La ciudad alemana de Erfurt celebró ayer con una fiesta popular el regreso a su ubicación original de la última obra de Josep Renau (1907-1982), el mural El hombre, la naturaleza y la técnica, tras cuatro años de planificación y trabajos de restauración.

El mosaico exterior, de 7 x 30 metros, cuya ejecución comenzó en 1980, fue completado tras la muerte de Renau por el colectivo de artistas con el que el cartelista, fotomontador y muralista valenciano había trabajado en el diseño del mismo y presentado en 1984 con motivo de la inauguración del centro de cultura y ocio para el que había sido proyectado.

Más de dos décadas después, cuando sobre el centro de cultura, ubicado en la plaza Moskauer Platz, pesaba la amenaza de demolición, vecinos, exalumnos y compañeros de Renau y expertos en patrimonio sacaron adelante una iniciativa por la que la obra fue declarada monumento de interés histórico.

Obra de 70.000 azulejos

La obra, cuyos 70.000 azulejos fueron convenientemente desmontados en 2009 por partes y almacenados en contenedores para su restauración, sobrevivió así a la demolición definitiva del centro cultural en 2013.

Durante varios años, el destino del mural almacenado era incierto, hasta que en 2016, la Fundación Wüstenrot y las autoridades locales decidieron hacerse cargo de la obra.

El mural muestra de izquierda a derecha abundante vegetación y un par de manos abiertas, una de las cuales sostiene una manzana partida y la otra, un poliedro policromático. Sobre las manos abiertas unos círculos con una cruz y una flecha aluden al principio de lo masculino y lo femenino. En el lado derecho del mural se ven figuras organizadas como si se tratara de la mesa de un arquitecto o un planificador urbanístico: cuerpos arquitectónicos, trazados de calles, un compás y árboles deshojados y en tonos otoñales.

Philip Kurz, gerente de la Fundación Wüstenrot, destacó que el mural «no tiene una carga ideológica» y no es una obra que pretenda mostrar «las virtudes del socialismo». Según el consejero de Cultura de la embajada de España, Juan Manuel Vilaplana, la obra se caracteriza por «expresar el espíritu de su tiempo, las ideologías del siglo XX, desde las utopías al totalitarismo», pero también «por un profundo humanismo», lo que hace que la obra de Renau «siga teniendo la actualidad que podemos comprobar».

El alcalde del distrito en el que se encuentra la Moskauer Platz, Torsten Hass, calificó el retorno de la obra a su lugar original de «gran momento» y subrayó que el barrio, con sus alrededor de 8.000 vecinos, recupera «una parte de su identidad».

El empeño de una ciudad

Kurz señaló que España habría heredado con gusto este mural si la ciudad de Erfurt no hubiera puesto todo su empeño en conservarla. En ese sentido, añadió que el arte arquitectónico pertenece al lugar para el que fue concebido, y que por lo tanto el mural debía retornar a la Moskauer Platz.

Según Vilaplana, recuperar este mural «supone un importante paso para la preservación del patrimonio de la ciudad» en particular de la República Democrática Alemana (RDA).

También lo es para España, «para la preservación de un importante exponente del arte realizado por intelectuales y artistas españoles exiliados tras la guerra civil», agregó.

Renau, director general de Bellas Artes del Ministerio de Instrucción Pública durante la República, alcanzó fama internacional con la organización del Pabellón Español en la Exposición Universal de París de 1937. En 1939 huyó vía Francia a México, donde vivió exiliado hasta 1958, cuando se trasladó a la RDA, donde se estableció y murió en 1982 a los 75 años.

El IVAM prepara para octubre una gran exposición sobre Renau.