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Entrevista

J. Gómez Jurado: "Las expectativas son una mierda, el gran mal de la cultura en el siglo XXI"

Tras vender 280.000 ejemplares de "Reina roja", Gómez-Jurado vuelve con "Loba negra"

Juan Gómez-Jurado, autor de «Loba negra», ayer en las instalaciones de Levante-EMV. fernando bustamante

Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) acaba de publicar Loba negra, el thriller con el que, un año después de su irrupción, regresan los dos protagonistas del vendidísimo Reina roja: Antonia Scott, la investigadora y mujer presuntamente más inteligente del mundo, y Jon Gutiérrez, el inspector vasco y homosexual que de vez en cuando se encarga de bajar a su compañera a la tierra. Ambas novelas se encuentran esta semana entre las 10 más vendidas en España. «Lo veo con estupefacción porque pienso que le está pasando a otro -asegura el autor-. Yo venía de vender muy bien pero no tanto. Que un libro esté 13 meses entre lo más vendido, es ridículo, absurdo. Pero es bonito» .

¿Se imagina que «Loba negra» supera en la lista al «Sidi» de su maestro Pérez Reverte?

Empecé a leer Sidi pensando que ya era un libro de la etapa crepuscular del maestro, que ya empezaba a pensar en el Imserso y que nos iba a dejar sitio a los demás. Pero enseguida vi que era un novelón. Así que le llamé para decirle que era un cabrón y me dijo: ya sé que es duro lo de matar al padre, pero yo te lo voy a poner todavía más difícil.

¿Qué siente cuando viene a València sabiendo que es el único que conoce qué le ocurrió aquí a Antonia Scott?

Me siento muy bien. Vivimos en una época con exceso de información y ser depositario de un secreto es bueno.

¿Es «Loba negra» un libro con menos misterio pero más acción que «Reina Roja»?

No puedo contestarte.

¿Por qué?

Porque no, porque estropearía cosas. Pero hay más misterio de lo que parece. Y guiño un ojo.

¿No teme incumplir al final todas las expectativas que va generando en sus libros y entrevistas?

Las expectativas son el gran mal del siglo XXI para la industria cultural. La gente no va a ver las películas que le quieran presentar sino la que quieren ver. Y si no, no cumple las expectativas. Pues me alegro mucho. Las expectativas son una mierda.

Pero son inevitables.

Son perfectamente evitables porque el consumidor tiene que educarse en la gestión de expectativas, igual que enseñas a los niños a gestionar cosas para que luego se conviertan en mejores personas. Vivimos saturados de información sobre productos culturales.

Usted mismo se encarga de crear estas expectativas...

Bueno, pues cuando llegue el momento ya veremos si se cumplen. Yo tengo confianza, pero más que en mí la tengo en la inteligencia de las personas.

Antonia y Jon tienen una relación muy íntima pero uno es homosexual y la otra no. ¿No le interesa que haya tensión sexual?

No. Me interesa el amor y la amistad pero en una formulación más pura. No hay un ápice de sexo en Reina roja y Loba negra, cosa que es muy extraña para un best seller y para un thriller moderno. Conozco bien las reglas del thriller y por eso intento forzarlas lo máximo que puedo. Y por eso son novelas que son muchas cosas al mismo tiempo y en las que pasan muchas cosas. Pero en la vida de Antonia y Jon no hay espacio para echar un polvo porque tienen otras cosas que hacer como rescatar a alguien o escapar de la mafia.

A sus protagonistas les dan palizas, les manchan el traje de sangre, piensan en suicidarse. ¿En el fondo les quiere poco?

Les quiero muchísimo, pero quiero más a mis lectores y es más divertido que exista el conflicto. Las historias nos desafían a través del conflicto y a través de preguntarnos qué haría yo en esa situación. En el thriller normalmente no hay espacio para el sentido del humor, pero cuando he conocido a los policías me he dado cuenta que, por ejemplo cuando alguien cae de un sexto piso y se queda colgando de un tendedero con el cuello roto, ellos, cuyo trabajo es protegernos, ven eso y hacen algún chiste porque el sentido del humor para ellos es una forma de defenderse.

Para Jon la justicia es más importante que la ley. ¿Usted qué piensa?

Sé lo que piensan Jon y Antonia y no es necesariamente lo mismo. Vivimos en una democracia, lo que significa concedernos reglas y aceptarlas. Pero cuando te enfrentas a personas que no siguen esas reglas, está presente la tentación de romperlas.

El poder oculto es un personaje esencial de sus libros. ¿Si no es oculto no es poder?

Me temo que vivimos en un mundo con cada vez más desafíos a los que nos enfrentamos por primera vez y que son difícilmente asimilables con las herramientas que tenemos. Existen poderes ocultos que intentan protegernos y otros que intentan hacernos daño en su propio beneficio. Reina roja y Loba negra son historias de lo que ocurre en la sombra y de cómo enviamos a los límites de la luz a un par de seres humanos que intentan evitar que las sombras avancen.

Y algún día lo conseguirán.

No, fracasarán porque las sombras avanzan siempre. Pero lo divertido es ver cómo pelean.

¿El thriller está de moda porque somos conscientes de que realmente no sabemos casi nada?

Nos gusta porque vivimos en una época de incertidumbres constantes. Desde el cambio de siglo no hemos dejado de estar preocupados. En 1993 Fukuyama escribió el fin de la historia y eso se fue al garete un martes de septiembre de 2001. Los titulares de los periódicos y los telediarios están llenos de incertidumbres, y eso nos hace desear tener incertidumbres controladas, saber que cuando abres las páginas de un thriller, que es indiscutiblemente el género del siglo XXI, sabes que antes o después va a haber una solución.

Siempre dice que escribe para entretener, pero supongo que también querrá reflejar una época, contar un país y su tiempo.

Hago las cosas lo mejor que puedo, y lo que hago ahora es un poco mejor que hace cinco años, y lo que haga dentro de cinco años será un poco mejor que ahora. Pero escribo para entretener y pagar la hipoteca, son mis obsesiones. Y que mis hijos, de corazón te lo digo, cojan mis libros y se lo pasen fenomenal. Y verles con las páginas del manuscrito y que se lo pasan bien y les he apartado del Fortnite un rato. Hoy en día leer es un símbolo de privilegio.

Pero eso ya lo fue durante siglos. ¿No sería mejor que leer un libro fuera un símbolo de normalidad?

Ir por la calle con un libro de papel, que es una anomalía, habla muy bien de ti. Hoy, que puedes tener muchas posibilidades de entretenimiento, que tengas la capacidad de concentración y de tiempo para caerte dentro de un libro, es incluso bastante sexy.

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