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Evento

Las tipógrafas de la revolución

El congreso internacional "Las mujeres y la imprenta en los siglos XVI y XVII" de la Universitat de València analiza la vida cotidiana de todas las protagonistas relacionadas con el libro

Júlia Benavent y Raymund Wilhelm, ayer en un descanso del congreso. m. á. Montesinos

Nadie duda que la imprenta significó la gran divulgación del conocimiento. Aquella revolución también tuvo de protagonistas a las mujeres que «aprovechan cualquier situación de cambio, se posicionan, como se dice ahora se empoderan», asegura Júlia Benavent, directora del congreso «Las mujeres y la imprenta en los siglos XVI y XVII» que se clausura hoy en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universitat de València.

Un simposio internacional que reune desde ayer a lingüistas, filósofos e historiadores que abordan el papel de las mujeres impresoras. Benavent reconoce que con la digitalización es más fácil, porque «todos estos impresos están en las bibliotecas catalogados y no hemos podido saberlo hasta ahora porque eran textos despreciados». Se refiere a libros de oraciones, recetas, de labores y vidas de santos.

«Pere Pau Ribera de Xàtiva, pariente de José Ribera, escribe un libro de 845 mujeres, todas las santas, mujeres de la antiguedad, y termina con las españolas», pone de ejemplo. Sostiene que la imprenta es fundamental para las mujeres, «son protagonistas determinantes» y añade que «cuando estudiamos las mujeres en la imprenta no solo queremos estudiar las mujeres que escriben, queremos estudiar toda la vida cotidiana de las mujeres que tiene que ver con los libros»

Una de las comunicaciones de hoy es del profesor de la universidad austríaca de Klangenfur, Raymund Wilhelm sobre la romana Girolina Cartolari precursora del protoperiodismo con los seriali. «Era la viuda de un tipógrafo y continua la empresa de la familia. Produce textos no muy conocidos, pero en Roma hay 112 obras impresas por ella», afirma.

El fenómeno de las viudas -«el estado más libre para las mujeres de la época», según Benavent- que siguen el negocio de la imprenta es frecuente. En València está el caso de la viuda del impresor de origen flamenco Juan Mey, Jerònima Galés, que proclama su capacidad de creación en los preliminares de la traducción castellana del Libro de las historias de Paulo Iovio.

«El problema de las mujeres son comunes y las esperanzas también. Por eso ahora con esta nueva revolución que es internet se pueden ver todos estos movimientos y esa voluntad de progresar», sostiene Benavent.

Cambio mental

Wilhelm añade que «la revolución de la imprenta a lo mejor es más importante que la revolución digital, porque se ve un cambio radical de las mentalidades» como el nacimiento de todas las gramáticas. «No sabemos donde llegará la revolución digital, pero la imprenta fue una revolución», y recuerda que nació al mismo tiempo que el periodismo.

En Venecia a finales del siglo XVI había más de 500 imprentas, comenta la directora del departamento de Filología Francesa e Italiana de la Universitat de València. «Hay unos años de esplendor, desde el principio del XVI hasta el Concilio de Trento, luego los muros crecen y se impone la Contrarreforma», asegura. «Pero las personas y sobre todo las mujeres siempre encuentran el camino para salir», rememora Benavent. En eso están en el congreso.

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