiday Sounds», repleto de música sosegada, emocional, bonita y ornamentada, que apela al corazón, plasma sentimientos propios de estas fiestas y relata con poesía escenas relativas al asunto. Como mandan los cánones. Y lo hizo respaldado por una banda española anclada en el folk pop de sonido limpio, profesional y melódico que tanto gusta al trovador de Nebraska. Rouse es querido en València y se sintió cómodo en su propia casa cantando con una voz madura e interesante que pasaba del rasgado al falsete sin aspavientos, siempre sin darse importancia, cuatro palabras que resumen su atractiva carrera. Durante el show, que despedía aromas de Nashville, el autor de 1972, nos reveló su sentir navideño en canciones como «Easy Man», «Mediterranean X-Mas», «New York Holiday», con toques de jazz o bien disfrazando a Dylan de Papá Noel en «Red Suit». También hubo sitio para el dinámico cantautor de tintes californianos en «Salton Sea», «It Looks Like Love», «Carolina», con su incontestable pureza melódica, o esa maravilla de escuchas infinitas que es «Slaveship». Rouse emocionó especialmente cuando se quedó a solas con su guitarra para regalarnos «Love in the Modern Age» apoyado únicamente por los acertados coros de sus numerosos admiradores que acudieron a ver cómo el artista remataba la noche sacando músculo y saber hacer en «It's the Nightime» y «Love vibration».

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